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¡El deseo de cambio político es claro!

¡El deseo de cambio político es claro!

Este año pudiese ser uno que marque un claro punto de inflexión en la historia venezolana. El deseo de un cambio político es claro y vehemente, así como el nivel de consciencia ciudadana que el venezolano ha desarrollado tras una crisis multidimensional extensa, dura  y compleja.

Hagamos un breve repaso sobre lo ocurrido el pasado año. Todo apunta a que fue un año de menor crecimiento al que tuvimos en 2022. Si bien pareciera que no hubo contracción, la desaceleración del crecimiento de la actividad económica fue muy evidente durante todo 2023. Además, la economía no presentó cambios en sus diversas formas de desigualdades. Sigue siendo una actividad económica concentrada tanto sectorialmente (comercio es por lejos el de mejor desempeño), geográficamente (zonas urbanas) y en estrato social (en el estrato de mayores ingresos).

La producción petrolera aumentó, pero muy por debajo de las expectativas planteadas cuando se anunciaron los acuerdos y las licencias con y para Chevron. 2023 comenzó con una producción cercana a 700 mil barriles diarios, y cerramos el año con una cercana a 800.000 bpd. Tampoco hemos visto mejoras significativas en el abastecimiento de combustible en el mercado interno.

El drama social y humanitario continúa. El regreso a clases dejó muestras preocupantes de la precariedad de la educación en Venezuela. Seguimos, también, con un sistema de salud que presta servicios de manera muy limitada e insuficiente. El hambre en Venezuela sigue siendo una realidad muy dura, porque, según las instituciones especialistas en el área como Sanitas, hay indicadores que en lugar de mostrar avances, lo que apuntan es a un mayor deterioro de la alimentación en Venezuela. No se quedan atrás los pensionados y jubilados, quienes no pueden valerse por sí mismos, sino que dependen de remesas y otras ayudas para sobrevivir con un mínimo de dignidad, y este es un privilegio que no tienen todos.

Una arista relativamente positiva tiene que ver con la inflación y el tipo de cambio. Ambas variables tienen cambios más desacelerados de los que tuvimos en años anteriores. Un gasto público más restringido, menor financiamiento monetario por parte del Banco Central de Venezuela (BCV) y un aumento relativo de la oferta de divisas en el mercado cambiario, fueron las principales razones para este comportamiento.

Lo político quizás sea otra de esas aristas rescatables. La realización de las primarias, su nivel de participación y la claridad del mensaje-mandato surgido ese día, reabrió las esperanzas de finalmente obtener el cambio político que casi la totalidad del país desea.

Este año, 2024, llega como uno de altísima incertidumbre. Por ejemplo, en lo político creo que nadie, ni del lado del Gobierno, ni de la oposición, puede decir con mediana certeza cómo se terminará desenredando la crisis política, en especial, siendo este un año electoral que pone en juego la Presidencia de la República.

Lo que ocurra con la economía, irá de la mano de la salud y la vigorosidad de la industria petrolera. Nada nuevo. En un escenario de alivio de sanciones, lo lógico sería esperar un aumento importante de los ingresos del Estado, y que ello permee al resto de la economía. Pero quedan muchas interrogantes acerca de esta afirmación. ¿De cuánto será el aumento esperado de la producción petrolera?, ¿cuál será el ritmo de ese aumento?, ¿cuál será el comportamiento del precio del petróleo?, ¿cuánto obtendrá el Gobierno de ese hipotético aumento de la producción?

Por otro lado, 2023 se caracterizó por un gobierno con cierta disciplina en lo fiscal. Cabe preguntarse: ¿Mantendrán tal postura durante este año teniendo en cuenta lo que está en juego? Lo que sí podemos estar seguros es que el Gobierno hará una intensa campaña de propaganda con lo poco o mucho que logren durante los próximos meses.

Mi enfoque principal, y lo que creo que hará mayor diferencia en 2024, yace en el profundo y convencido deseo de la gente y la voluntad de acción que tenga para que este se haga realidad. Ese deseo de cambiar, de ser libres, de prosperar. Hay una masiva intuición de que esto no es posible si no se logra un cambio de gobierno, un cambio de liderazgo, y este año representa una histórica oportunidad para lograr ese ansiado objetivo.

“Una persona libre nunca se pregunta esto que oímos siempre ¿qué va a pasar? Las personas libres tienen que preguntarse ¿qué vamos a hacer? Porque pasará lo que dejaremos que pase…”

Fernando Savater

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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