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Encuestas y pseudo – encuestas, desinformación en campaña

Encuestas y pseudo – encuestas, desinformación en campaña

Con frecuencia se juzga la bondad de las encuestas en función de su capacidad predictiva. Se toma la propia elección como prueba de fuego de las encuestas pre-electorales. Es un juicio injusto, en mi criterio, porque las encuestas son instrumentos cuya utilidad va mucho más allá de su valor predictivo. La real virtud de las encuestas para un comando de campaña está en su capacidad para planificar y monitorear estratégicamente: identificar segmentos, afinar mensajes, evaluar incidencias de peso, hacer seguimiento y corregir lo que haga falta. Sin embargo, en el mismo momento en que una encuesta es publicada se convierte, por definición, en un asunto de interés público, empieza a formar parte de la propia dinámica de campaña, y acepta ser juzgada por la opinión pública.

Los procesos electorales son tiempos de gran incertidumbre y las encuestas son instrumentos que hacen aminorarla en, al menos dos sentidos, una para los comandos, en cuanto a identificar las formas óptimas de comunicarse con el elector (que representa su real valor para la gerencia de la campaña) y dos, para comandos y electores, que es el valor más comúnmente premiado por la prensa, en cuanto a usarlas por su valor descriptivo de la carrera de caballos, para ir viendo cómo corren los candidatos en la justa electoral.

En las campañas electorales suele resaltarse este segundo uso. No es algo demasiado novedoso en la dinámica política venezolana, ni latinoamericana; sin embargo, en la campaña venezolana 2024 vino aparejada con ciertas particularidades: el uso de las encuestas con fines propagandísticos y desinformativos

Las encuestas pueden variar en su interpretación de la realidad, y con frecuencia lo hacen. En Venezuela ello es muy común pues existe muy poca estandarización metodológica. Las distintas firmas encuestadoras definen su propio muestreo, su método de encuestas y su cuestionario, con limitado intercambio metodológico entre los actores. Ni siquiera la pregunta relativa a la intención de voto es estándar, como si lo viene siendo desde hace años ya en otros países de la región.

¿Por qué pueden fallar las encuestas electorales? Básicamente por tres razones: 

por volatilidad del electorado, la gente puede cambiar de opinión entre la expresión de su opinión entre el momento cuando es encuestado, y cuando finalmente ejerce el voto. por fallas metodológicas, hay errores de muestreo, de cuestionario o de ejecución en campo que enturbian y desajustan el resultado porque no son encuestas, sino pseudo-encuestas hechas para desinformar y ser usadas como propaganda.

La tercera razón la hemos venido viendo ampliamente en Venezuela Electoral, donde se han usado numerosas encuestas fabricadas o pseudo-encuestas. En operaciones que buscan influir y confundir a la opinión pública aparecen nombres de “encuestadoras” completamente nuevas al mercado, sin tradición de trabajo ni prestigio previo que pudiera validarse. 

Medianálisis con Cazadores de Fake News identificaron seis encuestadoras, todas de reciente creación y dudosa credibilidad, que publicaron 37 estudios de opinión pública cuyo objetivo era manipular el clima electoral en Venezuela. Específicamente se refirieron a las denominadas Centro de Medición e Interpretación de Datos Estadísticos (CMIDE 50.1), DataViva, Ideadatos, Insight by Contrapunto, Data Política Consultores, Encuestadora Paramétrica y Mass Behavior Research. Así como se pueden crear artículos de noticias falsas para difundir información falsa o #fakenews, se diseñan pseudo-encuestas para manipular la percepción.

Las encuestas publicadas despiertan interés y con frecuencia se hacen virales. Una vez que la pseudo-encuesta se ha hecho pública, la operación de desinformación busca ampliar su impacto a partir de publicaciones en pseudomedios o medios coptados. En la imagen del ejemplo, dos posts idénticos se hacen virales desde distintas cuentas de pseudo-medios, cada una con más de un millón de seguidores: @todoloquepasaenvenezuela y @monitordolar.vzla. Un medio coptado, Globovisión, también le concede veracidad a la encuesta de Dataviva

Tres cuentas en Instagram le dan veracidad a encuesta de Dataviva

Entre las opciones de desinfomación con encuestas están las pseudo-encuestas inventadas, como las que ofrecía una cuenta fake en Twitter (dataworldve) que se hacía pasar por una cuenta seria de nombre similar. En algunos casos la cuenta de Twitter tomaba datos de una encuesta real y simplemente invertía los resultados. En otros casos tomaba el nombre de una encuestadora internacional y simplemente inventaba los resultados. Luego de algunos días de actividad, la cuenta fue reportada por usuarios y la plataforma la eliminó.

Encuestas presentadas por cuenta en Twitter Data World

En ocasiones se pueden utilizar encuestas manipuladas para crear una impresión falsa de la opinión pública y suprimir la participación electoral creando la percepción de un resultado inevitable. Fue la estrategia central del chavismo en 2012:

4encuestasJunio.jpgPublicación en prensa nacional durante la campaña para el 7 de octubre de 2012

También hay encuestadoras que ofrecen métodos y datos sesgados o inexactos para respaldar una narrativa o agenda particular. Es el caso de una encuestadora que usa mucho el oficialismo, DataViva cuyos datos son, o fueron originalmente, levantados en urbanizaciones de la Misión Vivienda.

Las encuestas pueden manipularse para producir los resultados deseados. Preguntas capciosas y técnicas de muestreo sesgadas, o ponderación inadecuada pueden inducir resultados. ¿Miente la encuestadora DataViva? No directamente, solo oculta parte de la información importante. O muy importante, en este caso: el muestreo.

Fuente: DataViva, posiblemente en encuesta hecha en urbanismos de la Misión Vivienda

En otros casos, datos legítimos de encuestadoras reales se hacen públicos selectivamente para promover un punto de vista o una agenda específicos. Es el caso de Hinterlaces cuando hacía públicos resultados de la pregunta «¿quién cree que va a ganar?» y no de intención de voto. Tras años de desesperanza aprendida, era lógico decir que ganaría Maduro, aunque la mayoría quisiera cambio.

Hinterlaces dejó de publicar esta pregunta cuando la respuesta cambió. Hoy en día las encuestas serias señalan que una amplia mayoría en Venezuela no solo votará por Edmundo González Urrutia, sino que cree que será presidente.

Encuesta Hinterlaces abril 2024

Las campañas de desinformación en encuestas también pueden implicar la difusión de «informes», datos de encuestas falsos o engañosos para sembrar confusión, desconfianza o apatía entre los votantes. Hemos visto un ejemplo: la «filtración» de un informe de Gil Yepes

La aparición de pseudo-encuestas no es exclusiva del mercado venezolano, aunque sí es aquí donde se ha abusado más intensamente de la triquiñuela. De toda esta explicación es obvio que es un grave error metodológico promediar encuestas con pseudo-encuestas. En el ámbito internacional un pionero en la agregación de encuestas ha sido Nate Silver en los Estados Unidos @NateSilver538 y ha hecho buenos aportes. Ajustar por sesgo es bueno, y excluir a pseudo-encuestas que actúan como propagandistas es fundamental. Tambien excluyen a las psudoencuestas otros expertos como Kiko Llaneras de El País de España

El economista Francisco Rodríguez ha hecho una agregación de encuestas desde 2015 y pondera el promedio por lo que denomina sus sesgos históricos, para concluir acusando a las encuestadoras venezolanas de debilidades en sus capacidades predictivas. El mensaje subyacente, que ha causado una pequeña polémica en redes sociales, es que las encuestas más serias del país se equivocan cuando identifican una amplia brecha favorable a González Urrutia. Incurre a mi juicio Rodríguez en al menos tres errores: mezclar encuestas presidenciales con no presidenciales, incluir encuestas y pseudo – encuestas, y tomar como período del análisis desde 2015 hasta hoy, donde hubo una elección presidencial muy singular que solo logró un inusual 50% de participación.

¿En qué encuestas se puede confiar

Las encuestas político electorales son un asunto de interés público y, como tal merece ser tratado. Para mitigar la propagación de información errónea en las encuestas, es esencial que las organizaciones de medios, las empresas encuestadoras y la academia mantengan altos estándares de transparencia y ética al realizar y reportar datos de las encuestas. Además, es necesario alfabetizar para que el público distinga fuentes creíbles de información y distinga fuentes de desinformación. Con estos objetivos, en 2012, la ONG Liderazgo y Visión, con el apoyo técnico de Datastrategia elaboró el Encuestómetro, un test de fácil aplicación a las encuestas publicadas, que buscaba validar algunas buenas prácticas de reconocida validez en un cuestionario de diez preguntas.

Para esta elección el test fue actualizado, discutido entre los consultores que integran la AVENCOPOL, y publicado en la página del VOTOSCOPIO.

Hasta este momento 100 encuestas han sido evaluadas por usuarios de nuestro @encuestometro y estos son los resultados parciales:

Si existe disparidad metodológica no resulta extraño que las encuestas varíen. Lo que sí sería inusual, es que variaran mucho. No mencionaremos datos concretos pues el árbitro electoral lo prohíbe en una norma que resulta muy obsoleta en tiempos de información digital, pero todas las encuestadoras confiables coinciden en identificar una amplia brecha entre favorable a Edmundo González Urrutia sobre Nicolás Maduro, tanto en intención de voto, como en perspectiva de ganador.

En todo caso no debieran ser las encuestas el argumento principal de campaña. Con frecuencia los sondeos se emplean como instrumentos proselitistas, pero tienen un muy pequeño impacto en los tropismos de última hora del elector (efecto Carro-ganador como lo denominara Elizabeth Noelle-Naumann). En la elección venezolana la decisión mayoritaria parece estar consolidada desde hace ya varios meses. 

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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