Necesidad empuja a venezolanos a crear 4,7 millones de emprendimientos
Un estudio sobre emprendimientos en Venezuela apunta como limitaciones para esta actividad el entorno financiero, la facilidad de financiación, las políticas públicas orientadas al emprendimiento, los niveles de formación empresarial en primaria y secundaria, y el nivel tecnológico; mientras que resalta como fortalezas la cultura, la formación universitaria y la oportunidad de mercado
Durante 2023 se registró un incremento de la actividad emprendedora en Venezuela con iniciativas motivadas, principalmente, por la escasez de empleos y salarios dignos. Lo resultados del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) proyectan la existencia de unos 4,7 emprendimientos en el país.
El estudio analiza la actividad emprendedora del país y la compara con la situación en el resto del mundo. Las respuestas de encuestas a más de 2.300 hogares sugieren que en Venezuela hay una iniciativa prominente a emprender y una actividad muy destacada de negocios emergentes, que contrasta con un terrible contexto, lo que hace que muchas de estas iniciativas pierdan fuerza y desaparezcan a medida que van creciendo y formalizándose.
Así lo explicaron expertos en la presentación de resultados del informe, a cargo de investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
De acuerdo con el informe, 91% de las personas que se autoperciben como emprendedoras iniciaron en sus respectivas actividades con la motivación de «ganarse la vida porque los empleos son escasos» y esta tendencia acaba evidenciándose en los sectores y actividades económicas en las cuales se ubican esos emprendimientos.
Al menos 71% de los emprendimientos registrados están orientados al consumo, mientras que 21% corresponden al sector transformados (industria), otro 5% a los servicios a empresas y el restante 3% a actividades de extracción.
Por su parte, dentro de este grupo, 50% de las iniciativas de negocio en sus etapas iniciales se perfilan dentro del comercio minorista, los restaurantes y los hoteles, otro 16% se dedica a la manufactura, 12% a servicios de Gobierno, salud, educación y sociales, y otro 11% al comercio al por mayor. El resto de las actividades registran porcentajes inferiores a 10%.
Los datos dan sentido al boom de negocios que se ha evidenciado durante los últimos dos años, con la apertura de locales de comida que llevaron a la Cámara Nacional de Restaurantes (Canares) a advertir que hasta 70% de los nuevos negocios en ese sector abiertos en 2022 podían acabar cerrando sus puertas en 2023.
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Y es que en 2022 surgieron muchas iniciativas que terminaron ejecutándose en 2023, razón por la cual se produjo un incremento abrupto en los emprendimientos en un breve período de tiempo, creciendo de 3 millones de emprendedores en 2022 a los 4,7 millones reportados en 2023, un año contraproducente para la actividad, pues se produjo una caída económica tras el pequeño repunte experimentado en 2022.
Emprendimiento sin estabilidad
El Global Entrepreneurship Monitor divide las iniciativas de emprendimiento en diferentes grupos según su etapa de consolidación como empresa, categorizándolos en negocios «nacientes», «tempranos» y «establecidos».
Los datos muestran un fuerte descenso en cada etapa, ratificando que las iniciativas son numerosas, pero afrontan dificultades al encaminarse a consolidarse como negocios estructurados. La tasa de actividad emprendedora naciente es de 60%, la temprana de 24% y la establecida de 16%.
Esta tendencia guarda relación con el hecho de que Venezuela posee el segundo peor contexto para emprender entre los 50 países estudiados por el Global Entrepreneurship Monitor, superando únicamente a Irán.
El estudio destaca como limitaciones el entorno financiero, la facilidad de financiación, las políticas públicas orientadas al emprendimiento, los niveles de formación empresarial en primaria y secundaria, y el nivel tecnológico.
A pesar de estas barreras, el profesor del IESA Aramis Rodríguez resalta otros elementos en los que Venezuela destaca en lo que respecta a entorno para el emprendimiento.
«Tenemos habilitadores de los cuales estamos orgullosos. El primero que destaca tiene que ver con las normas culturales y sociales, porque en Venezuela emprender es algo buenísimo a ojos de la población, es positivo. También está la formación profesional, con instituciones que tratan de llevar a los estudiantes el espíritu emprendedor. Además, la apertura del mercado interno y su dinamismo, sobre todo por los cambios del entorno económico tras la pandemia», explicó.
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Estas potencialidades ayudan a impulsar la actividad en las etapas más tempranas, pero no son suficientes como para propiciar el desarrollo de esas iniciativas. Por este motivo, las tasas de actividad disminuyen progresivamente conforme se formaliza el negocio.
La tasa de «actividad emprendedora temprana» (TEA) de Venezuela se ubica en 22,67%. Al avanzar al segundo estadio, «negocios nacientes», Venezuela sigue destacando con 16,55%. En la categoría de «nuevos negocios», este porcentaje disminuye a 6,67%. Finalmente, en materia de «negocios establecidos», registra 4,47%.
En vista de este elevado potencial, que no corresponde con un entorno propicio, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) está dispuesto a ofrecer su conocimiento y experticia para hacer las recomendaciones necesarias para mejorar el estado del emprendimiento en Venezuela.
Esto fue expresado por Marisol Barrera, asesora senior de la CAF, quien asomó que instalará mesas de trabajo con distintos sectores para remitir una propuesta consolidada al Ejecutivo, en aras de que se apliquen los correctivos pertinentes para mejorar el entorno.
«Estamos tratando de articular a la academia, los fondos de capital de riesgo y los legisladores. Todo depende de una política pública. Por eso, invitamos de manera pública a los diferentes actores para que tratemos de apoyar y construir un mejor ecosistema emprendedor», sostuvo.
En este sentido, la CAF coordina reuniones con varios actores y ya trabajan en un plan de acción, que debe convertirse en una propuesta para entregar en los próximos meses, con la intención de tener algo concreto para mediados de junio.
«Todo esto nos llevó a tratar de hacer una propuesta. Aquí necesitamos un ecosistema. No basta un actor. Necesitamos de todos los actores, algo fundamental es el rol de la academia y de los formadores», acotó frente a profesores e investigadores de la UCAB y el IESA.
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