Cultura y Entretenimiento en Venezuela: El Privilegio de Asistir a Conciertos, Teatros y Cines en Tiempos de Crisis Económica

La crisis económica redefinió el acceso a la cultura venezolana. Una encuesta nacional de la UCAB revela que ocho de cada 10 venezolanos prefiere el streaming y la televisión como principales formas de recreación, desplazando a las actividades presenciales.

En Venezuela, la crisis económica transformó el sector cultural y de entretenimiento: asistir a conciertos, obras de teatro o funciones de cine se convirtió en un privilegio reservado para pocos.

El streaming y redes sociales dominan por ser más accesibles, aunque hay un resurgimiento de oferta de conciertos y obras de teatro que está relacionada con el patrocinio, lo que atrae artistas internacionales y locales. Sin embargo, los precios elevados y la poca capacidad adquisitiva generan una asistencia variable que muchas veces responde a la cantidad de boletos de cortesía.

TalCual realizó un recorrido por las calles de Caracas para recoger las voces de los ciudadanos y sus opiniones sobre si es accesible asistir a este tipo de eventos, tomando en cuenta la situación que vive Venezuela actualmente.

«Aquí hay cosas muy buenas de teatro y todos esos eventos son iniciativas excelentes, pero me parece muy costoso para lo que está viviendo ahorita el país», comentó una de las entrevistadas.

«Yo cuando viajo aprovecho de ver todo lo que existe en otros países, aunque es un poco más caro allá, pero aquí a veces te hacen esperar mucho tiempo cuando van a una obra de teatro o algo, y todo alrededor es caótico. Por esa razón, lamentablemente no voy, y la situación aquí está como complicada», afirmó una mujer en el centro de Caracas.

El Instituto de Investigaciones de la Información y la Comunicación (IDICI) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), con apoyo técnico de la firma Delphos, elaboró una encuesta nacional, con el objetivo de explorar cómo los venezolanos se entretienen, informan y construyen identidad cultural.

El estudio, aplicado a 800 personas mayores de edad en 23 estados del país, revela que razones económicas, falta de tiempo y el desinterés por actividades presenciales, han impulsado a los venezolanos a sustituir el cine, el teatro y los conciertos por el consumo de streaming y televisión como sus principales fuentes de distracción. El informe advierte además que una parte significativa de la población recurre a plataformas no oficiales para acceder a contenido audiovisual.

Los datos muestran que el gasto dedicado al entretenimiento va en declive debido a la percepción de que son de alto costo y hay mucho caos en la organización de eventos culturales. Pero también ha afectado a actividades cotidianas como la asistencia al cine que cayó 5% en 2025 respecto al año anterior, mientras que los precios de conciertos y obras de teatro aumentaron frente al ingreso promedio.

«Sí me interesa, pero no asisto mucho por falta de tiempo. Por ejemplo, tal vez para los conciertos, a veces no llego a las entradas y las revenden muy caras», dijo Fernando Gómez, estudiante universitario.

Costos vs ingresos

Los costos de teatro y conciertos en Venezuela son desproporcionados frente al ingreso promedio, lo que explica la preferencia por alternativas más accesibles como el cine, el streaming o los eventos gratuitos. Además, la caída en la asistencia al cine en 2025 confirma que incluso actividades tradicionalmente más económicas están siendo afectadas por la capacidad adquisitiva y la falta de confianza en la organización.

«Al cine y al teatro he ido porque me regalaron entradas, y a un concierto fui el año pasado. La razón es el presupuesto, porque para ir al cine siento que lo puedo gastar en un plan más entretenido», expresó Lucía Rodríguez, estudiante de educación superior.

«Al teatro tengo muchísimo tiempo que no voy, a un concierto hace como unos dos o tres años, al cine si un poco más reciente como tres meses. No voy tan seguido más que todo por tiempo, y los conciertos sí es un poco más por tema económico», declaró una trabajadora en Chacaito.

La mayoría de los entrevistados coincidió en que el cálculo financiero que destinan para actividades culturales no supera los 50 dólares. En promedio, señalaron que gastan alrededor de 30 dólares cuando asisten al cine o al teatro, mientras que para un concierto la cifra puede alcanzar los 200 dólares. Por tanto, es a donde más se les dificulta ir porque aseguran que económicamente no les da el presupuesto.

Según los datos más recientes dados por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), el precio de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) correspondiente al mes de abril de 2025, alcanzó los 503,73 dólares, equivalente a 45.335,73 bolívares, cuando el dólar oficial del Banco Central de Venezuela (BCV)  se encontraba en 90 bolívares.

No hay un monto fijo oficial para el entretenimiento dentro de la Canasta Básica Familiar (CBF), ya que se enfoca principalmente en necesidades básicas como alimentos, servicios y salud, pero familias destinan presupuestos muy reducidos o nulos a recreación debido a la crisis económica. La CBF total, que supera los 500-1200 dólares mensuales, apenas cubre lo esencial, dejando la recreación como un lujo escaso.

Entretenimiento en números

Según José Pisano, director de la Asociación de la Industria del Cine (Asoinci), en 2024 las salas de cine en el país recibieron 7,81 millones de espectadores, lo que significó un incremento mínimo de 0,3 % respecto a 2023, cuando se contabilizaron 7,78 millones. Sin embargo, en el primer trimestre de 2025 la asistencia cayó a 1,27 millones de personas, una disminución del 5 % en comparación con el mismo período del año anterior. 

En el caso del teatro, aunque no existen estadísticas oficiales tan precisas como las del cine, productores independientes señalan que el precio de las entradas en ciudades como Caracas y Valencia oscila entre 20 y 50 dólares, según la sala y el elenco. Para muchos venezolanos, este monto resulta elevado considerando que el salario mínimo oficial está por debajo de 15 dólares mensuales.

Los conciertos con artistas internacionales suelen tener precios de 100 a 200 dólares por entrada, cifras que superan ampliamente el presupuesto cultural de la mayoría de los hogares. Los conciertos gratuitos organizados por alcaldías o colectivos culturales son los más concurridos, precisamente porque eliminan la barrera económica.

Entre 2024 y 2025, Venezuela mantuvo una cartelera activa de conciertos internacionales que confirma que el país sigue siendo considerado una plaza de presentación por artistas de distintos géneros, a pesar de las dificultades económicas y logísticas. En 2024 se anunciaron espectáculos de figuras como Morat, inicialmente cancelado y luego reprogramado en Caracas, y Marc Anthony, que incluyó al país en su gira aunque con complicaciones de producción.

En 2025 la oferta se amplió con presentaciones de Camila en el Poliedro de Caracas, tras tres años de ausencia, y de Ha*Ash en la Concha Acústica de Bello Monte, con su “HaAshVille Tour». El género urbano tuvo gran protagonismo con el show conjunto de Justin Quiles y Beéle en la Terraza del CCCT.

Además, uno de los espectáculos más comentados fue el concierto de la Old School en el Estadio Monumental «Simón Bolívar», que reunió a referentes del reguetón clásico y atrajo a miles de fanáticos nostálgicos, consolidando al estadio como epicentro de los grandes shows internacionales en Caracas. En esa misma línea, el regreso de Karol G con su gira mundial atrajo multitudes, y confirmo que muchos cantantes siguen considerando al país dentro de sus rutas de presentación.

A pesar de esto, existe un elemento clave en la dinámica de estos conciertos; la venta de entradas se complementa con boletos regalados en concursos, promociones empresariales y dinámicas digitales, lo que permite llenar eventos en un contexto donde los precios de las entradas resultan elevados para gran parte de la población. La oferta cultural existe y se mantiene, pero el acceso depende en buena medida de estrategias de mercadeo que buscan equilibrar la brecha entre el costo real y el poder adquisitivo del público.

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