Santiago Uribe condenado a 28 años: Se extinguirá su hacienda La Carolina por vínculos con crímenes de «Los 12 Apóstoles»
En enero de 1994, recién posesionado como comandante del Distrito de Policía de Yarumal, el mayor Juan Carlos Meneses fue invitado por el hacendado Santiago Uribe Vélez a dar un paseito por sus tierras en los Llanos de Cuivá, una de las regiones más fértiles del norte de Antioquia. Llegaron a las amplias estancias de la finca La Carolina, con su césped bien cortado y sus materas llenas de flores simprevivas.
Pero no estaban allí para ver el paisaje. Detrás de la casa principal, a pocos metros del abrevadero de las bestias, se encontraba un barranco acondicionado como un área de entrenamiento militar. El oficial retirado Jairo Rodríguez Vanegas, antecesor de Meneses, lo describió alguna vez en los estrados de justicia y paz como un espacio habilitado para hacer polígonos, practicar tácticas de avance militar y recorrer pistas de entrenamiento con obstáculos que solo pueden ser superados por rudos combatientes.
Estaba expuesto un arsenal de fusiles AK-47 y otros rifles que ni siquiera usaban los soldados de la IV Brigada del Ejército, la principal unidad militar del departamento. Eso sugería claramente que se trataba de armamento de contrabando, traficado por redes internacionales a las que solo estaban conectadas en aquella época los grupos paramilitares.
Comenzaban para Meneses tres meses que él describiría como los más tortuosos de su corta carrera. Cuando recibió formalmente el mando ya sabía que los planes tácticos y operaciones estaban atados a los designios de los ‘paras’ de la región y que con ellos ya estaba suscrito un pacto de sangre para “limpiar la región de indeseables y colaboradores de la guerrilla”.
Libro de Olga Behar el clan de los doce apóstoles, volvió público el hecho

Según lo contado por Meneses para un libro escrito por la periodista Olga Behar y luego ante fiscales de la Unidad de Derechos Humanos, Meneses habría sido notificado por Santiago Uribe que sus operaciones estarían amparadas por su poderoso hermano, el dirigente político Álvaro Uribe Vélez, que ya se perfilaba como el candidato con mayor opción de ser ungido como gobernador de Antioquia.
Cuando comenzaba a ser consolidada una lista de los que serían 552 homicidios selectivos, juzgados como ejecuciones extrajudiciales, el oficial pidió la baja del servicio activo y huyó del país. Movido por sus cargos de conciencia, en 2010 decidió hablar desde Argentina y contar buena parte de su historia a medios de comunicación y más tarde quiso refugiarse en Venezuela. Sin embargo, el 28 de enero de 2014 cruzó la frontera por el Puente internacional Simón Bolívar y se entregó a la justicia.
La condena de 28 años por hechos que empezaron en La Carolina

La gran pasion de Santiago Uribe eran los toros y el hierro La Carolina estaba en sus reces bravas, que criaba en la finca y que nunca faltaban en la Plaza de Toros, la Macarena de Medellín.
Hoy, once años después, Santiago Uribe Vélez acaba de ser condenado a 28 años de prisión por uno de los homicidios en los que Meneses intervino abiertamente: uno en el que la víctima fue Camilo Barrientos Durán, conductor de un bus escalera que transportaba pasajeros y carga entre Campamento y Yarumal. Su nombre aparecía en las listas de supuestos colaboradores de las Farc. Más tarde se supo que el único “delito” cometido por Barrientos fue haberse peleado con Alexander de Jesús Amaya Vargas, escolta del mayor Meneses, en una heladería.
Al testimonio de Meneses se fueron uniendo los de otros habitantes de la región del norte antioqueño que coincidieron en afirmar que el grupo criminal que optó por la denominación de “Los 12 Apóstoles” era dirigido por Santiago Uribe Vélez. Al menos seis personas, entre ellos un antiguo trabajador de La Carolina, dicen haber visto a su patrón uniformado con traje de campaña, con una pistola automática al cinto y operando radios de frecuencia militar.
El expediente de la condena en segunda instancia a Uribe (en la primera fue absuelto) no lo recuerda, pero la historia de “Los 12 apóstoles”, sí. Uno de sus impulsores e informantes era el sacerdote Gonzalo Javier Palacios, párroco de Yarumal, que se hizo famoso no solo por las borracheras durante las cuales ayuda a elaborar listas de “objetivos”, sino porque llevaba consigo un ejemplar hueco de una Biblia en el que cabía su pistola de dotación personal. Alguna vez Palacios fue allanado y dijo que portaba el arma desde el día en que comenzó a sentirse amenazado por cuenta de sus prédicas.
Los fieles más viejos de la región recuerdan que Palacios, nacido en Entrerríos y ya fallecido, solía predicar que el liberalismo -como en la época de la violencia de los años 40- seguía siendo pecado.
No está claro si su historia o parte de ella hacen parte de una de las varias fábulas que se han sumado a las verdades que rodean la dramática historia de La Carolina. Una de ellas habla de la existencia de un lago infestado de caimanes que se encargaban de borrar la evidencia de cientos de cadáveres de personas ejecutadas sin fórmula de juicio.
El expediente solo habla con nombres propios de dos de las más de 500 víctimas que se atribuyen a la organización criminal. Además de Barrientos, el conductor del bus escalera, menciona a Manuel Vicente Varela, quien habría sido ejecutado dentro de La Carolina. En su fallo condenatorio de segunda instancia el Tribunal Superior de Antioquia se limitó a enviar copias a la Fiscalía para que investigue a Santiago Uribe por este último crimen, ya que durante la primera instancia no fue considerado a la hora de la calificación de los delitos.
La conclusión del proceso es que La Carolina fue el gran centro desde el que fueron dirigidas las más cruentas operaciones criminales que se recuerden desde San Roque hasta Angelópolis, de la mano entre “Los 12 Apóstoles” y el bloque suroeste de las autodefensas, con la anuencia o con la tolerancia omisiva de algunas autoridades.
“Fue un plan exterminio sistemático contra personas consideradas ‘indeseables’ o presuntos auxiliadores de grupos subversivos”, resume el sumario.
Entre quienes habrían recibido las órdenes directas de Santiago Uribe Vélez están sus lugartenientes en la zona urbana, Hernán Darío Zapata, conocido en la región como ‘Pelo de Chonta’ y en el área rural ‘Rodrigo’. “Un plan criminal sostenido en el tiempo”, dice la providencia del tribunal.
“Los policías (que iban a La Carolina) recibían remuneración ilícita e incurrieron en delitos por acción y omisión”, se lee también en el fallo.
En las páginas del sumario aparece también el abogado Diego Cadena como uno de los litigantes de Uribe que habría trabajado en un plan de ocultamiento de evidencias y que, por solicitud del Tribunal Superior de Antioquia, será investigado por posibles delitos contra la administración de justicia.
La Carolina será ahora objeto de un proceso de extinción del derecho de dominio por parte de la Fiscalía, como deben serlo legalmente todos los bienes utilizados con propósitos criminales.
El proceso será ahora considerado por la Corte Suprema de Justicia, a donde acudirán mediante recurso extraordinario de casación Uribe y su abogado, el jurista Jaime Granados.
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