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Faltan trescientos votos – La Gran Aldea

Faltan trescientos votos – La Gran Aldea

No. No es que los trescientos presos políticos en Venezuela perdieron sus derechos por estar tras las rejas. No es que no pueden votar en estas elecciones presidenciales porque no hay cómo trasladarlos a sus centros de votación. Que nuestros presos políticos no voten es el ejemplo de cómo se les viola el derecho a participar y esto es otra transgresión a otro derecho humano.

Y eso que, como explica la abogada Martha Tineo, coordinadora de la organización Justicia Encuentro y Perdón: “todo detenido tiene derecho a votar, salvo que haya sido condenado y que, como pena accesoria, se le haya puesto alguna prohibición en ese sentido. Pero esta pena suele estar relacionada con su ejercicio o elección para algún cargo público, no que no pueda votar”.

De manera que cada uno de nuestros presos políticos, esté procesado (sin condena) o condenado sin pena accesoria que le impida la participación política, tiene derecho a votar hoy, incluso los que están en el Centro de Detención de Máxima Seguridad Rodeo I.

¿Pero ninguno votará?

“Aquí en [el Centro Penitenciario Metropolitano] Yare III, eso del derecho al voto de los presos es un mito. Aquí no ponen máquina de votación. Según «dizque» pusieron en Yare II, pero no sé. Yo soy procesado y no me han dicho nada”, dice un preso político.

Tampoco se instalaron mesas de votación en el Internado Judicial El Rodeo II «ni en los centros de detención transitoria como las sedes de la Policía Nacional Bolivariana en La Yaguara y en El Valle, donde hay presos políticos detenidos por más de un año: “Aquí [La Yaguara] no hay máquinas de votación ni visitas este fin de semana”, cuenta otro preso político.

Cabe destacar que la suspensión de las visitas en estos centros donde la alimentación del detenido depende de su familia, es violar sus derechos de ser visitado y de recibir alimentación.

En el Centro Penitenciario de Occidente (Cárcel de Santa Ana del Táchira) y en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF, en Los Teques), sí se instalaron mesas el viernes 26 de julio y fueron resguardadas por funcionarios del Plan República. Para el cierre de esta nota, en ambos centros solo votarán los detenidos procesados y que pudieron hacer el cambio en el Registro Electoral a estos centros de votación penitenciarios. Cree un preso político en Santa Ana que, aunque sean pocos electores, “todos van a ser votos en contra”.

Fuera de estos centros, sobran las irregularidades y trampas en el Registro Electoral de los presos políticos: un militar detenido en Caracas aparece registrado en un centro de votación en el Estado Monagas. Un civil detenido en Táchira aparece como miembro de mesa en Carabobo. Una civil de Carabobo que está detenida en Caracas dice que jamás se inscribió, pero que aparece registrada en Barinas. Otra civil y otro militar, ambos detenidos en Caracas, aparecen inhabilitados en el registro electoral.

Entonces, como a trescientos ciudadanos venezolanos se les prohíbe votar, sus familias y defensores nos recuerdan que hay que hacerlo por ellos. Son ellos, nuestros presos políticos, los ejemplos más crueles de lo que es perder la libertad. Son ellos y cada uno de sus familiares quienes más necesitan nuestro voto sabiendo “lo terrible que sería para la sociedad que las cosas permanecieran sin cambios”.

«Un manifiesto por la libertad»

En el Manifiesto por la Libertad, publicado el jueves 25 de julio horas antes del cierre de campaña de Edmundo y María Corina, los familiares y defensores de los presos políticos lo dejaron claro: “Votar en estas elecciones presidenciales es un paso fundamental hacia un sistema de justicia autónomo, independiente e imparcial (…) La participación de todos es determinante para hacer de Venezuela un Estado de derecho con preminencia de los derechos humanos a través de caminos de justicia, verdad y reparación”.

Que nuestro voto también sea por esto.

Los nombres fueron omitidos por solicitud de los presos y de sus familiares

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

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