La deflación como peligro actual
Ocurre cuando la gente no quiere consumir y los precios caen en picada. La crisis financiera global sembró el miedo a padecer este mal difícil de revertir
S i bien en Venezuela estamos lejos de padecer esta enfermedad económica, en algunos países del mundo la amenaza es real y preocupa a las autoridades. La deflación consiste en una reducción generalizada y sostenida en los precios de los bienes y servicios, es decir, es todo lo contrario a la inflación. Mientras que con la inflación existe gran experiencia a nivel mundial de cómo manejarla, y hemos visto casos extremos como la hiperinflación en Brasil, por ejemplo, a principios de los años noventa y que actualmente tiene sus precios estables, con la deflación no ocurre lo mismo. Japón es el país que más la ha padecido y aún no logra controlarla totalmente. La razón de esto es que el mecanismo normal para subir los precios es bajar las tasas de interés, pero mas allá de cero no se pueden reducir.
La idea de bajar las tasas de interés persigue que la gente prefiera gastar el dinero a ahorrarlo, con lo que la demanda teóricamente debería subir. Pero si existe deflación, hasta una tasa de cero es una tasa real positiva, porque el dinero a tasa cero mantiene su cantidad, mientras que los precios de los bienes y servicios siguen cayendo, permitiendo comprar más en el futuro. De esta manera los bancos centrales se encuentran impotentes para controlar este fenómeno con sus mecanismos de política monetaria.
El origen de una deflación se relaciona con una caída sostenida de la demanda. Si la gente no quiere comprar, los vendedores van a tener que bajar los precios para tratar de colocar sus bienes y servicios, muchas veces perdiendo.
En este entorno, los consumidores entienden que si esperan los precios van a estar más bajos, por lo que posponen la compra, reduciendo aún más la demanda, y creando un círculo vicioso. De mantenerse en el tiempo la economía no puede reponerse, ya que al tener pérdidas las empresas van cerrando, se destruye el empleo y el ingreso de las familias, con lo que la demanda sigue sin aumentar.
Además si las tasas de interés son muy bajas, las familias van a preferir guardar el dinero en sus hogares, con lo que los bancos no contarán con recursos para prestar y la economía cae en lo que Keynes llamó «la trampa de la liquidez». Siendo la deflación más difícil de controlar que la inflación, los gobiernos la temen, especialmente actualmente, que la crisis sub-prime ha traído consigo caída de la demanda y con ello de los precios en distintos rubros, abriendo la posibilidad de que se produjera en las economías más golpeadas.
La recuperación de los precios del petróleo y los paquetes de incentivos que apuntan a aumentar la demanda permitieron que se redujera ese peligro, ya que lo mejor en temas de deflación es evitarla
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