Es posible la desprogramación y así evitar el control social de la población (IV)
El cambio comienza por cada uno, manteniendo la calma, evitando confrontaciones, no entrando en discusiones, ni pretendiendo convencer a nadie.
Por Maibort Petit
Aunque en un principio explicó cómo con intención aviesa de evitar la formación de profesionales en el área de la ingeniería lingüística a pesar de ser una de las carreras con más futuro que existe, las autoridades separan la lingüística, la informática y la psicología en el sistema educativo, Carme Jiménez Huertas también advierte que es posible la desprogramación y, de esta manera, evitar ser víctimas del control social impuesto desde las más altas esferas del poder.
Jiménez Huertas, filóloga especialista en lingüística y tecnologías de la lengua y escritora a lo largo de su exposición “Ingeniería lingüística: Cómo, desde el discurso público, se utilizan los mecanismos del lenguaje para la fijación de creencias, la generación de respuestas emocionales y la manipulación social”, ha venido explicando los mecanismos del lenguaje que se utilizan desde poder para fijar en la población creencias, manipulación de las emociones y, finalmente, control social.
En entregas precedentes, Huertas ha hecho referencia a cómo durante décadas, el poder ha llevado a cabo un trabajo de ingeniería lingüística destinado a lograr el control social de la población. Ahora se propone explicar cómo evitarlo. La clave está, en primer lugar, en entender que en esas altas esferas el poder sobre el resto no es total, no es absoluto, y está limitado. Para el dominio total requieren aún de nuestra participación, de “nuestra complicidad”.
El proceso de desprogramación
“Ellos tienen la fuerza, nosotros tenemos el poder”, alerta Huertas para referir que, a pesar del empeño en doblegarnos por completo a través del perfeccionamiento de la técnica, la población se ha ido adaptando haciéndoles más difícil el dominio absoluto. “Cada vez ponen frecuencias electromagnéticas más altas, pero al mismo tiempo cada vez parece que somos capaces de irnos adaptando y estamos ahí, viendo quién puede más, ellos o nosotros”.
Entonces, Carme J. Huertas lanza al aire la razón por la cual podemos hacerle frente al afán de controlarnos: Sabemos cómo funciona.
“Por lo tanto, si sabemos cómo funciona y sabemos cómo lo hacen, entonces hagámoslo también, pero al revés, o sea, en sentido inverso”, sentencia.
Yendo en sentido inverso: el lenguaje como descodificador del inconsciente
Huertas reitera que el lenguaje es poderoso, potente y nos conduce a todos los procesos cognitivos relacionales de la mente humana.
“Hay algo en el lenguaje que lleva hacia adentro, hacia el origen de la idea, hacia una concepción simbólica y profunda. Las lenguas están indisolublemente unidas al pensamiento y a la naturaleza del hombre. Siguen una lógica de pensamiento. Una palabra da origen a otras que definen cosas parecidas. Así las palabras surgen de una misma idea. Cuando nos sumergimos en ellas y las sentimos, las palabras nos hablan de su origen, de su historia”, dice citándose a ella misma en su libro “Estamos hechos de lenguaje”.
Una nueva alerta nos da Huertas: “Nada tiene que ver lo que nos cuentan los diccionarios con qué significan las palabras. Las palabras son cosas muy diferentes y nuestro cerebro las reconoce porque, como he dicho, la gramática no la inventaron los gramáticos, sino que la gramática es cómo actúan los procesos neurológicos y cómo estructura nuestro cerebro estos procesos. Cuando empezamos a entender las palabras, empezamos a darnos cuenta de que podemos recuperar la importancia de la palabra como idea y concepto de la humanidad, y no vamos a dejar que con la neolengua nos vayan tergiversando todo significado”.
Subrayando ante todo que el lenguaje es sanador, Carme Jiménez Huertas explica que para ir en sentido inverso es necesario revisar cómo nos hablamos a nosotros mismos y entre nosotros. “Tenemos que ser conscientes del lenguaje externo e interno: ¿qué estoy nutriendo?, ¿qué estoy alimentando: la crisis, el miedo, la pandemia? Si alimento la idea de ir ‘en contra de’, estoy entrando en la metáfora de la lucha, que es la que están usando ellos, estoy entrando en el grupo de pertenencia, que también están usando ellos; entonces, no voy a dejarme manipular y no voy a entrar ahí”.
En tal sentido, destaca que “lo que crees, creas” y agrega que tenemos el poder cocreador de la energía. “La energía sigue al pensamiento, sigue a la intención y tenemos que movernos hacia ahí, hacia donde nos enfoquemos, bien la crisis, bien el virus”.
Dice que donde pongamos esa energía, hacia allí nos dirigiremos, pues a veces fomentamos su propio juego, porque nos enfocamos donde ellos quieren que nos enfoquemos.
Huertas llama a proyectar formas energéticas de diferentes vibraciones a nivel mental, emocional, verbal, para moldear de nuevo el entorno. Hay que poner la imagen en acción, pues esta genera. Se requiere utilizar esta energía para materializar en la dirección que queremos: “visualizar y a imaginar la sociedad que queremos, esa sociedad igualitaria y justa con la verdad, la vida y la libertad”.
Advierte que si activamos la imaginación en este sentido y nos limitamos sólo a criticar permaneceremos en la dualidad que ellos generaron para tomar nuestra energía creadora, nos mantendremos en el “divide y vencerás, en la lucha constante, en su juego, no en el nuestro. Debemos trabajar en el plano etérico para imprimir nueva información en el inconsciente colectivo. Por lo tanto, debemos utilizar la magia, el arte y el humor. El humor es una de las vibraciones más altas y con el humor no pueden ganarnos nunca”.
Y puntualiza: “Para cambiar de verdad, hay que cambiar la energía y para cambiar la energía hay que cambiar la conciencia”.
Huertas resume: Primero tenemos que saber cómo lo hacen; segundo, debemos darnos cuenta de que nosotros somos piezas fundamentales de su juego y, finalmente, o cambiamos esto o no salimos de la trampa.
La filóloga dice algo fundamental para alcanzar el éxito: No es luchando que saldremos, sino actuando desde la paz, pues ellos son buenos en el terreno de la lucha, del enfrentamiento, por lo tanto, debemos evitar entrar en ese terreno como ellos quieren en el lenguaje de guerra.
“Por lo tanto, no intenten convencer a nadie, no quieran imponer sus ideas, pues cuando una persona niega la realidad ya no hay comunicación posible. Recuerden que las creencias están en el inconsciente y quienes niegan la realidad de lo que está sucediendo, no podrán entendernos, pues están atrapados por una suerte de hipnosis colectiva, están aterrorizados, están en las creencias: ‘papá Estado nos va a salvar de esta’. Por eso no entremos en el juego y no alimentemos el miedo, y seamos impecables y coherentes en todo lo que pensamos, digamos y hagamos”.
La coherencia cardíaca
Carme Huertas informa que ya se está trabajando en este sentido y cita, por ejemplo, el Instituto HeartMath, liderado por Howard Martin, donde han analizado y medido todas las frecuencias de las emociones.
Explica que la citada institución ha establecido una división de seis emociones básicas.
Refiere que las emociones negativas por lo general causan enfermedades. Entre las emociones de alta excitación, en el lado negativo, tenemos la ira y la ansiedad, que son emociones breves, pero muy potentes. Cuando baja la intensidad, tenemos la frustración y el resentimiento, pero dado que duran más tiempo, tienen más impacto en la salud y generan enfermedades. El tercer nivel de las emociones negativas son la apatía y la tristeza y es allí donde nos encontramos atrapados la mayoría de la población. Se trata de un estado en el que nos vamos apagando.
Respecto a las emociones positivas, encontramos entre las de alta excitación, la felicidad y la euforia, que son de corta duración. Luego están las de media duración: el amor y el aprecio. “Poder estar allí ya sana, porque si las de medio término y negativas causan enfermedad, las positivas causan sanación”. Debemos instalarnos en las emociones positivas de larga duración, aquellas que nos hacen sentir contentos y serenos. “Para lograr la serenidad, debemos ser capaces de mantener la calma en medio de este caos”.
Huertas informa que hay estudios que demuestran que en una ciudad donde hay grupos dedicados a la meditación u otras técnicas para enfocarse en estas energías positivas, disminuye la agresividad, los conflictos, los robos, los asesinatos, etc.
El camino de regreso
Carme Jiménez Huertas nos llama, primero, a discernir si nuestras creencias son ideas y conceptos que “yo sé” (el saber) o si son creencias adoptadas por cada uno. Es necesario determinar si se trata de creencias inoculadas que están en el inconsciente. “Esto parece fácil, pero no lo es, pues me obliga a repensarlo todo”.
Es imprescindible sustituir creencias por valores, dado que las primeras son emocionales, viscerales y se activan con el cerebro límbico. “En cambio los valores son estados y surgen del corazón”.
Agrega que la toma de conciencia es el nuevo estado de la mente, pues permite recuperar el poder y la libertad personal, es decir, el conocimiento intrapersonal de uno mismo. Luego de esto, es preciso empezar a crear la nueva red de inteligencia interactiva (conocimiento interpersonal, en relación con los demás).
De este modo, continúa la especialista, la evolución cognitiva humana adquiere una dimensión espiritual que nos unirá unos a otros de modo indisoluble a través del sistema reticular del campo morfogenético. Refiere que el dogma de la ciencia se ha basado en dejar de lado la espiritualidad fuera de la fórmula. “Sacarnos la espiritualidad es dejarnos sin sentido en la vida y ahí viene la depresión, pues si la vida no tiene sentido, ¿qué hacemos aquí? Si no entiendo que somos seres espirituales —y esto es lo que algunos no son— si no entendemos que hay un significado profundo en nuestra existencia, no entendemos nada”.
Carme Jiménez Huertas advierte que solamente hay un camino de regreso: Se trata de recuperar la ética y poner conciencia, la cual debe alinearse con la voluntad de reconocernos en el otro desde la igualdad.
Concluye, que el cambio comienza por cada uno, manteniendo la calma, evitando confrontaciones, no entrando en discusiones, ni pretendiendo convencer a nadie; no se debe difundir información sin contrastar; no se debe dejar que las noticias distorsionen nuestra energía y, por lo tanto, nos mantenemos en alta vibración; nos enfocamos en la armonía, la paz, la salud, la conciencia, la alegría y el amor; nos comprometemos a cumplir nuestra misión de vida.
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