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El juego político cambió el 26 de enero

El juego político cambió el 26 de enero

Más que las sanciones, importa la fuerza interna. La clave es negociar. Que haya garantías para una parte y para la otra. No se trata de desatar persecuciones, sino de recuperar la democracia y asegurar una transición pacífica, juicios justos y la posibilidad de rehacer vidas y continuar en la participación política. Pero nada de pensar en sustitución de la candidatura electa el 22 de octubre. Quien promueve eso -lo afirma- es el propio régimen. Y aunque es difícil la situación actual -“sin ningún duda”, acota- no se trata de una situación congelada: “La idea de que el régimen va a competir consigo mismo es una idea peregrina”.

-¿El juego político cambió el 26 de enero con la decisión del TSJ que inhabilita la candidatura de María Corina Machado?

-Introdujo nuevos elementos en el sentido de que el régimen ratifica su voluntad de no medirse con María Corina (Machado). Le está huyendo a María Corina. Yeso desató un proceso muy interesante. Por un lado, una condena internacional bastante amplia a la decisión de Maduro a través de su corte judicial, y, por otro, una decisión de los factores políticos nacionales mucho más firme, más abierta, de ir con María Corina hasta el final. Es decir, hasta la inscripción de su candidatura y las elecciones de este año. Son dos procesos importantísimos, el aislamiento de Maduro y el incremento del apoyo a María Corina. Además esto fue asumido por el Gobierno de Estados Unidos como una ruptura del entendimiento del Acuerdo de Barbados y del acuerdo que Estados Unidos y el régimen hicieron alrededor de elecciones libres y limpias en Venezuela. No es una situación nueva, pero ha creado la incertidumbre sobre la eficacia de los acuerdos firmados.

“El concepto de la libertad es un concepto no solo para los demócratas, sino también para ese PSUV que quiere deslastrarse y convertirse en un partido político que funcione”

Carlos Blanco

-¿Es un endurecimiento de la posición oficial?, ¿lo esperaba?

-Esta es la posición que ellos han tenido de no querer medirse con el candidato que las fuerzas democráticas del país escogieron. Se pensaba, en uno de los escenarios, que dado el compromiso internacional con la firma del Acuerdo de Barbados ellos podrían contemplar competir en unas elecciones libres y limpias con María Corina. Las fuerzas internas del régimen en este momento han determinado que ellos no están dispuestos a aceptar esa posibilidad. Sin embargo, este juego sigue abierto porque el mejor escenario que el régimen tiene, salvo el de perpetuarse a sangre y fuego en el marco de un aislamiento internacional y nacional, es intentar ganar unas elecciones. Ellos han ganado elecciones, no Maduro, el chavismo, y tiene gente competente no solo para hacer fraude sino para también para hacer campaña electoral; pero por ahora están desechando esa opción. Hay que obligarlos a que se midan.

-¿Esto entierra el Acuerdo de Barbados?, aunque se está convocando la Comisión de Seguimiento.

-La Comisión de Seguimiento no ha sido designada. El Acuerdo la contempla. Cada parte designa una persona por lado para seguir con los facilitadores el proceso para asegurar el cumplimiento de lo firmado. Eso no está listo y en esta situación de cortacircuitos y chispazos tal vez se demore. Ojalá se logre pero no es fácil. En lo que hay que insistir es que el régimen tiene que negociar. Por lo menos de nuestra parte no hay opción sino avanzar hacia unas elecciones libres y limpias y despejar el camino mediante negociaciones inteligentes.

“Lo fundamental es la fuerza interna”

-¿Puede la suspensión de las licencias vigentes presionar para revertir la decisión?

-Ese es un factor, que, por cierto, ha demostrado que el Gobierno de Estados Unidos está dispuesto en esta etapa a cumplir lo que ha dicho. Ellos dijeron que las sanciones se van a revertir si no hay la habilitación de todos los candidatos, en este caso de María Corina, si no cesa la represión y si no se fija una fecha electoral. Como el régimen no cumplió con esas condiciones, Estados Unidos adoptó esa decisión. Pero creo que lo fundamental para convencer al régimen de permitir unas elecciones competitivas con María Corina como candidata es la fuerza interna que en el país se ha desarrollado. Existe una convicción profunda, no solamente lo revelan los estudios de opinión sino las conversaciones cotidianas de los ciudadanos, de que el propósito de una salida no traumática, una transición hacia la democracia en paz, es una aspiración. Y esa aspiración se ha simbolizado en María Corina. Esa es la fuerza de la que se puede disponer y es una fuerza que se ha venido organizando de modo impresionante, porque los distintos factores políticos y sociales han ido encontrando puntos de acuerdos fundamentales que han permitido avanzar en mecanismos de organización desde las bases, las localidades, desde los pueblos, en los municipios, en los estados y en el plano nacional. Es una fuerza civil y pacífica, una fuerza para las elecciones.  El régimen está intentando detener esa fuerza a mandarriazos, con represión, cárceles, enjuiciamientos, bloqueo de cuentas, suspensión de pasaportes, seguimientos por medio del DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar), del CONAS (Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro), del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) a dirigentes nacionales y locales. El régimen en algún momento tendrá que decidir si se encarrila por la vía pacífica, la de un cambio electoral, o si a mandarriazos, como dije, acaba con esa posibilidad.

-¿Cómo se moviliza esa fuera para presionar por la habilitación y las elecciones?

-Lo que hay en el país es un inmenso descontento, que se expresa en todos los sectores sociales. Un día son los maestros, en otro los enfermeros y al siguiente los movimientos sindicales. Ese es un descontento que está erosionando la base del régimen, no solo la base electoral, que es muy evidente en todas las encuestas. Eso comunica una redefinición interna del régimen donde sus únicas bases de apoyo son las policías, los grupos de choque, llamados colectivos, y las fuerzas militares de choque. Cuando un régimen deja de sostenerse en una estructura compleja donde hay elementos de la cultura, de la historia, de la política, de las convicciones de la gente, solo va quedando una estructura de cabilla y de hierros; y entonces a ese régimen no le queda sino la represión. Y la represión genera efectos muy complejos, no solo ataca a los adversarios, a las fuerzas democráticas, sino que la lógica de la represión comienza a actuar dentro del propio régimen. Se comienzan a espiar los unos a los otros, se comienzan a golpear los unos a los otros, y eso es lo que ha determinado en los años sucesivos que haya ocurrido una especie de automutilación porque se han desprendido de Rafael Ramírez, de Tareck El Aissami y de muchos otros por distintas vías. Eso es producto de ese descontento interno, de la lucha por el botín de unos contra otros y eso los va desgastando. Ellos creen que tienen todo el poder y en realidad al perder apoyo popular, al perder legitimidad nacional e internacional, solamente quedan presos de sus contradicciones.

“Ahora el escenario puede parecer difícil y es difícil, sin ninguna duda, pero ese es el escenario que hay que cambiar”

Carlos Blanco

-¿El referéndum del 3 de diciembre pudo significar para el oficialismo eso que señala en el sentido de que su base de apoyo no se movilizó?

-Creo que Maduro anda como una gallina sin cabeza dando vueltas por ahí. Porque desde el año pasado han sufrido importantes derrotas. Y las enumero: se hizo la primaria sin policías, sin ejército, sin CNE (Consejo Nacional Electoral), en una de las demostraciones más ejemplares que ha habido en el país. Luego convocaron esa comiquería del referendo sobre el Esequibo del 3 de diciembre y no solamente no fue nadie, sino que la idea que tenían estaba equivocada. Calcularon que eso iba a concitar la unidad nacional y solidaridad internacional, una hipótesis que se derrumbó ese mismo día a las tres de la tarde. No tienen apoyo internacional. La gente se reúne con Maduro con el pañuelo en la nariz, aunque la mayoría lo elude. Lo que hubo fue un repudio a esa payasada con la que intentaron crear un escenario bélico. Luego, no esperaban por ejemplo que María Corina fuese al TSJ a introducir una cautelar contra las vías de hecho que le cercenaban sus derechos políticos. Y este año con las pataletas de las últimas semanas, con lo del 26 de enero, han logrado algo impresionante. El mundo le está diciendo que si no dejan competir a María Corina no hay elecciones libres y limpias. Y fue por esa razón que ella dijo, con mucha propiedad, ‘sin mí no hay elecciones’. No es porque ella quiera, sino porque hay un mandato de la sociedad venezolana.

Prudencia con los llamados a la calle

-Volver a las calles, como se entiende de forma tradicional y popular, ¿es peligroso en este momento?

-Creo que hay que ser muy imaginativos. Las manifestaciones en las cuales participaron cientos de miles venezolanos desde 2002 y hasta el 2017 tuvieron sentido, fueron muchas muy exitosas al demostrar fuerza, pero en los últimos años ante un régimen capaz de todo, lo que ocurrió fue un nivel de represión brutal. Vimos los asesinatos en las calles de cientos de jóvenes y vimos la furia en el empleo del equipamiento, carros blindados metiéndose contra la gente, aplastando ciudadanos. Una dirección política responsable no puede incurrir conscientemente en el riesgo de llamar a las calles sin que se tomen las prevenciones del caso. Me imagino que lo que está a la orden del día es un gran movimiento de opinión, que se expresa en los medios de comunicación no tradicionales, a través de las redes, de los portales que puedan recoger esas expresiones, y las protestas de los sectores sociales en su momento bajo su dirección específica. Ya vendrán los tiempos de las grandes manifestaciones, de las tomas de las calles parar celebrar las jornadas electorales. Pero por ahora hay que ser prudente porque se ha demostrado, y esto es muy importante, que los ciudadanos se pueden movilizar con el mensaje de boca a oreja, con el trabajo de hormiga, con la gran motivación espiritual que hay, y al mismo tiempo organizándose por abajo. Eso fue lo que demostró la Primaria, sin ninguna entrevista para María Corina en medios de comunicación de televisión abierta, sin aparecer en muchas emisoras de radio, y el país no solamente se enteró sino que adoptó una decisión que fue votar, por cierto, por una persona que el régimen pretendía inhabilitar.

-Jorge Rodríguez convocó desde la Asamblea Nacional a la construcción del cronograma electoral desde el lunes 5 de febrero, ¿cómo lo analiza?

-Ésta en la línea de las equivocaciones sucesivas del régimen porque es la convocatoria de un cronograma electoral con la intención de eludir la participación de María Corina en esa discusión, y de los factores que la acompañan de los distintos partidos políticos y sectores. Es otra puesta en escena de un teatro miserable. ¿Quién va a participar en ese proceso? Los que tienen ánimo de sustituir a María Corina, los que quieren facilitarle la estrategia a Maduro. Carece de sentido y me parece que el país es el que va a responder a ese intento de desviar la atención. El régimen ha dicho a través de sus voceros ‘pasemos a otra cosa’  porque el caso de María Corina, esa mujer como la llaman, es cosa juzgada. Nadie le compra eso, ningún gobierno serio, ningún parlamento, ninguna fuerza política dentro de Venezuela, ningún movimiento social. No solamente no es un tema resuelto, sino que es un compromiso de la sociedad para resolver que haya elecciones libres y limpias.

-Con el cronograma electoral, con la inhabilitación, se va hacia un escenario electoral típico de los últimos años.

-Esas no son unas elecciones, es una pantomima. La idea de que el régimen va a competir consigo mismo es una idea peregrina, eso tampoco lo compra nadie. El régimen quiere inventar un candidato o varios con los cuales simule competir. No va a ocurrir. Esas no son elecciones.

“De nuestra parte no hay opción sino avanzar hacia unas elecciones libres y limpias y despejar el camino mediante negociaciones inteligentes”

Carlos Blanco

-¿Eso obliga a las fuerzas democráticas a actuar con más celeridad?

-Se está actuando con toda celeridad. La tarea por delante es desbrozar el camino a través de negociaciones para unas elecciones libres y limpias donde compita Maduro, o a quien designen, con María Corina. Ese es el escenario por el cual hay que luchar. Creo que una cosa muy importante es la actitud frente a estos temas, porque mucha gente tiene la idea de que dada la situación actual, esa es la situación que va a permanecer congelada en el tiempo. Eso no es así, son procesos. A comienzos del año pasado en el escenario de la Primaria, se decía que era mejor que participara el CNE, algunos miembros de la Comisión Nacional de Primaria (CNP) se salieron cuando se supo que el CNE no participaría, también algunos partidos y candidatos dijeron lo mismo. Hubo gente, no solo María Corina, que dijeron que la Primaria era posible y cambiaron el escenario con el concurso esclarecido de la CNP, presidida por Jesús María Casal. También se decía que María Corina no podía ganar la elección porque era muy radical y no tenía ni medios ni plata, y eso se cambió. La idea de que el régimen podía imponer sus condiciones y sus candidatos dentro de la oposición fue derrotada. Ahora el escenario puede parecer difícil y es difícil, sin ninguna duda, pero ese es el escenario que hay que cambiar.

Las pugnas dentro del régimen

-¿Traza una similitud entre la idea de derrotar la participación del CNE antes y la habilitación ahora, porque eso favorecía la victoria electoral?

-En esto entra una discusión muy importante en el seno del régimen entre sus distintos grupos y facciones. En un movimiento que fue respaldado por millones de venezolanos en la época de Hugo Chávez y que ahora no tiene respaldo popular, las contradicciones internas pasan a tener un papel mayor porque unos sectores acusan a otros de ser responsables de la pérdida del apoyo nacional e internacional, y en ese conflicto van ampliándose las diferencias. Hay sectores dentro del régimen que dicen ‘nosotros no podemos ceder un milímetro porque si se cede un milímetro se pierde el poder’, lo que implica perder recursos e influencia y también que los persigan y los encarcelen. Otra visión es la de que ‘nosotros podemos competir si tenemos recursos y un ambiente internacional en el cual volvamos a ser presentables’. Piensan que podrían competir y ganar si hicieran bien las cosas. Y hay otro sector que dice ‘a nosotros se nos puso difícil, vamos a unas elecciones, si las perdemos vamos a reconstruirnos como un partido democrático para procesos futuros. Lo que ha ocurrido en otros países en el mundo. Eso está ahí y lo que hay que estimular es que las tendencias hacia el movimiento civil y democrático prevalezcan frente a las tendencias radicales.

-También pueden pensar que las garantías electorales y postelectorales serían insuficientes para tanta gente.

-Eso es posible. Hay gente que dice que Maduro tiene un avión de 280 puestos y que a lo mejor ellos no caben ahí. Creo que una visión amplia de este proceso indica que hay que dar garantías para que las personas que han formado parte del régimen, y no hayan incurrido en crímenes de lesa humanidad, puedan tener garantías de transición, de juicio justo o de  sencillamente rehacer sus vidas dentro o fuera de Venezuela. También ocurre un fenómeno muy importante, el chavismo de la gente común es un chavismo que se está desplazando hacia la necesidad del cambio político. Pero hay otro nivel del chavismo que es el de la estructura organizada del PSUV, de lo que queda, y en esa estructura regional, municipal, hay la visión de que a ellos también les conviene un cambio, porque prefieren que María Corina sea presidente y ellos puedan escoger sus candidatos a la Asamblea, a las legislaturas, gobernaciones y alcaldías y que no lo hagan las tres personas que deciden en la cúpula del partido. El concepto de la libertad es un concepto no solo para los demócratas, sino también para ese PSUV que quiere deslastrarse y convertirse en un partido político que funcione.

-Con el cronograma electoral y sus lapsos, ¿es posible pensar que surjan candidaturas de las fuerzas democráticas para sustituir a la ganadora de la Primaria?

-Esa es una idea que promueve el régimen y que la promueve a través de sus tentáculos dentro de un núcleo del sector empresarial, y algunos núcleos de políticos que están a su servicio. Creo que el país democrático está convencido de que si se abre la posibilidad de la sustitución se abre inmediatamente la posibilidad de que quien escoja el candidato sea Maduro. Hay una claridad absoluta de que no es posible entregarle a Maduro la resolución de las fuerzas democráticas. Si como ellos dicen que la inhabilitación es una decisión ya tomada, la candidatura de María Corina es una decisión ya tomada. Punto. Para desbrozar el camino para que esa candidatura compita, la negociación es importante. Nosotros, quienes acompañamos a María Corina, y ella estamos de acuerdo en que la alternativa a la negociación es una guerra de aniquilación. Yo gano y te aniquilo, tú ganas y me aniquilas. Ese escenario no es deseable, ni es posible en el marco de la situación internacional; entonces lo que hay que hacer es ponernos de acuerdo en un terreno común donde si tú ganas yo te reconozco y si yo gano, tú me reconoces. Eso es fundamental. Un terreno nivelado en el que quien pierda tiene las garantías para seguir desarrollando su vida política en el país. Si se reduce al grado cero, lo que hay que hacer es eso. Nosotros decimos que hay que tener garantías, pero el régimen dice desde su perspectiva que el imperio y fuerzas internacionales los quieren inhabilitar. Vamos a nivelar el terreno, vamos en igualdad de condiciones. Eso es lo que está en el Acuerdo de Barbados con un lenguaje un poco más elaborado. Hay que tener disposición política y esa disposición es ‘yo estoy dispuesto a ganar’, ‘yo quiero ganar’, ‘creo que voy a ganar’. Pero estoy dispuesto a perder si el otro me gana en buena lid. Eso es lo que el régimen tiene que interiorizar porque la situación ha cambiado.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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