¿Con Trump y Biden confirmados, por qué aún hay primarias?
El martes 2 de abril habrá elecciones primarias en varios estados de Estados Unidos, a pesar de que las candidaturas presidenciales ya están definidas entre Donald Trump y Joe Biden. Aún quedan escenarios similares en al menos 20 estados y territorios de ese país donde las convocatorias electorales sirven no solo para definir al abanderado de los dos grandes partidos
En Estados Unidos ya hay dos candidatos en la carrera presidencial, aunque aún falta que las respectivas convenciones de los partidos Republicano y Demócrata designen formalmente a sus competidores. Eso ocurrirá entre julio y agosto, respectivamente. Hasta entonces siguen ocurriendo primarias y «caucus» (asambleas) para ratificar las preferencias.
Desde el pasado 6 de marzo, Donald Trump no tiene competidor en el partido rojo. Nikki Haley, la última de las retadoras del expresidente por la nominación, se retiró el 6 de ese mes luego del «súper martes», la fecha en la que 16 estados celebran primarias para decidir casi un tercio de los delegados que tendrá la voz final en cada tolda. La exgobernadora de Carolina del Sur perdió en casi todas las carreras regionales, excepto en Vermont y el Distrito de Columbia, ratificando la primacía de Trump.
Por su parte, Joe Biden aspira la reelección, y es virtualmente imposible que el partido Demócrata no lo respalde. En las primarias del partido azul, sin embargo, tiene un rival. Jason Palmer, casi 30 años menor que el mandatario, ha dicho que busca que el liderazgo demócrata «pase la antorcha» a otra generación, pero sus posibilidades de éxito son mínimas.
Pero en Estados Unidos aún quedan primarias por hacer en al menos 20 estados y territorios, hasta junio. Ahora, si ya las candidaturas presidenciales están prácticamente definidas, ¿para qué hacerlas? Pues porque no solamente se trata de las elecciones federales.
En las elecciones del próximo 5 de noviembre también habrá comicios para determinar congresistas y senadores de las legislaturas estatales, entre otras autoridades (incluso judiciales), en muchos de los estados de la Unión. Los abanderados para esas competencias deben ser definidos también en primarias.
Además, es una manera de impulsar la discusión de temas locales y de agenda de los partidos, siendo que en las primarias solo votan personas registradas en las listas de cada una de las toldas políticas.
El voto «protesta»
También las primarias sirven para mostrar desacuerdos de grupos de electores con respecto a los liderazgos de sus partidos. El 2 de abril habrá primarias en Wisconsin, Connecticut y Rhode Island donde electores de ambos partidos podrán marcar la opción «no comprometido» si quieren registrar un voto de protesta contra Biden o Trump. Después de todo, varios electores registrados en las bases de los partidos pueden ser críticos con el liderazgo nacional.
David Damore, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nevada, recuerda que en las primarias demócratas de Michigan tuvo protagonismo el voto «no comprometido» que fue visto como una moción de no confianza del electorado hacia Joe Biden por el manejo que ha hecho del problema en Gaza. «Y eso es porque allí hay un grupo grande de musulmanes, así como en Minnesota. Pero eso solo pasa en áreas específicas de los Estados Unidos«, explica.
Bill Collins, alcalde de Marion, en Ohio, llegó al cargo con apoyo republicano pero señala que a nivel nacional existe una crisis de liderazgo. «Tenemos dos opciones y a mí me gustaría ver sangre nueva. Pero no la veremos porque no podremos votar por sangre nueva«, responde a TalCual.
El foco local de las primarias
En Ohio, por ejemplo, hubo primarias el 19 de marzo para reemplazar a quienes abandonarán las curules del congreso y el señado estatal correspondientes a los 99 distritos regionales.
Patrick Barnacle compitió por una nominación demócrata en el Distrito 6 de Columbus, la capital del estado y uno de los que tuvo mayor cantidad de aspirantes en la contienda (seis) -otros se resolvieron con uno o dos candidatos-. En esa jurisdicción el partido Demócrata siempre sale triunfador, por lo que lograr ser designado como candidato es convertirse virtualmente en el ganador.
«Muy pocos de mis oponentes están preocupados por asuntos locales. Sus propuestas son más de alcance estatal y federal que no pueden pasar en un congreso republicano estatal. Mi perspectiva es diferente, y me ocupo de leyes locales, zonificación y uso de la tierra, que son asuntos donde se puede negociar entre ambos partidos porque no son asuntos polarizantes. Todos entendemos la necesidad de consturir nuevas casas, especialmente en la zona central de Ohio. Con el crecimiento de las ciudades me ocupo de cosas que en verdad puedan hacerse», dice durante un recorrido casa por casa de domingo.
Barnacle es un abogado de ejercicio privado que dice estar alineado con las políticas de Barack Obama, y admite que en Ohio el voto regional ha entregado las instituciones al partido Republicano. Por eso «busco que tengamos un congreso estatal más balanceado. Cuando me enfoco en cosas donde los republicanos pueden estar de acuerdo, siento que puedo encontrar alianzas para lograr cambiar esas cosas que nos afectan en el día a día», comenta admitiendo que cada vez más la polarización marca el comportamiento entre las bancadas política a todo nivel.
Adhanet Kifle también buscaba la nominación por el mismo circuito, en su caso proponiendo ocuparse de asuntos de educación pública y salud mental, que «no es vista al igual que otros cuidados de salud, así que queremos que lo sea, que no haya disparidad, además de reducir el estigma asociado a ella porque muchos jóvenes están cometiendo suicidio. Es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 20 a 24 años en Estados Unidos, especialmente en Ohio. Queremos ocuparnos de ese número porque impacta nuestro futuro», dijo a TalCual.
Kifle, trabajadora del sector de tecnología que ha ocupado cargos ejecutivos en empresas y descendiente de migrante que huyeron desde Eritrea, se presentó a las primarias demócratas como una «one issue candidate», una aspirante que periorizó una bandera de lucha. En este caso, el de la salud mental, luego del suicidio de su hermano menor. «Podemos aumentar la inversión en salud mental y disminuir la estigmatización asociada a cuidados de salud mental. Mucha gente cree que es algo que se puede controlar, pero en realidad es una enfermedad».
Ninguno de los dos logró vencer a Christine Cockley con su propuesta dedicada a las «working class families» en materia de vivienda, violencia armada, infraestructura, derechos reproductivos, crisis de opioides y preparación para el trabajo, entre otras. Ahora Cockley buscará ratificar su ascenso a una silla del congreso estatal en noviembre próximo, donde sustituirá a Adam Miller, quien llegará al límite legal de su mandato. Allí se incorporará a un parlamento regional dominado por los Republicanos con más del 60% de las curules.
En el caso del partido Republicano debió someter a primarias 14 distritos de los (67 que controla) donde sus actuales representantes están por terminar su periodo, se retiran o buscarán ser electos como senadores regionales. En la mayoría de los casos se presentaron candidatos «uncontested», es decir, sin oponentes, garantizando la nominación para noviembre próximo.
El «problema» de las primarias
En teoría, el sistema de primarias en Estados Unidos garantiza un respaldo más sólido por bloques a los candidatos, presidenciales o no, al escoger a los que definitivamente se medirán en las elecciones generales entre un pool de opciones. Pero varios analistas en Estados Unidos han comenzado a cuestionar la práctica, visto el nivel de polarización de su escenario político.
Sheldon R. Jacobson, un especialista en manejo de datos de la Universidad de Illinois, escribió en The Hill que el sistema «está roto». El investigador escribe que las primarias permiten un gran grupo de votantes elegir los candidatos de cada partido, aunque «un grupo mucho menor de personas realmente impacta en quién ganará la elección general».
La evidencia, dice el experto, están en las elecciones presidenciales de 2016 y 2020 cuando las diferencias ganadoras, en un país de millones de electores, terminaron aportándolas unos 100.000 votantes en estados específicos. En 2020, incluso, en apenas algunos condados. Las primarias, en definitiva, dejan al voto independiente condenado a quien haya logrado mayor favoritismo dentro de las estructuras.
En 2022, el politólogo Lee Drutman explicaba que la manera de superar tales trabas era modificando el sistema de primarias para no hacerlo tan partisano, como se ha intentado en Alaska, e incluso modificando todo el bipartidismo.
En su libro Breaking the Two-Party Doom Loop: The Case for Multiparty Democracy in America, Drutman recomienda además ampliar la cantidad de distritos con múltiple representación (más de un congresista en vez de un «el ganador se lo lleva todo») y por tanto ampliar el tamaño del Congreso.
Ello llevaría incluso a tener más partidos, especialmente porque uno de ellos está cada vez más entregado a Donald Trump, visto por académicos como amenaza al sistema democrático. «No veo cómo la democracia puede depender de que los Demócratas ganen elecciones. No tenemos una democracia si solo un partido es legítimo».
*Este reportaje ha sido posible gracias al programa de visitas del Centro de Prensa Extranjera del Departamento de Estado de EEUU
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