Frankenstein de Guillermo del Toro: Una Reinterpretación Magistral del Clásico de Mary Shelley
¿Qué tanto valor le otorgamos a que una adaptación sea fiel a su versión original? Viendo el material de mercadeo de Frankenstein, de Guillermo del Toro, mi impresión inicial fue que iba a ser una adaptación algo más fiel al relato original de Mary Shelley. En la práctica, esto no terminó siendo así: Frankenstein hace cambios al relato que influyen muchísimo en la temática de la historia. Pero Del Toro no es un cualquiera haciendo cambios al azar; cada elemento que ha sido alterado responde a una razón importante, y creo que el filme resulta ser un buen ejemplo de que el eje de evaluación de una película no puede ser si es o no fiel a su fuente original.
Frankenstein es la película que Guillermo del Toro ha tratado de hacer toda su carrera. No me refiero a esto literalmente —no puedo afirmar con propiedad que Del Toro haya intentado que le financien una versión de Frankenstein durante toda su vida—. Me refiero más bien a un sentido figurativo, pues Del Toro tiene una gran fijación con lo monstruoso. Hellboy y The Shape of Water son historias en las que los monstruos no son malvados, sino nobles, con profundidad, y simplemente malentendidos por la sociedad. Incluso su reciente adaptación de Pinocho, producida por Netflix al igual que Frankenstein, juega con los elementos monstruosos del cuento original. Si Guillermo del Toro es “fanático”, por así decirlo, de las bestias, era solo cuestión de tiempo antes de que nos ofreciera su interpretación literal de la historia del monstruo más importante y de la primera obra de ciencia ficción.
El enfoque que Del Toro le otorga a su versión de Frankenstein está mucho más orientado a la idea de la paternidad. La trama general es similar: Víctor Frankenstein (Óscar Isaac), un brillante científico, crea a un monstruo hecho de partes de seres humanos muertos. Pero en esta película, el foco está puesto en Víctor Frankenstein como un padre abusivo, recreando el abuso que su propio padre ejerció sobre él cuando era pequeño. Esto da lugar a cambios bastante curiosos: la criatura (Jacob Elordi) es mucho más inocente en esta interpretación. En el libro, parte de la tragedia radica en que el monstruo aprende el mal de la humanidad y se vuelve cruel y frío en varios aspectos. El monstruo de Frankenstein, en cambio, casi no tiene malicia en comparación. Mata, pero solo en defensa propia.
Es un giro bastante interesante si se conoce la novela, pero tiene sentido, pues la transformación que propone Del Toro le da a la historia una interpretación más melodramática y personal, con elementos más realistas. Es una lectura que quizás no satisfaga a quien busca una adaptación completamente fiel del libro, pero los grandes libros, como Frankenstein, existen en parte para ser reinterpretados. Ha habido muchas versiones de Frankenstein antes de esta y habrá muchas más después. Es un texto muy rico, con múltiples posibilidades, y cuando veo una adaptación de Frankenstein hecha por Guillermo del Toro, no me interesa encontrar exactamente lo mismo que el libro relata. Me interesa, más bien, entender cómo Guillermo del Toro comprende el material: qué le interesa, qué no, qué elementos agrega y cuáles elimina del relato.
Eso es lo más enriquecedor de ver cualquier adaptación y, en ese sentido, Frankenstein de Guillermo del Toro es una película excelente.



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