Las cuentas de Maduro – La Gran Aldea
En la campaña electoral de 1963, Jóvito Villalba fue el candidato del partido amarillo, Unión Republicana Democrática. Por miles, como nunca antes visto, los neospartanos se movilizaron para expresarle su apoyo. “El Maestro” ciertamente arrasó en las urnas de la isla, pero en el resto del país, Raúl Leoni lo superó con comodidad, de hecho casi lo dobló en votos. Los urredistas ñeros vivieron por años convencidos de que a Jóvito le habían hecho fraude. No otra cosa podía explicar en Margarita aquella derrota tan inesperada.
Y sí la había. Fueron engañados por uno de los sentidos más confiables, la vista. Ignoraban (no había TV y los medios nacionales circulaban poco) que en casi todo el resto de Venezuela AD y su candidato movilizaban muchedumbres. Con la aparición de la televisión y las encuestas mucho cambiaron las cosas, pero el error de los margariteños en 1963 continúa repitiéndose.
Ahí está el doloroso recuerdo del revocatorio contra Hugo Chávez el año 2004. Parecía tan cierta e inminente la victoria opositora que todavía muchos venezolanos adversarios del chavismo juran que fue un fraude. Ello a pesar de que las encuestas más prestigiosas decían que Chávez triunfaría. Conclusión: es muy fácil sustituir la realidad con deseos y aspiraciones.
En esta oportunidad es lógico pensar que la oposición, superados ya no pocos e importantes obstáculos políticos para presentar una candidatura unitaria, podría resultar victoriosa en las elecciones del próximo 28 de julio. Así lo han medido las encuestas desde hace meses. Así se percibe en las enormes concentraciones de venezolanos para apoyar a María Corina Machado. Se siente también el triunfo en la emoción de quienes salen a las calles a saludar su paso por los caminos del país. Es muy buen augurio la rapidez con la que Edmundo González Urrutia, desconocido hasta hace unas semanas, aumenta su caudal como el candidato del cambio.
En fin, hay múltiples indicios de que este sería un triunfo seguro si enfrente estuviese un gobierno democrático, mas no es así. Por el contrario, el adversario es una dictadura entrenada en el engaño y el abuso de poder. El plan para resultar victorioso, Maduro lo tiene por escrito desde hace meses y lo ejecuta de manera implacable.
Se han inventado conspiraciones, detenido a dirigentes y operadores electorales de las organizaciones opositoras, inhabilitado a MCM y a Corina Yoris, vetado partidos e individuos, apoyado candidatos alacranes y perpetrado otras marramucias. Sobre las organizaciones y candidatos opositores, sin que obsten el estatuto electoral y las leyes, pende además la amenaza de la patada a la mesa. La dictadura puede escoger el momento.
Por ahora ensayan con su candidato y sacan cuentas de los recursos electorales con los que cuentan. Ganar las elecciones es un camino menos problemático que eliminar al candidato opositor o desconocer los resultados del 28-J. Por esa razón relanzan misiones (la última, la Misión Sonrisa, creada por Chávez en el 2006 y vuelta a la vida tras el reciente percance de la Primera Combatiente), amedrentan o encarcelan a opositores y exmilitantes suyos, reparten dinero, intervienen videos y fotos de las concentraciones de Maduro para mantener alta la moral de la tropa. Han hecho dos ensayos electorales generales para medir la capacidad de respuesta de su maquinaria. Y lo más importante: sólo con las manipulaciones del CNE ya se le negó el derecho al voto a millones de venezolanos, dentro y fuera del país.
Si a eso se suman las trampas del día mismo de las elecciones, pues ya el triunfo opositor podría estar amenazado. Por ejemplo, para este proceso se crearon 1700 nuevos centros de votación, la mayoría de una sola mesa. Esos centros pequeños han sido históricamente más vulnerables a las artimañas electorales del chavismo. Así, al sumar todas las trampas y violaciones legales, son millones de votos menos. La misión del chavismo es sencilla: lograr que solamente participe una cantidad de electores cercana al 50% del Registro Electoral. De ser así, con su techo (estimable) de 25% de votos, ganan.
Por último, como los chavistas siempre tienen más de un caballo corriendo, se ha intensificado el ritmo de las arengas a las fuerzas armadas. Concretamente en las redes han aparecido videos de generales de las milicias (y hasta de Maduro con el cuerpo de cadetes del ejército) arengándolos a “defender la patria”. Eso por si llega la necesidad de convertir la trampa en golpe de estado.
Podría incluso haber otras amenazas que ni siquiera se conocen. Hay que estar listos para salirle al paso a cualquier trastada. Como ha quedado demostrado, el mejor escudo es la unidad. Cualquier fisura en el bloque del cambio puede ser catastrófica. La unidad es por eso mucho más que un objetivo político de quienes se dedican a la política. Se trata de una necesidad existencial para todos los venezolanos.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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