Omar Ambuila: Historia de un Funcionario de la DIAN Caído por el Lujo de su Hija y la Corrupción en Colombia
Omar Ambuila y su familia disfrutaban de una vida de lujos en Buenaventura, hasta que su hija Jenny Ambuila, con publicaciones en Facebook, expuso el gran capital que poseían. Ella fue el inicio de una investigación de corrupción, contrabando y sobornos que culminó con la captura, extradición y hoy condena de Omar Ambuila en Estados Unidos.
La condena de casi 13 años se dictó hace unos días en una sala federal en Tampa, Florida. La jueza Virginia Hernández Covington, de la Corte Distrital para el Distrito Medio de Florida, fue quien pronunció la sentencia. Ómar Ambuila, exfuncionario de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) en el puerto de Buenaventura, por donde entra el 60% de la mercancía importada al país, fue condenado a 151 meses de prisión.
Pero la historia de Ambuila no es solo la de un funcionario corrupto atrapado por la justicia. Es una narrativa de poder, de redes ocultas, de una caída anunciada y, curiosamente, de una hija que, sin querer, encendió la chispa que lo llevó a la cárcel.
Todo comenzó a revelarse cuando Jenny Ambuila, la hija de Omar, empezó a compartir en sus redes sociales una vida digna de una superestrella de Hollywood: fiestas en Miami, viajes por Europa, compras en tiendas de lujo y, sobre todo, coches de alto rendimiento. Un Lamborghini rojo, un Porsche Cayenne, bolsos de marca y champán en lugares exóticos levantaron sospechas entre aquellos que se preguntaban de dónde había sacado tanto dinero la hija del funcionario de la DIAN. Las selfies pronto hicieron ruido.
El posar con lujos y autos de alta gama fue el inicio para la investigação que tumbó a su papá
Las fotos se hicieron virales. Las autoridades comenzaron a hacer preguntas. Y meses después de empezar a tirar del hilo, encontraron una red de corrupción que había estado escondida por muchas manos durante años. Ambuila, quien se desempeñaba como jefe del Grupo Interno de Trabajo de Control de Carga en la DIAN en Buenaventura, tenía un poder inmenso: decidía qué contenedores se revisaban y cuáles pasaban sin inspección. Ese poder fue la llave de entrada a un entramado millonario de sobornos.
Allí apareció el nombre de Diego Marín Buitrago, alias «Papá Pitufo». Marín, considerado uno de los contrabandistas más activos de Colombia, había construido un imperio basado en el ingreso ilegal de mercancías al país. Ropa, electrónicos, licores: todo lo que se pudiera vender a buen precio sin pagar impuestos llegaba gracias a una red de funcionarios cómplices. En el puerto de Buenaventura, Omar Ambuila era clave.
Fuentes cercanas a la investigación afirman que la relación entre ambos no era solo funcional. Había confianza, coordinación y, sobre todo, mucho dinero. Al menos un millón de dólares en sobornos se le atribuyen directamente a Ambuila, aunque las autoridades sospechan que la cifra real podría ser mucho mayor. Ese dinero se lavaba en Estados Unidos mediante compras de bienes de lujo a nombre de familiares y empresas fachada. La punta del iceberg fue la ostentosa vida de su hija, que se convirtió en prueba directa del enriquecimiento inexplicable del padre.
Lo que comenzó como una investigación por enriquecimiento ilícito en Colombia se transformó en un caso internacional. La DEA tomó interés. La fiscalía estadounidense recopiló evidencias de transferencias bancarias, compras de vehículos y propiedades en Miami. En noviembre de 2023, Ambuila fue extraditado a Estados Unidos. En enero de 2025, se declaró culpable de conspiración para lavar dinero. Y cuatro meses después, llegó la sentencia: 151 meses de prisión.
Pero la historia de los Ambuila no termina allí. Las autoridades estadounidenses saben que Ambuila no actuó solo. Su condena también es una ficha para llegar más lejos. Según reportes del Departamento de Justicia, se le ha ofrecido una reducción de pena a cambio de su cooperación. Y uno de los hombres que más interesa es Papá Pitufo. Marín hoy está detenido en Portugal y a la espera de su extradición. Su red de operaciones abarcaba no solo Colombia, sino también Centroamérica y Estados Unidos, con conexiones que involucran incluso a exfuncionarios de la DEA.
Diego Marín Buitrago tiene muchos secretos por contar, no solo sobre el contrabando en todo el país, sino también sobre una millonaria red de corrupción que opera en los principales puertos del país. Esta red incluiría a influyentes políticos, principalmente del Valle del Cauca, y a altos oficiales de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa). Sus tentáculos en el contrabando han sido relacionados con nombres como el de la gobernadora del Valle Dilian Francisca Toro y del exembajador en Reino Unido Roy Barreras, quien se prepara para las presidenciales de 2026.
A papá Pitufo también lo han vinculado con la campaña de Gustavo Petro, a la que aparentemente quiso infiltrar con 500 millones de pesos, dinero que le fue entregado en el norte de Bogotá al catalán Xavier Vendrell, asesor del hoy presidente. El mismo Gustavo Petro habría obligado a devolver el dinero, porque se habría enterado de parte de quien provenían los millones.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro ha solicitado la extradición de papá Pitufo quien está preso en Portugal, donde permanece detenido desde diciembre de 2024. Según dijo el mandatario colombiano, la esperanza es que «prenda el ventilador» y exponga las verdades que muchos de quienes mueven los hilos del poder quieren mantener en secreto, hilos que al parecer enredarían la vida de varios congresistas que buscaban controlar los puertos, especialmente el de Buenaventura, Santa Marta, Cartagena y Barranquilla.
Omar Ambuila sabía lo que tenía entre sus manos
Omar Ambuila tenía el perfil de un hombre callado. Su carrera en la DIAN no fue ruidosa, pero sí constante. Ascendió poco a poco, ganándose la confianza de sus superiores y, sobre todo, accediendo a uno de los puntos más sensibles del comercio internacional colombiano. El puerto de Buenaventura mueve más del 60% de la carga del país. Tener el control de esa aduana era tener poder. Y Ambuila supo aprovecharlo.
Para Estados Unidos, Omar Ambuila es clave para que pague los delitos que le investiga la DEA.
Hoy, Ómar Ambuila está en una cárcel federal, lejos de los lujos, lejos de Buenaventura y, sobre todo, lejos del poder que una vez tuvo. Su historia es un recordatorio brutal de cómo el sistema puede ser manipulado desde adentro, pero también de cómo las grietas pueden surgir desde los lugares más inesperados. Una hija influyente en redes sociales fue el inicio del fin de un esquema de corrupción que operó durante años a plena vista.
Lo trágico del caso es que su caída no fue resultado de una investigación encubierta especializada en él, ni porque lo hayan delatado. Fue el resultado de una exposición casi inocente. Una joven, su hija, quiso mostrarle al mundo la vida que creía merecer. Aunque Jenny Ambuila nunca fue castigada penalmente, su rol fue clave. En Instagram, Facebook y YouTube quedó documentado un estilo de vida que no cuadraba con el sueldo de un funcionario. Esa desconexión fue la que activó las alarmas.
Mientras las autoridades siguen buscando cómo acabar o al menos disminuir el contrabando, un delito que causa pérdidas al país de unos 35 billones anuales, también están a la espera de que tanto papá Pitufo como Omar Ambuila cuenten lo que saben, revelen nombres, rutas y cómplices, algo que tiene asustado a más de un poderoso.
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