Cuando se decretó la muerte a la Constitución: así fue la toma de posesión de Hugo Chávez
En una reconstrucción de los eventos de ese martes 2 de febrero de 1999, TalCual conversó con cinco protagonistas y testigos de excepción de la toma de posesión de Hugo Chávez, que dio nacimiento a la V República al jurar sobre una «moribunda Constitución»
La llamada Revolución Bolivariana se construyó a partir del imaginario popular y varias fechas históricas, dolorosas para la nación pero que catapultaron a sus protagonistas a la palestra política. Su nacimiento y el de la propia V República están ligados a un evento particular: la toma de posesión de Hugo Chávez el 2 de febrero de 1999.
Para los protagonistas de la historia, consultados por TalCual, esa toma de posesión tiene como raíces fundamentales las elecciones de senadores y diputados de 1998, que fueron adelantadas y separadas de la presidencial del 6 de diciembre de aquel año. Así lo señala Luis Alfonso Dávila, coronel retirado del Ejército y senador por Anzoátegui, sobre quien recayó la jefatura del Congreso de la República luego de que Chávez resultara electo con 56% de los votos bajo la tarjeta del Movimiento V República (MVR).
«Existiendo la costumbre de que el partido ganador presidiera el Congreso, fui designado para coordinar con los diferentes partidos políticos la estructuración del poder Legislativo de aquel año», señala Dávila.
Esa costumbre no era más que uno de los acuerdos del Pacto de Punto Fijo, afirma el diputado José Gregorio Correa, que entonces formaba parte de la Cámara de Diputados y le tocó ser uno de los secretarios –junto a Elvis Amoroso, actual presidente del Consejo Nacional Electoral– durante la sesión conjunta para la toma de posesión.
Tanto que hablan mal del puntofijismo, cuestiona Correa. «Luis Herrera dijo que había que respetar el pacto. Aunque muchos expresaron su oposición, se respetó por el propio expresidente. Por eso también queda un joven Henrique Capriles (Copei) en la presidencia de la Cámara de Diputados».
Luis Alfonso Dávila amarró los apoyos de Acción Democrática –tras conversaciones con Henry Ramos Allup y Lewis Pérez–, Copei y Proyecto Venezuela. En la casa de Jorge Olavarría, ubicada en Oripoto, estado Miranda, el resto del Polo Patriótico se enteró de estos avances.
«Cuando Jorge Olavarría me escuchó, en un tono por lo demás grosero y a gritos, me increpó diciendo: ¡¿Quién carajo le ordenó hablar con los partidos políticos?! Le respondí, ‘Doctor Olavarría, lo de carajo, sobra. Estamos en su casa, pero no soy de aquellos que se dejan gritar’. Al llegar Chávez y los miembros del Polo Patriótico, al intempestivo doctor Olavarría se le aclaró la película», recuerda el coronel retirado.
De acuerdo a la Constitución de 1961, la fecha de la toma de posesión de los presidentes estaba fijada para el 2 de febrero.
Desde el momento de la victoria de Chávez, se empezaron a mover las comisiones de enlace para su juramentación. Víctor Mendoza, individuo de número de la Academia Internacional de Ceremonia y Protocolo, era entonces director de Protocolo del Congreso de la República. Aclara que esta ceremonia en particular «es del Parlamento, no del poder Ejecutivo», por lo que se coordinó con la Dirección General de Protocolo de Cancillería y la Dirección General de Acervo Histórico para organizar el evento.
Esto implica cursar invitaciones a jefes de Estado, al cuerpo diplomático y representantes de los poderes públicos para organizar las precedencias, es decir, cómo se arregla el hemiciclo protocolar para la ceremonia. Se dispone además un programa que incluye varias actividades, como una ofrenda floral al Libertador, una celebración eucarística, hasta llegar a la toma de posesión. Comenta que se encontró «con una Casa Militar que llegó imponiendo. Se resolvió muy diplomáticamente (…) No puedes alterar nada de esas cosas porque son procedimientos operativos vigentes».
El día de la toma
El profesor Ramón Guillermo Aveledo, exdiputado del Congreso de la República por el estado Lara, recuerda que desde el 23 de enero, día en que se instalaron ambas cámaras legislativas, «el Capitolio estuvo rodeado de personas partidarias del nuevo gobierno y movilizadas por su partido que gritaban consignas no solo de apoyo al nuevo Presidente, sino insultantes y amenazantes a los parlamentarios y que inclusive agredieron a algunos de nosotros».
La presencia de los adeptos de Chávez «fue una constante» durante 1999, recuerda Aveledo. Tomaban la avenida Universidad, entre las esquinas de Gradillas y La Bolsa, y el pasaje peatonal desde las esquinas de Pajaritos y San Francisco, «hasta que a mediados de año se prohibió el acceso de los parlamentarios al Capitolio, salvo los integrantes de la Comisión Delegada».
«El 2 de febrero fueron más ordenados y prevaleció el entusiasmo por la asunción de poder por el Presidente Chávez. Al entrar al Hemiciclo del Senado lo encontré atestado, había mucho más invitados en los asientos destinados a los parlamentarios y senadores y diputados, invitados, miembros de las delegaciones extranjeras y público en general se confundían en un salón atestado donde había, además, mucha gente de pie en los pasillos», evoca el profesor.
Víctor Mendoza destaca que Casa Militar tomó varias cuadras alrededor del Palacio, lo que dificultó la entrada de su personal y los mismos parlamentarios. «Desde la esquina de Pajaritos para atrás estaba cerrada. Yo mismo entregué las listas del personal de protocolo y secretaría, pero me llamaban por radio para corroborar (…) Yo vivía en una tensión y me acercaba a las puertas para reclamar el por qué tenía retenido al personal».
Dentro de los invitados especiales destacó el entonces príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, hoy Rey Felipe VI. También estaba el secretario general de la OEA, César Gaviria, y 18 jefes de Estado como los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia), Alberto Fujimori (Perú), Leonel Fernández (República Dominicana), Arnoldo Alemán (Nicaragua), Fidel Castro (Cuba), Julio Sanguinetti (Uruguay), y Ernesto Pérez Balladares (Panamá).
El juramento de Chávez
Con cada invitado en su lugar, el presidente del Senado, Luis Alfonso Dávila, expresó las felicitaciones del Congreso y el Senado y procedió a tomar juramento. En el libro que sostenía el coronel sobresalía un papel, la ‘chuleta’ para pronunciar el juramento. «Eso es normal, porque todo el mundo se pone nervioso y se le olvida lo que tiene que decir», recuerda la periodista Yira Yoyotte.
«Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que, sobre esta moribunda Constitución, impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una carta magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro».
Los aspavientos y cuchicheos no se hicieron esperar en el hemiciclo. «Todos los que estaban presentes en el lugar exclamaron en asombro, pero hubo algo importante: nadie impugnó, que pudo haber pasado porque Hugo Chávez rompió la ley del juramento. Lo único que le correspondía decir era ‘Sí, lo juro’, con la mano derecha en la Constitución y la izquierda con la palma levantada», dice Yoyotte.
Dávila, que mantuvo el aplomo ante esas palabras, asegura que quizás fue el mayor sorprendido de «la grosera e inconsulta intemperancia, junto a toda la Nación y los invitados a la toma de posesión, al jurar sobre una moribunda Constitución y dar, con aquel desparpajo que le fue característico, inicio al preludio que sepultó la esperanza que había despertado».
Por su parte, el profesor Aveledo comenta: «La peculiar juramentación de Chávez, quien sustituyó el ‘Sí, juro’ ceremonial con la que sería su primera ración de peroratas, me incomodó y pensé retirarme en señal de protesta, pero en aquel hemiciclo atestado habría sido incómodo y muy probablemente inadvertido en medio de aquel gentío. Sin embargo, siempre me he arrepentido de no haberlo hecho».
Las peculiaridades no acabaron con la sentencia de muerte a la Constitución del 61. A cada presidente electo se le manda a hacer una banda presidencial, mientras que el mandatario saliente conserva la suya. Esto responde a la tradición.
Al presidente Caldera le fue entregada su banda en una caja alargada de madera, luego de que Víctor Mendoza, como jefe de protocolo, lo despojase de la misma. También procedió a quitarle el Collar de la Llave del Arca que contiene el libro de actas del Congreso de 1811, otro símbolo del poder venezolano.
El director de Protocolo del Congreso rememora que, días antes de la toma de posesión, el Director de Ceremonial le dijo: «Mire Mendoza, el presidente Caldera expresó su deseo de que quien imponga la banda presidencial sea Luis Alfonso Dávila».
A Dávila, comenta, ya se le había explicado que solo le correspondía tomar el juramento al presidente electo, por lo que se tuvo que hacer una reunión para informarle los cambios. «En el despacho del presidente del Congreso, el director de Ceremonial le informa que era deseo del presidente Caldera que fuese él quien impusiera la banda presidencial y el Collar de la Llave del Arca. Dávila respondió ‘Mendoza me dijo que solo tenía que tomar juramento’, pero le respondió que el director de Protocolo tenía razón sobre el ceremonial, pero era deseo del presidente Caldera lo contrario y ya existía precedente».
Ese precedente se basaba en la propia toma de posesión de Rafael Caldera durante su primer gobierno (1969-1974), pues en ese entonces quien le impuso la banda fue el presidente del Congreso José Pérez Díaz. En el caso del gobierno de Ramón J. Velásquez, fue Luis Enrique Oberto quien cumplió estas tareas, ya que el presidente interino Octavio Lepage declinó esa función.
El coronel retirado recuerda la imposición de las insignias del poder, y cree que la ayuda a Caldera por parte del Director de Protocolo fue por cierta dificultad motriz del expresidente, aquejado de Parkinson. En eso coincide Asdrubal Aguiar, exministro de Interiores del copeyano, pues estuvo involucrado en los preparativos de la toma de posesión.
«Entonces le escuché susurrar (a Caldera) al despojarse del collar: ¡Vea qué hacer con eso!», afirma el expresidente del Senado.
El anecdotario de la toma
Cuando el secretario lee «A las puertas del hemiciclo de sesiones se encuentra Hugo Chávez Frías, presidente electo de Venezuela», lo que corresponde es levantarse como gesto protocolar. Para ese evento, el cuerpo diplomático y los senadores se encontraban sentados a la izquierda y en los primeros puestos.
Del grupo de senadores destacaban tres ausencias: los expresidentes Jaime Lusinchi, Luis Herrera Campins y Octavio Lepage, quienes se excusaron de asistir; pero Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez, a quien Chávez se refirió en su discurso, sí estuvieron en el hemiciclo.
De aquí surge una de las anécdotas particulares que recuerda Yira Yoyotte. «Cuando él (Chávez) ingresa al hemiciclo de sesiones, se encuentra al cuerpo diplomático y a los senadores. Carlos Andrés Pérez estaba sentado en el tercer puesto. Chávez entra saludando y por equivocación saluda a Pérez. Eso llamó mucho la atención. Todos estábamos muy atentos a ese momento. Carlos Andres Pérez trató de tenderle la mano y Hugo Chávez hace un gesto para apartarse un poco y que no le tomaran la fotografía. Ese saludo no se concretó».
La periodista también rescata que hubo una protagonista que se robó las atenciones de los diputados, y fue la corresponsal de CNN en Español Patricia Janiot. «Recuerdo el revuelo que su presencia causó. Primero, era una de las corresponsales internacionales más importantes. Además, era una mujer muy bella. Fue muy accesible pero la vimos abrumada porque todo el mundo quería que ella lo entrevistara, pero ella quería entrevistar a Chávez y no lo logró».
El tema de la banda tampoco escapa de las particularidades del 2 de febrero. Según rememora Luis Alfonso Dávila, el presidente electo se ciñó a la tradición y mandó a hacer su banda presidencial con unas monjas. «Muy hermosa», señala.
Sin embargo, el exministro Asdrúbal Aguiar aseguró en una entrevista a La Gran Aldea en marzo de 2023 que esto no fue así. «La banda que provenía de la Casa Real Española y no la de las Hermanitas de los Pobres, se la pone Luis Alfonso Dávila».
Pero el Director de Protocolo zanja la cuestión y explica el origen de la banda. «Por fuente cercana sé que la comisión que acompañaba al presidente electo mandó a hacer la banda presidencial durante un viaje a España. Esa banda se hizo con cintas moaré, al estilo de las bandas que utilizaban las autoridades de ese país. También sucedió que una de las monjas, que estaban en Los Chorros y se ocupaba de elaborar estas insignias, se lesionó un brazo».
Mendoza también recuerda que, por razones de seguridad esgrimidas por la nueva Casa Militar, el presidente electo no entró por la puerta norte como se acostumbra, sino que usó la puerta sur –frente al Palacio de las Academias– para ingresar al Palacio Federal Legislativo.
Otra cuestión sobre la fecha que apunta el profesor Ramón Guillermo Aveledo era el desorden de la escena. «Siempre hay en las tomas de posesión algún ‘coleado’ o adulante que se aprovecha de que los funcionarios de protocolo no conocen a toda la ‘gente nueva’, pero nada parecido a esto, y yo había asistido a las ceremonias similares de Lusinchi, Pérez y Caldera. Cerca de mí estaba sentado el entonces canciller de Chile José Miguel Insulza quien comentaba con otro visitante internacional -que no recuerdo- que la cosa no empezaba bien».
Chávez sentenció una Constitución
El mismo 2 de febrero, Hugo Chávez dictó su primer administrativo para convocar una asamblea nacional constituyente. Ese mismo año se aprobó y sancionó la nueva Constitución, que abonó a su proyecto político.
El coronel retirado Luis Alfonso Dávila asegura que «¡las Constituciones mueren, no tengo duda!». Agrega además que «también fallecen cuando los responsables de hacerla cumplir, son los primeros en acuchillarla una y otra, y otra vez».
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La periodista Yira Yoyotte afirma que con la toma de posesión de Chávez «Venezuela comenzó una transición, un proceso que fue el dejar atrás una democracia que no era perfecta (…) Con esa nueva república hoy tenemos a más de ocho millones de venezolanos fuera de nuestras fronteras, con un sueldo mínimo anclado en 130 bolívares mensuales, que representan poco más de tres dólares, con una dolarización de facto, con una política comunicacional basada en la propaganda».
Mientras que Ramón Guillermo Aveledo ya preveía el curso de la «Revolución» tras el accidentado juramento del expresidente. «Al comienzo para la institucionalidad y más adelante con consecuencias que anticipaba graves para la sociedad y la economía venezolanas. En lo político, veía a los partidos perplejos ante los acontecimientos, indefensos y acomplejados. Lo cual hacía mayor mi preocupación (…) Mi trabajo era ser diputado al Congreso y lo seguí cumpliendo en aquel ambiente tan adverso».
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