El candidato presidencial Enrique Márquez se presenta como un «nítido opositor» que ofrece un camino de consensos para lograr gestionar el conflicto político venezolano y abrir un periodo de unidad nacional que permita una transición. Aunque no logró el apoyo de la Plataforma Unitaria cree que será el electorado quien optará por hacer de una candidatura la más viable contra Nicolás Maduro. La suya, con el partido Centrados, incluye foco petrolero, admisión de culpas opositoras y el diagnóstico de tener que cambiar un sistema no democrático a través de un proceso electoral atropellado
Una palabra se repite en el discurso de Enrique Márquez: consenso. La usa, la mastica, insiste con ella. Este ingeniero de profesión, de 61 años, aspira ser presidente de Venezuela. Lo intenta con la tarjeta del partido Centrados, ofreciendo su experiencia como exparlamentario y exvicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE).
El 18 de abril de 2024 se reunió con la Plataforma Unitaria. Fue a ofrecerse como opción de candidatura unitaria. «Creo que puedo construir un gran consenso nacional y por eso no me extrañaría conseguir un apoyo muy diverso incluido, por supuesto, el de la Plataforma Unitaria», dijo a TalCual en conversación ocurrida antes del acuerdo de la Plataforma Unitaria.
Pero no lo logró. El abanderado acordado -con el beneplácito de María Corina Machado y Manuel Rosales- ahora es Edmundo González Urrutia. La candidatura de Márquez, por ahora, sigue adelante pues no retirará su aspiración. Tampoco ve factible «una fusión de candidaturas» que conduzca a un escenario de uno contra uno versus Nicolás Maduro. «Creo que el pueblo se encargará de eso. Operará la economía del voto».
A juicio de Enrique Márquez, «el candidato que en mejor condición esté para enfrentar a Maduro en la recta final, va a recibir el apoyo del pueblo». Considera que en el oficialismo «hay un deslave» y que el actual gobernante «incluso sacará menos votos de los que cree».
Por eso, Márquez promete brindar a ese perdedor «todas las garantías políticas y de convivencia para que haga oposición a mi presidencia. Nosotros abandonamos la venganza, el cobro de factura». Considera que el gobierno «va a entregar y vamos a tener una oportunidad de generar alternabilidad democrática».
-¿Basta con garantías políticas ante actores políticos señalados de haber cometido crímenes, represión, torturas…?
-Yo allí le pido inspiración a Dios y me sitúo en un paralelismo, por supuesto no estando yo a la altura de ese gran hombre, con Nelson Mandela. El pueblo de Sudáfrica estaba sometido a una situación de polarización interna terrible y sin embargo hubo una transición absolutamente pacífica luego de mucho sufrimiento. Para eso hay que ceder posiciones de lado de lado. Yo me inspiraría en ese y en otros ejemplos, como el de Chile. Yo abandono el camino de la venganza, lo que no voy a abandonar es el camino de la justicia. A diferencia de Maduro, yo no creo en un poder todopoderoso del presidente. Yo espero que el Tribunal Supremo de Justicia tenga su autonomía, que el Contralor sea independiente, y el Fiscal General. Sin abandonar el camino de la justicia, estoy dispuesto a decretar amnistías, a buscar soluciones al tema sancionatorio, porque esa es la paz de la República. Para que haya paz es necesaria la justicia y la tolerancia.
Para Enrique Márquez, Venezuela tiene la oportunidad de lograr la paz interna, con justicia y tolerancia. «Estoy seguro de que ambos bandos podemos hacer historia poniéndonos de acuerdo en cómo manejar esta situación a la cual hemos llegado, un conflicto sin cuartel en el cual quien está pagando la factura de ese conflicto es el pueblo. El pueblo paga la factura por los errores cometidos por los políticos, entre los cuales por supuesto me incluyo porque soy un político».
Márquez ofrece un camino de encuentro y consensos para afrontar un periodo constitucional de unidad nacional que conduzca a unas elecciones libres y democráticas. «El conflicto político siempre va a existir, el tema es cómo manejarlo para que no se convierta en un problema para el ciudadano».
Enrique Márquez, nacido en Maracaibo y con ese acento regional aún colándose en sus palabras, admite que muchas de las reuniones que encabeza por estas horas son para «aclarar dudas acerca de cuáles con las intenciones de la candidatura». Afirma que la suya fue una postulación «sorpresiva pero no improvisada».
-¿Desde hace cuánto usted sabía que se iba a lanzar antes de inscribirse sorpresivamente la noche del 25 de marzo?
-Apenas salí del CNE, en junio del año pasado, recibí una convocatoria para conversar con los líderes del partido Centrados. Hicimos muchas conversaciones. Luego otras personas más, ubicadas en el centro político, también me convocaron a conversar, y empezamos a construir una posibilidad que la fuimos analizando en silencio. Yo no quiero ser un obstáculo para el cambio político y nos postulamos a última hora porque estábamos viendo qué hacía el resto de la oposición. Si veíamos que había una candidatura que pudiera recoger características unitarias y consensuadas, pues a lo mejor no nos postulábamos. Pero cuando vimos el estado en que estaban las cosas, quisimos dar una opción. Tenemos un programa de gobierno estructurado, una visión de centro favoreciendo a la gente, y una visión de Estado que privilegia los intereses del país.
-¿Cómo explica que la tarjeta de Centrados había sido anulada por el CNE y se reactivó justo para que usted se postulara?
-Yo no te puedo dar los detalles exactamente de lo que pasó del lado del CNE, pero te puedo decir lo que hicimos nosotros. Se hizo una apelación ante el CNE basada en que Centrados requería un tratamiento igualitario con respecto al resto de los partidos. Aparte de eso hicimos contactos. Por supuesto que el principal fue con el CNE, explicando que Centrados podría contribuir dentro de un proceso electoral complicado porque, no nos llamemos a engaños, esto es un proceso electoral atropellado, con partidos suprimidos, candidatos inhabilitados. No estamos en una democracia perfecta. Así que valiéndonos del recurso administrativo y del lobby político con las diferentes fuerzas del país, logramos postular. Todos los que están postulados tuvieron que hacer su lobby político para lograrlo.
-¿Por qué no participó en la primaria opositora?
-Precisamente porque era rector del CNE. Estaba apenas saliendo, y no estaba preparado para entrar a esa contienda. Tampoco tenía una oferta concreta, que me fue materializada luego por el partido Centrados, que me motiva a la postulación. Si hubiera estado libre para militar en algún partido por supuesto que hubiera pensado en participar. Creo en la democracia radical.
-¿Por que su candidatura es mejor que la de los demás candidatos?
-Que lo diga la gente.
-Sí, la gente lo dirá pero usted va a campaña y debe decirlo también.
-Yo creo que la principal característica es que soy un hombre de consensos. Mi candidatura busca un consenso en el país para solucionar los problemas. Me alejo del conflicto. Segundo, creo que mi característica personal puede ayudarme a organizar un gran equipo de trabajo. Soy ingeniero con experiencia de muchos años en la industria de petróleo, en construcción, estoy acostumbrado al manejo de equipos multidisciplinarios, no me creo un predestinado. No creo en el personalismo. Yo voy contra la reelección indefinida.
-Lo de alejarse del conflicto lo han dicho otros, como Antonio Ecarri o Luis Eduardo Martínez.
-Es lógico que tenga coincidencias con mucha gente y divergencias con otros. No me preocupa coincidir. La diferencia la verá la gente. Yo espero que vean en mí una persona que está nítidamente ubicada como opositor a este gobierno, el peor que ha tenido nuestro país, que debe ser sustituido democráticamente. Debemos corregir las políticas públicas a fondo en cada una de las áreas en las cuales ha fracasado Maduro, y considero que debemos alejarnos del conflicto.
Enrique Márquez fue vicepresidente del Poder Electoral entre 2021 y 2023, hasta que lo renunciaron. El exrector sonríe y prefiere hablar de «cuando se dieron los cambios en el CNE».
Desde esa experiencia, Márquez afirma que este es «un proceso electoral realizado dentro de un sistema no democrático». Dice que puede sonar paradójico, «pero es la única vía». Afirma que el gobierno perdió su mayoría «y se enfrenta ahora al repudio de ese pueblo, y se pretende mantener violando las reglas del juego democrático, pero el pueblo no se lo va a permitir».
-¿Cómo evalúa la acción del Poder Electoral en este proceso?
-Tengo confianza en que el CNE puede dirigir un proceso complejo, polarizado, donde no solo el CNE es un actor porque el Estado interviene con la Contraloría y el Tribunal Supremo de Justicia y eso es un peso en contra de nuestro sistema democrático. En tiempos de elecciones solo debería intervenir el CNE y más nadie porque entonces el CNE pierde control del proceso. Lo reclamé como rector y lo reclamó hoy como candidato. Pero tengo confianza plena en el conteo de los votos. Conozco ese sistema como la palma de mi mano. Además, soy ingeniero con maestría en Telecomunicaciones y Sistemas de información, créeme que sé de lo que hablo. Ese sistema es muy bueno, yo llamo al pueblo que le tenga confianza y vaya a votar.
-¿Qué hubiera hecho diferente desde el CNE?
-Hubiera abierto más la participación, que más partidos postularan sus candidatos si así lo quisieran. Hubiera suprimido la judicialización de muchos partidos. Hubiera abierto más puntos del Registro Electoral tanto dentro como fuera del país. Creo que el CNE tiene que jugar con una transparencia máxima en cuanto a las auditorías del sistema y del registro final. Como candidatos, deberíamos visitar el CNE muy pronto para pedir el registro y hacerle una auditoría a fondo, ese es el corazón del proceso. También hubiera promulgado un reglamento para facilitar el voto en el exterior. A pesar de todo, este CNE va a ser el que proclame ganador a un candidato de la oposición.
-¿Cómo lidiar con las tendencias autoritarias y decisiones antidemocráticas que se produzcan de aquí al 28 de julio?
-Yo he dicho que esto es un viacrucis y todavía nos faltan algunas estaciones. Pero también he dicho que la peor condición electoral en contra la tiene Nicolás Maduro. En las últimas encuestas que hemos visto su rechazo es de más del 80%. Quitarse eso de encima no va a ser nada fácil, a pesar de todas las restricciones que le pongan a la participación de la gente. Tenemos que estar listos para más restricciones, para más problemas, pero con nuestra cédula en la mano para ir a votar.
-¿Teme que haya sectores o liderazgos que llamen a la abstención?
-No temo. Yo estoy absolutamente seguro de que el tema de la abstención es un clavo pasado.
-¿Cuándo lo veremos en actos de campaña?
-Estamos ahora desarrollando todo lo que es el branding de la campaña. El mensaje lo tenemos claro, estamos viendo cuáles son los instrumentos que vamos a utilizar. Voy a estar en contacto con la gente, no hay otra forma de hacer esto. Vamos a salir a conversar con los diferentes sectores del país, voy a reunirme con empresarios, gremios, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, organizaciones políticas, con todo el país. Voy a visitar cada rincón de nuestra patria. Espero darle una buena vuelta completa pueblo por pueblo.
-Una candidatura necesita campaña pero también estructura de defensa del voto.
-Tengo la ventaja de que estuve involucrado en la construcción del padrón electoral de todas las campañas del pasado. Conozco muy bien lo que hay que hacer al detalle. Ya tenemos un grupo de cerca de 30 ingenieros que están trabajando en las auditorías. Esa es la primera fase para verificar que el sistema funcione bien. Y ya estamos trabajando en la organización de los voluntarios que van a estar en cada mesa electoral del país. No le tengo miedo en absoluto al reto de defender la voluntad del pueblo recogida en la mesa.
-¿Es ventajoso para su opción ser conocido en círculos políticos pero lo suficientemente desconocido en la calle como para que nadie diga «ahí va un bicho»?
-Aquí habría que decir lo contrario a aquel dicho: «más vale bueno desconocido que malo conocido» (risas). El desconocimiento es una ventaja en un país donde los políticos nos hemos dado la tarea de destruirnos unos con otros. Hay un proceso de canibalización entre nosotros, que no debería ser. Yo jamás he utilizado epítetos ni adjetivos para referirme ni a mis aliados ni a mis adversarios y nunca lo haré. Sí considero que el ser desconocido es una oportunidad. Espero poder ganarme la confianza de la gente. Tengo mucho tiempo en la política y soy muy conocido en los ruedos de la política nacional, y eso también es una ventaja porque no hay ninguna mano que no haya estrechado.
-¿Ya tiene eslogan?
-(Risas) Todavía estoy en eso. No quiero jugarle una broma a mi publicista diciendo nada todavía.
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