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La lucidez ante los autoritarismos

No podía haber mejor espacio para el encuentro, una sobria biblioteca dentro de una casona de principios del siglo XX, bañada por la perenne lluvia bogotana. En medio de los presentes, un auténtico maestro, con todas las implicaciones y alcances que el castellano le aporta a esa extraordinaria palabra, tan venida a menos por la fuerza de los acontecimientos de nuestro país. 

El maestro no es sólo quien posee gran sabiduría, sino quien además se esmera por influir en su entorno, enriquecerlo, provocar reflexión, análisis y descubrimiento. Por ello, no cualquier sabio es un maestro. Dos horas fueron insuficientes para disfrutar la compleja, pero fascinante narración, de inusitados procesos históricos en los que la maldad humana se transformó en modelo de Estado, pero a su vez en partido único, en gobierno, en represión, persecución y muerte. Nombres, acontecimientos, lugares, casualidades, causalidades y anécdotas fueron narradas por el maestro, tal como si las hubiese presenciado, todo ello acompañado de fundamentales aportes reflexivos sobre cómo estos males no parecieran extinguirse, sólo se transforman, se reagrupan y salen a la carga una vez más a conquistar nuevos espacios, y nuevas víctimas. 

“Pepe” Rodríguez Iturbe, el maestro al que me refiero, ha dedicado parte de su vida a documentar con precisión histórica, pero además con aguda visión política, tres de los principales autoritarismos del siglo XX: la Revolución Bolchevique, el Fascismo y el Nazismo. Tres extraordinarios libros producidos por la editorial de la Universidad de La Sabana en Colombia, que surgieron como parte de su ejercicio académico en una cátedra sobre los autoritarismos, creada por su sugerencia como materias electivas dentro de la formación universitaria de los futuros profesionales de esa casa de estudios.  Valga el paréntesis, no pude dejar de pensar durante ese espacio de reflexión, la gran contribución que este contenido significaría para el ambiente universitario de nuestro país, donde se sufren los embates de un nuevo autoritarismo, primitivo y salvaje. 

Bajo la moderación de Tulio Hernández, “Pepe” explicaba cómo la racionalidad se debilita frente a las ideas supremacistas. Éstos están convencidos de pertenecer a una casta invulnerable a los errores, dueña de la verdad y predestinada a la construcción de una nueva realidad, con nuevos sujetos iluminados por un ideario superior, que no pueden ser objetados ni cuestionados, dedicados a hacer una revolución, que, por cierto, siempre tiene las mismas consecuencias para la gente. Pobreza, regresión de los derechos humanos, control social, persecución y cárcel son sus signos característicos. Mientras esto ocurre, el derecho cede al poder, y sus intérpretes, al servicio de la ideología dominante empiezan a imponer sus retorcidas justificaciones; “la constitución no dice, nosotros somos los que decimos que dice la constitución” suele ser una máxima de los autoritarios citada por el maestro.

Las fórmulas de los autoritarios suelen tener similitudes, se apalancan en la ideologización de las masas, siempre infunden temor y odio hacia un enemigo interno o externo al que identifican como responsable de todos los males, nunca son responsables de los resultados nefastos de su gestión, utilizan el aparato institucional para perseguir a la disidencia, etiquetan y cosifican a los opositores, utilizan la violencia para imponerse, destruyen los referentes legales, inoculan el odio y la división. La supremacía que profesan puede ser de distinto signo, racial, religiosa, ideológica o intelectual, pero, supremacía al fin, los hace convencerse de ser ungidos por la historia para la transformación del mundo. Pero además los autoritarios se alían. El pacto Ribbentrop-Molotov de alguna manera es muestra de ello, soviéticos y nazis se aliaron para repartirse Europa como precedente a la Segunda Guerra Mundial.

El estudio de los autoritarismos es sin lugar a duda una asignatura obligada de quienes aspiramos al respeto de la dignidad humana, los venezolanos tenemos en Pepe Rodríguez Iturbe a un lúcido representante de las libertades cívicas, que, como pocos, ha venido documentando y sistematizando cómo funcionan los autoritarismos de ayer, para comprender a los de hoy y alertarnos de los que vienen.  “Cuando los pueblos extravían sus principios, salen en búsqueda de führer” recordaba Iturbe a quienes atentos le escuchábamos, esto resume en parte algunas de las tantas tragedias que hemos enfrentado. 

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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