El candidato auxiliar – La Gran Aldea
Bueno, depende, joven Stalin. Depende.
He podido leer algunos trinos suyos y en especial la transcripción de su reciente entrevista en la radio, y me quedan tantas o más incertidumbres que antes de escucharlo.
Aclaro desde ya que entiendo perfectamente que dado que el candidato que escogimos en unas elecciones primarias por mayoría absoluta está fuera de la carrera presidencial por la inhabilitación arbitraria de su candidatura, se hace por tanto imprescindible designar un sustituto.
Porque claro, ¿esta es una oportunidad de oro que no podemos perder? ¿Lo es? ¿Y no debemos entregar los espacios?
Que yo recuerde, los entregamos en bandeja desde hace más de 20 años.
Dice el joven Stalin: “El país necesita cambio y nosotros estamos dándole una opción a la gente, esas decisiones de no ir lo que han hecho es retrasar más el cambio político. Necesitamos poner una opción que sea viable”.
Necesitamos un cambio, lo deseamos desde hace mucho y esa es una verdad como una torre. Esta semana, sin ir muy lejos, en las pantallas de VTV apareció una ciudadana de a pie, es decir, una señora caminando en la calle, a quien el reportero abordó porque la creía séquito, y la doña solo declaró “queremos un cambio”. Se les escapó a la censura de camarógrafo/periodista oficial. El gran inconveniente de las transmisiones en vivo.
Cambio: acción y efecto de cambiar. Permuta, cambalache, conversión variación, reforma, alteración, transmuta etc etc
¿Por qué el sustituto no puede ser la candidata la profesora Corina Yoris, escogida por MCM, ganadora con todas las de la ley en la elección primaria?
La respuesta, interpreto por los dimes y diretes, es porque sí. O concretemos: porque el madurismo no quiere.
Dice el joven Stalin: “Era dejar al país sin opción. ¿Qué pasaba si no inscribíamos un candidato? La discusión hoy fuera otra, la discusión hoy sería le estas regalando 6 años más a Nicolás Maduro. Nosotros lo que estamos dando es una opción a la gente”.
Mucho me temo que sin cambio, sin la real esperanza de un cambio, sin depuración del registro electoral, sin árbitro electoral confiable, sin vigilancia, sin el acompañamiento de lucha ciudadana, y con un candidato que ya tiene poco que ofrecer para una vuelta de tuerca, le estamos dando la misma opción al venezolano: seis años más de madurociliato.
Agrega el joven Stalin sobre MCM: “El ejercicio de la política es hablar, no imponer. Entendemos que hay gente que influye más que otra, pero esa influencia se debe a que se tiene un plan viable, no se pueden hacer cosas que no son viables”.
¿Pero es que acaso no es deber del político -aún más en encrucijadas como la nuestra- hacer que lo inviable sea viable?. ¿No es lo inviable lo que precisamente el oficialismo necesita para sobrevivir? Entonces no estamos eligiendo, estamos suscribiendo.
El joven Stalin: “Parte del ejercicio de la política es hablar, nosotros siempre hemos hablado con el régimen, ¿no vamos a estar dispuestos a sentarnos a hablar a lo interno?
La política es hablar, dice el joven Stalin. Yo especifico, la política es negociar, usando el vocabulario que le viene mejor al partido UNT y en especial a sus dirigentes desde hace ya no pocos años.
Una negociación supone un proceso de diálogo entre dos o más personas o partes entre las cuales se ha suscitado un conflicto, por lo general motivado a que las partes involucradas tienen algunos intereses en común y otros opuestos. De modo que las conversaciones se llevan a cabo con la finalidad de lograr un arreglo satisfactorio para ambas partes.
Entonces negociar -así lo ha entendido esta hija de comerciante judío- es encontrar un punto medio en el que ambas partes negociadoras sientan que por lo menos alguno de sus objetivos ha vencido. Negociar debe traducirse en ganar/ ganar.
¿En cuál negociación hemos ganado algo útil? ¿Liberado a los presos injustamente presos? ¿impedido nuevos presos? ¿alguna mejora en las condiciones de una contienda? ¿la escogencia del CNE? ¿la del conteo de votos? ¿depuración del RE? ¿El sistema de votación? ¿el cumplimiento de las leyes electorales?
Creo que no recuerdo ganancia alguna en 20 elecciones ni tampoco en la misma cantidad de diálogos de sordos. De negociaciones para arar en el mar.
No podíamos quedarnos sin un candidato. Incluso, concuerdo.
Pero ¿por eso se ha inscrito a un no candidato? ¿No es acaso un contrasentido? Escogemos al no candidato.
¿No hizo la oposición unas elecciones primarias con éxito y escogió su candidato?
¿No había nadie más para sustituir a la favorita inhabilitada que justo a aquel que no se midió ni fue candidato?
¿Habría ganado el sesudo gobernador de haberse medido en aquellas primarias?
Por otra parte, ¿cuando el sistema permitió la inscripción de candidatos por qué no calificó la profesora Yoris? ¿Lo sabremos un día?
Explica el joven Stalin en una maniobra cantinflérica pero admirable sobre por qué el gobernador Rosales no fue candidato en las primarias que convocaron la mayoría de los partidos políticos que juntos se conocen como la PUD: “Porque no era candidato en ese momento. Nosotros (UNT) pensábamos que no debía ser candidato en ese momento y habíamos apoyado todas las primarias”.
O sea, lo que vendría a ser más o menos la siguiente respuesta que resumo: el gobernador Rosales no fue candidato porque no era candidato. Y no era candidato porque en ese momento no podía ser candidato porque en su partido pensaron que no debía ser candidato. ¿Capisci?
Ahora sí es un candidato self service, nuestro last minute ticket to ride. Logró inscribirse en el CNE. No así la profesora Yoris, ojalá algún día sepamos por qué.
La gran pregunta que me hago yo, que soy analfabeta política pero preguntona es : ¿pero entonces qué es por fin un candidato? ¿Candidato a qué?
Un candidato debe parecer -si no lo es- fuerte, sólido, carismático, fiable y confiable. Con un pasado a prueba de todas las pruebas en contra ya sean forjadas o ciertas.
No siempre un buen candidato es un gran líder o viceversa, un buen candidato político es aquel que es capaz de sacar y poner en valor sus virtudes, minimizar sus defectos, emocionar al elector.
Por tanto, un candidato que aspira a ganar sus elecciones debe comenzar por aparecer como el mejor gobernante posible.
¿Iremos así a las presidenciales? ¿Tendremos ese líder? ¿Un profeta que nos guíe a la tierra prometida como Moisés?
Bueno, y a mí que de paso soy descreída la lucha no me parece tan espiritual, joven Stalin, para ser franca. Me parece más una lucha material, titánica, despiadada, a mordiscos, a dentelladas propias y ajenas, repetida, y frustrada durante 23 años de trampas, negociaciones -francas o turbias- sin beneficios para el elector (no sabe uno si también para los negociadores), fraudes cantados o sin cantar, que de eso Farinelli, el humorista, actor, encuestador, entrevistado, sabe cantidad.
¿No es el voto al final una emoción del elector, un sentimiento, una esperanza, una convicción, una apuesta del corazón y las ganas?
Continúa el joven Stalin, a mi juicio, esta vez con un poco de tacañería: “MCM tiene un liderazgo mucho más importante que el que tenía antes, pero también la gente se ha dado cuenta que desde que el TSJ sentenció (lo de su inhabilitación) su liderazgo ha venido bajando”.
Si MCM está “bajando”, ¿hay alguien subiendo? ¿Rosales, tal vez? ¡¿O será acaso Nicolás?! ¿Caleca?
No lo creo. Ya veremos. Pasa que no cualquiera es candidato.
Mucho menos para lidiar con tramposos y bandoleros.
Se necesita el ímpetu, la confianza, un poco de fe.
Sí, importa no perder la oportunidad, aglutinar.
¿Pero la lucha no debería ser por lograr lo que queremos?
¿O es que acaso basta ir como podemos? (¿Es este el “cambio”?)
El joven Stalin es más optimista que yo: “Creo que no tenemos la democracia perfecta, no es la democracia que queremos, estamos luchando por tener una democracia plena”.
Esto es hasta tierno.
No podemos inscribir al candidato que se nos antoje para unas futuras elecciones presidenciales, mucho menos a la ganadora de unas primarias porque está inhabilitada. Esta es la democracia, según el joven, que tenemos en Venezuela. Pero allá vamos, camino a una democracia plena con las condiciones del mismo jefe.
Finaliza el joven Stalin: “Dejemos de suponer que el otro tiene un plan malévolo, nosotros (UNT) no tenemos ningún plan malévolo, lo que queremos es darle una opción al país, el país necesita cambio” (SIC)
Joven Stalin, apartando el bien y el mal, las supuestas lealtades o traiciones: ¿usted de verdad cree que el Señor Rosales va a levantar alguna esperanza de unidad, inspirar una lucha ciudadana (imprescindible para defender los derechos) y el voto multitudinario?
¿O como en 2006 dirá serenamente que hemos sido vencidos mientras la ciudadanía grita fraude?
Que el Señor reparta suerte. (A falta de todo lo demás).
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Publicar comentario