El sistema de votación por elección preferencial (RCV), aprobado por los votantes de Washington DC el año pasado, prometía un cambio histórico en la manera de elegir a las autoridades. Sin embargo, cuando la ciudad se prepara para una contienda electoral decisiva en 2026: un nuevo alcalde, un posible delegado en el Congreso y varios asientos clave del Concejo, la implementación de esta reforma está en riesgo de retrasarse, generando frustración entre los que esperaban estrenarla en las urnas.
El Concejo de DC financió la transición al RCV tras su aprobación en las urnas, pero el sistema “no está listo aún”, lo que plantea la posibilidad de postergarlo. El concejal Wendell Felder presentó una legislación de emergencia para exigir una “evaluación de necesidades” que compruebe que la ciudad puede implementarlo a tiempo. En un año electoral con alta volatilidad política, cientos de votantes y activistas ya critican los retrasos como un intento político para manipular el calendario.
Las próximas elecciones primarias demócratas, previstas para junio, son consideradas las más impredecibles en décadas. No solo se elegirá a un nuevo alcalde, sino que también podría cambiar el delegado de DC ante el Congreso y varias posiciones del Concejo. Para una capital que acostumbra a resolver contiendas con márgenes mínimos, tener un sistema que distribuya preferencias más allá del primer voto puede marcar una gran diferencia en el resultado final.
A pesar de las dudas logísticas, la directora de la Junta Electoral, Monica Evans, aseguró a Felder que el sistema podría implementarse a tiempo: “Nos han pedido hacer lo imposible en el pasado”, afirmó durante una audiencia del Concejo. Felder insistió, preguntando varias veces si el organismo necesitaba más tiempo, y Evans respondió con frustración:
“Siento que me están preparando para ser el chivo expiatorio”, atrapada entre quienes quieren eliminar el RCV y quienes exigen aplicarlo ya.
El RCV exige que un candidato supere el 50% de apoyo para ganar. Los votantes ordenan a sus aspirantes por preferencia. Si el primer candidato no alcanza la mayoría absoluta, los votos se transfieren al segundo, y así sucesivamente hasta que uno supere el umbral del 50%. Este sistema, usado recientemente en Nueva York, permitió que Zohran Mamdani pasara del 44% en la primera ronda al 56% tras la redistribución de votos del tercer candidato.
El éxito del RCV en grandes ciudades ha generado movimientos dentro del Partido Demócrata para expandirlo aún más. Activistas y estrategas presionan para incorporarlo incluso en las primarias presidenciales de 2028, con la esperanza de suavizar divisiones y ampliar la representación.
Para frenar la implementación, Felder debe convencer a otros ocho concejales. La decisión definirá si DC inaugura un nuevo modelo electoral en 2026 o mantiene el sistema tradicional a pesar del mandato ciudadano. Lo único claro: la paciencia del electorado se agota mientras aumenta la percepción de que la burocracia está frenando una reforma votada democráticamente.
En una ciudad acostumbrada a navegar tensiones políticas y debates sobre representación, retrasar la puesta en marcha del RCV envía un mensaje contradictorio a su cidadania: se exige más participación, pero se aplaza la herramienta que mejor la canaliza. El Concejo enfrenta ahora un dilema simple pero urgente: respetar la voluntad popular y modernizar el proceso antes de la próxima elección… o afrontar el costo político de no hacerlo.
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