Juan Carlos Zapata (ALN).- Estudiaron en la Universidad Católica de Caracas y jamás imaginaron que transcurridos los años iban a promover una misma empresa en Madrid. Las psicólogas Marcela González, Patricia Pizzolante y Olivia Szinetar han creado Sens. ¿Y qué es Sens? Un “centro de atención psicológica dirigido a promover la salud psíquica y emocional”. Los migrantes venezolanos se encuentran entre los principales que demandan los servicios. Migrar conlleva un cambio de vida. Y ello requiere ayuda. Hay que cuidar la salud mental, no sólo el cuerpo.
Olivia Szinetar migró primero, después lo hizo Patricia Pizzolante y por último Marcela González. En los planes de las tres estaban los estudios. Estudiar en Madrid un master, una especialidad, y homologar los títulos universitarios. No descartaban buscar trabajo, inclusive porque son especialistas en picoterapia y psicoanalítica. En Madrid se reencontraron. Hace ya un lustro. El tiempo vuela. Por esa época, Patricia y Olivia recién habían sido madres y no estaban en condiciones de emprender negocio alguno. Lo que querían era hablar sobre la experiencia de ser mamá.
Comoquiera que cada quien se proponía incursionar en el área de las consultas privadas, los reencuentros en 2015 fueron abriendo la puerta a la coincidencia de dictar talleres a padres y madres. Conocieron una persona que manejaba un centro de arte para niños. Y allí se dio la partida a los talleres. A raíz del segundo taller salieron a cenar y le dieron vuelta a un plan que les rondaba en la cabeza. Cada una de manera individual ya tenía pacientes. Las tres amigas tenían algo que aportar y en la suma ganaban todas.
-En los talleres empezamos -cuentan- a soñar en un proyecto que con el tiempo se convirtió en el centro de atención psicológica, Sens.
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Había que pensar lo que querían hacer. En la misión, la visión. El mensaje de lo que se quería transmitir. Al principio, como todo proyecto que va tomando forma, eran muchas las ideas que se agolpaban. Entonces estudiaron el mercado. Y en paralelo dieron con Google Campus. Un programa dirigido a emprendedores. Entre otras, para madres emprendedoras. Se acercaron a Google Campus, en Madrid. Presentaron el proyecto. Hubo respuesta. Hubo acogida. Y eso fue el principio. En Google Campus se formaron en redes sociales, las que hoy llevan en Sens. Se involucraron con la cultura de España. Conocieron otros emprendedores. Y fue en esa gente en la cual se apoyaron. Eran personas que presentaban y salían a montar proyectos de todo tipo.
Sens funciona en la calle Montesa, en el número 35. Pero antes, “los talleres los hacíamos en otros espacios. Talleres de crianza y talleres para migrantes”. En los talleres fueron construyendo marca. Y en simultáneo construyendo marca en las redes. Y construyendo marca en medios de Venezuela y España. Aquí ha estado el foco de la inversión. En el esfuerzo personal. El trabajo individual y en equipo. “Hemos aprendido a ocuparnos de todo”, apuntan. El todo que ha permitido que ahora el grupo crezca con tres psicólogos más, dos españoles y una venezolana, y a punto de recibir practicantes..
En tres años ha sido un trabajo de talleres y consultas continuos. El punto es construir bienestar. Con reflexión y terapias. Que quienes lleguen a Sens encuentren profesionales que los van a acompañar en situaciones por las que están pasando. ¿Cómo qué? El proceso migratorio. De venezolanos y otras nacionalidades. El 40% de los clientes está conformado por venezolanos migrantes y de otros países. El 60% por españoles.
-Nos hemos especializado en acompañar en el proceso de adaptación. Y eso significa hacerse una vida. Reconstruir una vida.
Que sea lo más sano y tranquilo. Que haya salud mental.
Porque migrar puede producir ansiedad. En el que migra opera “una movilización psíquica”. Y eso mueve a la angustia. Pero, apuntan, estar solo no calma la angustia. Hace falta que otro te oiga o que te ayude a “que oigas tu propia voz”.
-El migrante sufre por los cambios, señalan.
La atención puede ser individual. Pero también en familia. Ocurre que los padres “traen a los hijos y los padres también se benefician”. ¿Y por qué los hijos? ¿Qué hace sufrir a los hijos? La adaptación escolar. La adaptación social. Los años de la adolescencia. Aparecen problemas de sueño. Bloqueo en el aprendizaje. “Para un adolescente ser parte de un grupo es esencial, y cambiar de grupo es un problema”. Ya el adolescente no está en su país y con sus amigos. También “a los adolescentes se les ayuda en el aspecto vocacional”.
Olivia, Marcela y Patricia ofrecen algunos consejos para comenzar esta experiencia: “Estar abierto a ti mismo. Hacia afuera y hacia adentro. No compararse. La experiencia migratoria hace más visible la diferencia. La integración es un proceso y hay que tener paciencia. Hay fases en la integración”.
Puede pasar que a los padres no les gusta que el hijo cambie el lenguaje. Es que aparecen las expresiones nuevas. Las que aprende en el nuevo entorno. Al padre hay que explicarle que el hijo o la hija necesita integrarse y de allí las nuevas palabras. El padre debe entender que no está perdiendo el hijo ni tampoco olvidando el país donde nació.
Coinciden en afirmar que “la gente sale diferente de las terapias”. Que “el proceso de los niños mueve a veces el proceso de los padres”, quienes en ocasiones han aparcado su propia atención por ocuparse de los hijos. Hay el ejemplo reciente de una joven de 19 años que requirió atención por problemas de ansiedad y ahora tiene trabajo y amigos. Superó la situación gracias a “sus fortalezas pero también ayudó la terapia”, dicen.
Sufren los hijos y sufren los padres. Sufren los adultos. Padres o no. La depresión en los adultos es común. Por la dificultad de incorporarse en el mercado laboral. Porque hay que reinventarse. Trabajar en otra cosa que no es la tuya. Así la psicoterapia los orienta y los ayuda a repensarse. A repensar las profesiones y a identificar intereses. A “encontrar habilidades para que te puedas reconstruir. Y que este profesional sea realista con su nueva situación”.
En las consultas se registran asuntos que pueden parecer triviales. Y no lo son. Surgen los conflictos de identidad. “Ya no es tu calle. Ya no es tu profesión la que ejerces. Ni es tu médico el que te ve”. Inclusive, puede ocurrir que en Madrid, en el nuevo grupo con el que te relacionas, “de pronto ya no eres el divertido” como lo eras en Caracas.
En Sens, Patricia, Marcela y Olivia atienden migrantes recién llegados. Otros que arribaron hace 5 años. “El tiempo psíquico no es el tiempo del reloj”. Madres que migran con hijos. Y mujeres que se convierten en madre en la nueva ciudad. Se atienden personas que vienen de Francia, India, México, Panamá, y también de España. “Los problemas son comunes”, señalan. “La madre que migra sufre lo mismo”.
Patricia, Marcela y Olivia tienen la ventaja o el valor agregado de haber migrado. Esa sensibilidad es un factor clave en la terapia. Inclusive Marcela ya era migrante en Venezuela. Su familia migró de Colombia a Caracas cuando ella tenía 5 años. Dice Marcela que “la idea de migrar otra vez no fue fácil”. En el master, en Madrid, comenzó a formarse en el tema migratorio. Además, apuntan, “traemos de Venezuela la experiencia de trabajar en diferentes estratos sociales”.
Sens es un centro certificado por la Comunidad de Madrid. Las tres amigas están registradas como psicólogas sanitarias. Para ello se requiere formación y horas clínicas. O sea, experiencia. Y es también todo un proceso que el centro sea certificado por la autoridad regional.
Cuentan con plataforma web. La plataforma Sens Online, una vía para atender gente que vive en Madrid pero con dificultad para movilizarse. También se atienden venezolanos radicados en Alemania, Australia, Sudáfrica, Londres. Explican: Es gente que quiere ser escuchada en su mismo idioma y que quien lo escuche responda a una cultura similar.
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