El Veredicto Electoral: ¿Fraude y Desilusión en Venezuela?
El resultado de las elecciones de hoy está cantado, si nos atenemos al clima de opinión que predomina y a las señales de las encuestas que han circulado sobre la intención de votar que ha manifestado el pueblo. Si comparamos con la gesta en la que resultó triunfante por una arrolladora mayoría la candidatura de Edmundo González Urrutia, seguramente toparemos con el contraste de un desierto que se verá y sentirá por todos los confines de Venezuela. Si tan contundente se predice el panorama, tal vez lo que más pueda interesar ahora es la maroma que llevará a cabo la dictadura para inflar los escrutinios y la valoración que tendrán en adelante los candidatos de cierta oposición que participan en la jornada.
De la manipulación de los resultados tenemos pruebas fehacientes con solo evocar la conducta de los rectores del CNE cuando proclamaron el triunfo de Maduro en las elecciones del 28 de julio. Modificaron en forma brutal el escrutinio para anunciar como ganador a quien había perdido por olimpica paliza. Debido a las pruebas de la victoria de Edmundo, que pudo recoger y guardar una oposición ejemplarmente organizada gracias a la inspiración de María Corina Machado, y a la maquinaria de ciudadanos que aceitó hasta el refinamiento, no quedaron dudas sobre la burla de la voluntad popular que entonces se expresó. Después, todos vimos la represión desatada por la dictadura ante la indignación de los electores, que condujo a la consumación del golpe de Estado que hoy busca una curiosa legitimación por vía electoral.
La pretendida legitimación partió de una exhibición fraudulenta del resultado de la votación anterior, tan burda que no ha existido forma razonable de negarla, y tan afeada por llagas purulentas que nadie del oficialismo ha podido lograr un maquillaje capaz de disimularlas. Tales han sido los pilares que avalan el continuismo, y que han llegado hasta el milagro, o hasta la afrenta, de permitir que sus cabezas permanezcan en el poder. Como es lo único que tienen a mano, debido a que parece inverosímil su reencuentro con la decisión popular que ya perdieron, será la guadaña que manejen hoy para evitar que se advierta la indignación masiva de la sociedad. Es decir, ya hablando sin rodeos, cometerán otro fraude porque es la única herramienta con la que cuentan para la permanencia. Así de sencillo: no tienen otra.
En medio de un panorama tan difícil de negar, aparece un elenco de candidatos de oposición, o que se muestran como opositores, que no ven las asperezas del paisaje y se pasean apaciblemente en su centro como si cual cosa, como si el ayer no determinara el hoy. Como si no importaran las porquerías del pasado próximo, como si caminaran de una normalidad a otra normalidad. Sus referencias al reciente fraude y a la represión que le siguió han sido tímidas, en lo mejorcito de unos mínimos casos, mientras divulgan el argumento de la necesidad de la participación electoral sin considerar que las hipotéticas elecciones se han programado con helada precisión para que apenas tengan una participación dosificada, para que solo disfruten los minutos de cámara y micrófono que concede el mandón. O quizá estén conscientes de los límites de pensamiento y acción que no podrán superar en una campaña hecha para el exclusivo provecho de quienes la convocaron. Apenas les importa, porque parece que consideran que primero están ellos que el parecer de la mayoría de los partidos y de las figuras que se oponen de veras y de frente a Maduro. Aun así, pese a que conocen y sienten en carne propia esos límites, participan de lleno en el espectáculo con un desfile de balbuceos.
“Más te valiera estar duerme”, escribió un poeta tocayo mío del siglo XIX sobre un pajarito que quería volar frente a la escopeta del cazador. Como las avecillas de hoy pretenden la continuidad de su influencia en la política venezolana, quizá lo que más importe de las elecciones será saber cómo quedan en la estima de los venezolanos después de una lastimera exhibición coral. Para eso servirán los sufragios del día, en principio, los escuálidos sufragios. Es bien probable que anuncien los funerales de un club de pretendidos opositores que apostaron por un suicidio colectivo. ¿Qué se saca de ganancia? Libres de rémoras, los líderes más responsables de la oposición nos aconsejarán sin interferencias sobre cómo lavarnos dos fraudes consecutivos que nos tienen avergonzados y perplejos.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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