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La economía venezolana y la bestia agonizante

La economía venezolana y la bestia agonizante

Con alto riesgo, incertidumbre y mayor aislamiento internacional se percibe la economía venezolana poselectoral. En un escenario marcado por protestas, represión, persecución, saltos de talanquera, miedo, pero también esperanza. La vida continúa y con ella la marcha de la economía.

Según los expertos, uno de los mayores riesgos para la prosperidad económica es sin duda el aislamiento internacional. No podemos esperar que el rompimiento de relaciones diplomáticas y expulsión de diplomáticos de siete naciones, hasta ahora irreversible, más los pronunciamientos de organismos internacionales y la posición de la Unión Europea, traigan buenos augurios de inversión y alianzas estratégicas para el sector económico.  

La firma Ecoanalítica asegura que “el futuro esta sombreado por la exclusión de los mercados internacionales y una baja inversión externa para recuperar las principales industrias”. Esto,  si los brazos de “la bestia”, (poderes públicos), lograsen salirse con la suya, más ahora cuando uno de los tentáculos, el TSJ, convalidó los resultados del 28 dados por el CNE. Adiós recuperación económica, por ahora.

Algunos expertos optimistas argumentan que los amigos de la bestia; Rusia y China e Irán podrían proporcionarle aire para resistir, aunque siempre hay que tener en cuenta que cuando se hunde el barco y no hay suficientes salvavidas, puede surgir cualquier escenario que no de crédito a esta perspectiva positiva. 

“Esos amigos, no creo que puedan ayudar a Maduro. Rusia está acosada por la guerra con Ucrania y busca apoyo de Corea del Norte, China no va a poner más plata en Venezuela porque ha perdido mucho dinero, todas sus inversiones fracasaron; la fábrica de teléfonos, los ferrocarriles, todos sus proyectos se vinieron abajo. Además, enfrenta un gran problema inmobiliario hacia lo interno que le ha costado millones. Irán está  comprometido con la guerra en Gaza, de manera que el espectro de ayuda de lo que cuenta, que son los dólares, está muy limitado, no hay forma de que estos países, en estas circunstancias, apalanquen al gobierno”, advirtió a LGA el economista y exiliado político José Guerra.

¿Hacia dónde va la economía venezolana después del fraude?

Como lo ha dicho a través de diferentes entrevistas el boliviano experto en Derecho constitucional y Director del Interamerican Institute for Democracy, Carlos Sánchez Berzaín, son 4 las batallas que hay que ganarle a Maduro para lograr que se imponga la voluntad popular y en enero de 2025 se juramente como Presidente de Venezuela, Edmundo González Urrutia. La primera fue el despertar de un pueblo desmotivado y desencantado de los políticos, la segunda fue revertir eso y lograr la alta participación y esperanza de cambio que se vio el 28 de julio.

Según la visión de Berzaín, vamos por la tercera etapa, la de la narrativa- la más larga- en la cual surgen reacciones, dimes y diretes,  acciones y amenazas, así como el planteamiento de distintos escenarios y negociaciones. La cuarta batalla es la de cobrar y consolidar el triunfo, la caída de la dictadura. Pero mientras esto transcurre: ¿qué pasa con la economía?

Guerra reafirma que la incertidumbre es la característica fundamental de este camino. “Las condiciones políticas determinan el rumbo de la economía y en el entorno actual donde hay un Presidente electo que no es reconocido por la élite instalada en el poder, liderada por un individuo con un nivel de rechazo gigantesco, aislado internacionalmente, los inversionistas que tenían que ver algo con Venezuela se lo están pensando. Nadie va a apostar a hacer negocios en un país donde no se sabe nada, donde la seguridad jurídica está altamente cuestionada y donde además los inversores internos están atemorizados por el clima de terror que se ha sembrado”, agrega el economista.

Según Guerra, este ambiente está muy lejos de atraer la inversión nacional e internacional y poder generar la confianza para que florezcan las opciones de prosperidad económica, más allá de la inversión petrolera, porque si bien es cierto que Venezuela tiene altas reservas, fáciles de explotar y comercializar, también hay otros países vecinos que las tienen como el caso de Guyana que se está convirtiendo en un emporio petrolero, Colombia, Brasil y ahora Argentina. De manera que nuestra nación no tiene ya el monopolio y eso lo ven los inversionistas. Es muy difícil-apunta- que la economía pueda crecer y tener baja inflación en este entorno político.

 – ¿Y qué sucede con el mercado cambiario?

Desde el 28 de julio el movimiento del tipo de cambio oficial ha sido prácticamente insignificante, dólar que entra, dólar que sale, el gobierno lo tiene pisado interviniendo diariamente. Lo que está ocurriendo es una fuga de capitales fenomenal y por eso el tipo de cambio oficial está estable. Los venezolanos salen a comprar con los bolívares. Pero el dólar paralelo ha venido depreciándose paulatinamente y no se ha devaluado más, porque el gasto público es muy bajo y la economía no se mueve. ¿Podrá el BCV sostener una política de mayor gasto y al mismo tiempo estabilidad de cambio? Lo dudo… El tipo de cambio oficial actual será insostenible.

Sobre el mercado petrolero y las licencias, Guerra asegura que todo está sujeto a lo que diga Estados Unidos. “Ese país está produciendo cerca de 13 millones de barriles por día y no depende para nada de Venezuela que puede exportar unos 200 mil barriles de petróleo diariamente. Ese espacio que dejamos lo cubrió Canadá, que es el gran exportador de petróleo hacia USA con los grandes oleoductos y también el crudo que les está llegando de Brasil, de Colombia y de Guyana, de manera que ese mito de que Estados Unidos depende de Venezuela no es verdad,” explica José Guerra a La Gran Aldea.

Empresas congeladas

Sin pretender lanzar una profecía al estilo de Nostradamus, el economista, profesor universitario y miembro del Observatorio venezolano de Finanzas, Daniel Cadenas percibe que en el contexto actual, un porcentaje importante de las empresas asumirá la tendencia de esperar y ver. “No se tomarán decisiones importantes ni de inversión, ni de endeudamiento, ni de lanzamiento de nuevos productos. Tampoco acometerán planes agresivos de expansión y crecimiento”, aseveró.

Dejó claro que esperar y ver no es una buena estrategia y esto ocurre justamente porque la planificación estratégica de la mayoría de las empresas es muy rudimentaria. Considera que su política  es reactiva en la mayoría de los casos y no se prepararon para este escenario poselectoral. 

“Existe una baja cultura de planificación estratégica basada en escenarios, aunado a eso un buen porcentaje de empresas pensó que el gobierno iba a cometer fraude, se iba a robar las elecciones, pero no esperó la rígida posición de defensa de la voluntad popular y estuvo dispuesto a asumir un nuevo fracaso. Más no fue así, hay un resultado que está disputado, hay un importante desconocimiento internacional y eso tiene consecuencias en lo económico, sobre todo a través del canal petrolero”, detalla Cadenas.

Explicó también que cuando las empresas se quedan congeladas, esas expectativas de crecimiento que estaban en el orden del 4 o 5 % para este año serán revisadas a la baja. Revela que el Observatorio de Finanzas ya recogió eso y la economía sólo podría crecer entre un 2 o máximo 3%, una reducción entre 1 y 2 puntos porcentuales, con respecto al escenario de crecimiento inicial.

“Es muy probable que la inflación continúe desacelerándose con respecto al año pasado, pero no en las magnitudes que los analistas esperaban, la mayoría estimaba que cerraría este año entre un 30 y 40 %, pero posiblemente será entre 40 y 50%, más que todo por la presión que habrá sobre el mercado cambiario y si hay efectos sobre los ingresos fiscales del gobierno vía sanciones, tendrá menos disponibilidad para intervenir el mercado”- acotó.

Sobre el tipo de cambio Cadenas asegura que hay una brecha entre el dólar oficial y el paralelo alrededor del 16 o 17%. ¿Las razones?, las mismas de siempre: falta de credibilidad, nadie confía en la “estabilidad” del dólar oficial por los siglos de los siglos amén, ya que para hacer esa especie de “magia” habría que tener  unos ingresos petroleros crecientes para suministrar al mercado todo lo que necesite y  sostener el tipo de cambio. La actual política económica sustentada en una mayor emisión monetaria por el tema elecciones es inviable, según su análisis.

Si gana Trump, viene el coco

Mucho se ha discutido sobre la permanencia o no de las licencias para explotar el petróleo. Recordemos que en octubre de 2023 Estados Unidos anunció la suspensión de algunas sanciones comerciales contra Venezuela, luego del acuerdo de Barbados. Esta acción fue difundida como licencia 44 y daba luz verde a la mayoría de las compañías petroleras de ese país para hacer negocios con Venezuela.

Tras el incumplimiento de casi todos los puntos del acuerdo, el 17 de abril de este año la licencia 44 expiró y las sanciones fueron reinstauradas, dejando sólo vigente la licencia 41 concedida en noviembre de 2022 y que le da permiso a Chevron  para exportar crudo venezolano. 

Consultado al respecto por LGA,  el profesor Daniel Cadenas proyecta que la producción petrolera debería estar cerrando el año en 950 mil barriles y es probable que quede estable. No va a seguir creciendo la producción en 2025. Se volverá a los esquemas con descuento en los mercados asiáticos, debido a la eliminación de la licencia 44. 

“Mi percepción es que se mantendrán las licencias que ya se otorgaron como la de Chevrón (41) y las licencias que se han emitido a favor de empresas europeas como Eni (Italia) y Repsol (España), pero el hecho de que no se revoquen no es para celebrar ya que significa un incremento marginal de la producción. La razón de esto es que la administración Biden tiene como un miedo patológico sobre el impacto que pueda tener el precio del petróleo sobre sus elecciones”, apuntó el especialista en planificación financiera.

Daniel Cadenas, sin embargo, dejó muy claro que este escenario podría cambiar en noviembre o enero, cuando tome posesión el nuevo Presidente de Estados Unidos, porque si es Donald Trump, no hay duda de que no le va a importar quitar esa licencia de un solo plumazo, ya existe un precedente en 2018  cuando sacó de un día para otro, casi 400 mil barriles que se le enviaban, es decir no le importó. Con Trump podría esperarse cualquier cosa pues lo que manda Venezuela no llega ni al 1% del consumo en Estados Unidos.

“Estas empresas que tienen licencia continúan produciendo aquí, no porque Venezuela sea el mejor sitio para hacerlo, sino porque están pendientes unas deudas mil millonarias que PDVSA tiene con ellas. Es decir, también quieren cobrar…”-sentenció.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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