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la Nicaragua invadida, violentada y saqueada

la Nicaragua invadida, violentada y saqueada

El régimen de Daniel Ortega no cumplió y la violencia se extendió hacia otras comunidades miskitu y mayangnas. Por ello, la Corte amplió las medidas a favor de otras comunidades en la Costa Caribe nicaragüense

El Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil) denunció a través de una nota de prensa publicada el 18 de julio de 2023 que los crímenes de indígenas permanecen impunes: “La falta de respuesta de las autoridades nicaragüenses perpetúa la violación sistemática de derechos que viven las comunidades y les continúa exponiendo a amenazas, secuestros, despojo, violencia sexual, desplazamiento, crisis alimentarias, asesinatos y otros graves riesgos para su integridad y su vida”.

Los invasores siembran pasto en los territorios invadidos con el cual alimentan al ganado que llevan. Además, deforestan para que los animales puedan llegar a los ríos a tomar agua, pero la misma deforestación provoca que los ríos se sequen. Fotos: CONNECTAS/LA PRENSA/ONDA LOCAL

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El difícil exilio de los indígenas nicaragüenses

Los Rieles, ubicada en Pavas, en las periferias de San José, la capital de Costa Rica, es una fila de casas de madera, zinc y plástico levantadas a unos tres metros de las vías del tren, junto a una calle polvosa que comparten transeúntes y vehículos. Aquí viven cientos de indígenas nicaragüenses exiliados. La mayoría de ellos en pobreza extrema, inseguridad, desempleo, algunos con hambre, otros enfermos, y casi todos en hacinamiento.

Los Rieles es solamente una de las ciudadelas en Costa Rica que los indígenas han llegado a habitar tras huir de Nicaragua. Según su vocera y también exiliada, Susana Marley, mejor conocida como Mama Tara (Mama Grande, en miskito), en este país hay más de 350 familias indígenas que han llegado buscando refugio de la violencia que viven en su país.

Además de Los Rieles, los indígenas se han aglomerado en zonas como Alajuelita, Alto Purral, Talamanca, Sixaola, Limón y La Carpio. Tanto en Los Rieles como en La Carpio es donde viven la mayoría de estos exiliados. Son unas 100 familias en ambas ciudadelas, según explica Susana Marley. Ella habita en La Carpio, fundada en los noventa principalmente por nicaragüenses que llegaron a Costa Rica durante la anterior diáspora de Nicaragua.

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Macaria Fenly sostiene una fotografía de su hijo German y Marling Martínez Fenly, asesinados en 2015 y 2022, respectivamente. Foto: CONNECTAS/LA PRENSA/ONDA LOCAL

Históricamente, los indígenas nicaragüenses han huido hacia Honduras debido a que parte de la costa caribeña de ese país es considerada por ellos como su territorio ancestral. Sin embargo, Marley señala que grupos ligados al narcotráfico y el crimen organizado se han tomado esos territorios y aunque no los han desplazado, como ha sucedido en Nicaragua, no se sienten seguros al ver a terceros armados. Por ello, ahora prefieren migrar a Costa Rica.

Para los indígenas, el exilio representa un cambio radical en sus vidas. Susana Marley explica que los nativos están acostumbrados a vivir de la tierra, el bosque y los ríos. Nunca antes habían requerido trabajar para alguien más y mucho menos pagar el alquiler de una casa, o pagar por comida y demás necesidades básicas, pues los indígenas en sus tierras eran autosuficientes.

Vivían de su propio trabajo en el campo, de la crianza de cerdos, gallinas, cabras y otros animales, y de la pesca. Pero en Costa Rica les ha tocado dedicarse a la construcción, a trabajar como choferes, repartidores de comida, guardas de seguridad, o como peones cortando piñas, caña de azúcar, café y cítricos, mientras que las mujeres, normalmente, encuentran trabajos como empleadas domésticas, cocineras o lavando y planchando ropa ajena.

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Ody Waldan Salgado, es uno de los miskitos asesinado en la masacre de Kiwakumbai, ocurrida en marzo de 2021. Foto: CONNECTAS/LA PRENSA/ONDA LOCAL

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