Tarek William y el crimen de negar
Úrsula, la tierna abuela alemana insiste en su macabro mensaje, lo repite en foros, redes sociales y en cuanto espacio se lo permiten. Intenta sobre todo acceder a las nuevas generaciones, aprovechando que algunos son poco afectos a indagar sobre el pasado de su país y de la historia de Europa, trata por todos los medios de ideologizarlos, pero para lograrlo tiene un enorme obstáculo: invisibilizar uno de los mayores crímenes de la humanidad. Utiliza cualquier método para generar un relato irreal, en el que lo que realmente ocurrió es una manipulación histórica, sostiene que las víctimas no son víctimas y que los criminales son benefactores.
Ursula Haverbeck, también conocida como la “abuela nazi” es una suerte de celebridad entre los nuevos supremacistas raciales, su mensaje se centra en tratar de convencer a la gente de que el Holocausto es una farsa. Ha sostenido que Auschwitz no fue un campo de concentración, sino un centro de trabajo y educación, donde los bienintencionados operadores nazis, intentaban modelar ciudadanos útiles al servicio de la nación. En 2018, Úrsula fue detenida para cumplir una condena de 2 años de prisión por la negación del holocausto, un delito que los alemanes se vieron compelidos a incorporar al código penal, frente al peligro social que implica negar un hecho histórico de tal magnitud. La relativización de un crimen de esta envergadura, puede contribuir a que se repita, alienta a nuevos actores a actuar igual a los criminales, ofende a las víctimas y distorsiona la verdad.
“Quien públicamente o en una reunión niegue, apruebe o minimice un acto cometido durante el régimen nacionalsocialista (…) será castigado con una pena privativa de libertad de hasta cinco años”, dice el código penal alemán. Ellos han comprendido que negar e invisibilizar un crimen, constituye una forma de profundizar el daño que produjo el crimen mismo, pero a su vez, genera nuevas ofensas que merecen ser castigadas e impedidas.
En Venezuela contamos con perversos personajes, capaces de copiar todo comportamiento deleznable que otros han adoptado para tratar de justificar la maldad y a sus malvados. El 1 de marzo pasado, la Corte Penal Internacional dictó una importante sentencia, en virtud de la apelación que interpuso el régimen venezolano contra la decisión de la Sala de Cuestiones Preliminares, que autorizó a la fiscalía, dar continuidad a la investigación por los crímenes de lesa humanidad perpetrados en nuestro país.
Dentro de los argumentos sostenidos por la dictadura venezolana en su ineficaz apelación, sostienen que investigan hechos aislados que pudieran constituir violaciones de derechos humanos, pero no crímenes de lesa humanidad. Los crímenes competencia de la Corte, deben encuadrar dentro del concepto de ataque sistemático y generalizado a la población civil, esto es, como parte de una política de Estado. En el caso venezolano tal situación está demostrada, pues son los recursos del Estado, sus agentes, autoridades, normativa e instituciones, las que se han venido articulando para perseguir, asesinar, torturar, encarcelar y agredir sexualmente a los venezolanos percibidos como disidentes o peligrosos.
El protagonista central de la teoría del negacionismo en Venezuela es quien funge como fiscal: Tarek William Saab. Este operador de la persecución por razones políticas, tal como la abuela por nazi Úrsula, dijo en declaraciones recientes: “Reiteramos que en Venezuela no se han cometido delitos de lesa humanidad, y que el MP junto con los órganos auxiliares de justicia ha investigado y sigue investigando cada caso de presuntas violaciones a derechos humanos del que ha tenido conocimiento (…) las denuncias recibidas por la CPI de víctimas fueron sacadas de redes sociales”.
Negar los hechos es invisibilizar a las víctimas, revictimiza, resta importancia a los crímenes y siembra las condiciones para que se repitan. La ruptura del Estado de derecho en nuestro país, sirve de sostén del sistema autoritario, genera las condiciones para la persecución, procura la aniquilación del disidente y cualquier esfuerzo de articulación a favor de la democracia. Es un sistema altamente criminal que intenta normalizar su modelo de terror, apelando al miedo como una de sus herramientas.
Desde la perspectiva del proceso ante la Corte Penal, la negación de los hechos reafirma la jurisdicción de la Corte, la tesis del régimen es insostenible. Jamás se producirán investigaciones genuinas en Venezuela si el punto de partida es negar los crímenes; no se puede investigar lo que según el fiscal no ha ocurrido.
Tarek cuestiona el contenido probatorio del caso de la CPI, dice que tal como él hace a diario, el proceso se sustenta en publicaciones de redes sociales, se equivoca, afortunadamente. El trabajo de sistematización probatoria conforme a estándares internacionales ha sido minucioso, testimonios de víctimas y testigos, experticias de toda índole, ciencias forenses y criminalística aplicada, sirven de fundamento a un sólido caso de materialidad y autoría que avanza y dará sus frutos. Tampoco son víctimas anónimas como dice el fiscal impuesto por Maduro, todos tienen nombre y apellido, pero no te los revelarán Tarek, la protección de la víctima es un elemento transversal al proceso, no como en Venezuela, donde la única “víctima” que se protege es Maduro y sus cómplices, las demás no existen.
Úrsula y Tarek hacen lo mismo, ambos actúan como supremacistas, ambos niegan la verdad, protegen a los autores y partícipes de crímenes, intentan engañar, pero la verdad es muy gruesa, por más propaganda que intenten, los nazis y los revolucionarios venezolanos ya tienen su puesto ganado en la historia.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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