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Maduro y su Pacto Secreto: El Final del Autoritarismo en Venezuela

Maduro y su Pacto Secreto: El Final del Autoritarismo en Venezuela

El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela ha llegado a su punto de inflexión. Lo que comenzó como una promesa revolucionaria de poder popular terminó convertido en un aparato autoritario sostenido por la represión, la propaganda y los restos de una economía petrolera colapsada. La noticia que circula -que Maduro ya habría pactado con Donald Trump– no resulta descabellada; más bien, parece la etapa final de un poder que sobrevivió demasiado tiempo a costa de su pueblo.

La historia reciente de Venezuela ilustra cómo las herramientas de la democracia pueden vaciarse de contenido. El referéndum revocatorio, diseñado por Hugo Chávez para someter al poder al escrutinio ciudadano, se transformó en una pieza decorativa de la Constitución. La última vez que se intentó activar ese mecanismo, en 2022, el Consejo Nacional Electoral impuso requisitos imposibles: cuatro millones de firmas en doce horas. Así, el instrumento del pueblo se convirtió en un aderezo autoritario. Alerta en esa otra latitud más cerca de nuestro corazón.

El país que un día presumió ser el más rico de América Latina vive hoy la ruina de su principal fuente de ingresos. Petróleos de Venezuela S.A. -PDVSA- produce apenas 700 mil barriles diarios, frente a los tres millones que extraía hace una década. La corrupción, la militarización y la mala gestión hundieron a una empresa que era orgullo nacional. No fueron solo las sanciones: fue el saqueo interno y la falta de Estado. México: doble llamada de atención.

Mientras tanto, más de ocho millones de venezolanos han abandonado el país. La libre expresión es inexistente, el Poder Judicial está cooptado y la pobreza supera el 80 por ciento. En este escenario, el supuesto “pacto” de Maduro con Trump adquiere sentido: no como gesto ideológico, sino como intento de sobrevivencia.

El contexto geopolítico también se endurece. El portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo, fue desplegado recientemente en el Caribe, oficialmente para reforzar operaciones antinarcóticos. Pero en Washington nadie ignora que su presencia tiene otra lectura: presión directa sobre el régimen venezolano. El buque puede operar con hasta 90 aeronaves y proyectar fuerza balística sobre toda la región. No se envía semejante potencia militar solo para interceptar lanchas de cocaína.

Si el pacto existe, Maduro estaría negociando su salida con garantías personales a cambio de información sobre sus socios dentro y fuera de Venezuela. Si no existe, el mensaje es claro: Estados Unidos está dispuesto a llevar la presión a su máxima expresion. Trump, en campaña, busca éxitos tangibles en política exterior, y derribar a Maduro -el símbolo más persistente del chavismo- sería un trofeo perfecto.

Venezuela se ha convertido en un laboratorio del autoritarismo posdemocrático: un Estado que mantiene elecciones sin opción real, justicia sin independencia y medios sin libertad. Su colapso es advertencia para otros regímenes que, con apariencia democrática, concentran todo el poder.

Cuando el fin llegue -y todo indica que se acerca-, será menos por la voluntad del pueblo que por la conveniencia de los poderosos. Pero eso no cambia el desenlace: Maduro ya pactó, o está a punto de hacerlo. Y con ello, el chavismo entra en su última fase: la de quienes no tienen otra salida que rendirse.

Tres en Raya

La caída de Maduro no sólo será una lección para Venezuela. Será también un recordatorio incomodo para quienes, en otras latitudes, creen que el poder absoluto puede mantenerse sin pagar factura.

Verónica Malo Guzmán/ [email protected]

El Heraldo de México

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