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¿Una campaña que menosprecie a todos? ¡Pregúntame cómo!

¿Una campaña que menosprecie a todos? ¡Pregúntame cómo!

Vamos a poner atención a la fecha: 2016. En junio de ese año España iba a elecciones generales y en un jueguito de ironía bastante serio, el periodista y columnista John Carlin publicó un texto en el que proponía que los partidos políticos españoles debían “modernizarse” para hacer una campaña menos aburrida, algo más emocionante: una cosa así de “divertida” como la gesta de Donald Trump para ganar la candidatura del Partido Republicano o la del referendo británico para el Brexit. 

Como si a la política española le hiciera falta la tensión de los extremos, Carlin puntualizaba cinco lecciones o reglas derivadas de las campañas de Trump y Boris Johnson. 

Ahora vamos a otra fecha: 2024. Ahorita mismo. Ese texto publicado originalmente en el diario La Vanguardia está recogido en el libro “El futuro es lo que era”. Y ahora que estamos en el futuro de cuando Carlin escribió, las reglas propuestas en aquellas líneas juguetonas son cosa cotidiana en lo que va de la breve campaña por la presidencia de Venezuela. E incluso antes, por supuesto. 

“Regla uno: mentir, mentir mucho”. El autor cita a PolitiFact, una publicación digital que entonces pasó revista a datos y hechos comentados por Trump y encontró que 61% eran falsos. También cita al menos una gran mentira de Johnson sobre el supuesto costo para Reino Unido de pertenecer a la Unión Europea. “La lección es que si la verdad no conviene lo recomendable es inventar falsedades que sí”, escribió. 

Cualquiera que preste tan solo un poco de atención diría que ese es el lema de vida del chavismo en el poder: esconder los números feos, inventar otros esplendorosos e incomprobables, por ejemplo. Y en la campaña, el despliegue ha sido por aire, mar y tierra… y por TikTok: María Corina es esto, la señora Yoris ni siquiera es venezolana, Edmundo es agente de la CIA, que le van a entregar Pdvsa a los yanquis, que son todos terroristas, que el tipo este le compró petróleo al tipo aquel, conspiradores son, responsables de las sanciones también, de los fallos de electricidad y hasta deben serlo del aumento de los precios del ron… 

Aquí no tenemos PolitiFact, pero hay gente seria con iniciativas por el estilo. El Observatorio Venezolano de Fake News y Cotejo.Info son dos de ellas y han hecho seguimiento a la estrategia de desinformación y desprestigio activada especialmente contra María Corina Machado y Edmundo González. 

“Regla dos: fomentar la paranoia”. Carlin en su texto no hizo mucho esfuerzo para desnudar esta que es una vieja estrategia de los nacionalismos y que el populismo ha sabido explotar muy bien: se refiere a las lamentables declaraciones de Trump sobre los mexicanos y la burrada de haber dicho que deberían prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos, como si acaso en ese país el islam es solo cosa de extranjeros. 

Aquí, esa paranoia se fomenta con las mentiras habituales y el foco no está necesariamente puesto en una amenaza extranjera: en el discurso del poder, los enemigos están en casa, son esos que protestan, esos que quieren un cambio, esas mujeres que le venden unas arepas a María Corina. Los enemigos son esos líderes políticos que hoy andan en campaña y los que tuvieron que irse al exilio. La paranoia se fomenta diciendo que ellos van a expropiar tierras, que son la extrema derecha, que… cualquier cosa. Y, por supuesto, que ahí vienen los gringos. 

“Regla tres: denunciar a las élites”. En este punto, son tan locos como Trump. El empresario multimillonario en su campaña fue capaz hasta de cuestionar la “avaricia” de Wall Street y de señalar al “establishment político de Washington como la raíz de todos los males”. En Reino Unido, Boris Johnson y su gente llegaron a hablar de una “conspiración” para perjudicar al pueblo orquestada por James Cameron. 

Aquí, hemos visto que se puso de moda en el chavismo eso de “los apellidos”. Es decir, los más conspicuos representantes de la élite política y económica surgida en estos 25 años, pretenden responsabilizar a otros de todo lo malo que ha pasado en estas más de dos décadas. “Lojapellidos, lojapellidos”, gritan como el pastorcito y “el Lobo, el Lobo”. Ya sabemos cómo terminó ese cuento, ¿no?

“Regla cuatro: lanzar insultos personales”. Carlin recuerda que Trump llamó “perras” o “cerdas gordas” a algunas mujeres, que apodaba a su rival “Corrupta Hillary” y cosas así. Pero ante la histórica escuela de insultos del chavismo, lo de Trump es peanuts.

“Regla cinco: la que las resume a todas”. Dice Carlin que es “nunca subestimar la ignorancia del votante”. Esto es, menospreciar la inteligencia de la gente a la que le pides el voto. Y está claro que si le mientes, le alimentas la paranoia y la crees tan idiota como para estar seguro de que se van a tragar todos tus cuentos, cumples esa regla a la perfección con una campaña que se ha basado más en denostar al rival que en mostrar una obra de gobierno positiva y concreta.  

A esa receta apuntada por el también autor de “El factor humano” y “La sonrisa de Mandela”, le faltó un ingrediente que por acá se añade en abundancia: el terror. Pero sobre eso, mejor que hable otro.          

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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