¿Y el abrazo entre María Corina y Rosales pa’ cuándo?

María Corina Machado fue elegida en primarias candidata presidencial de la oposición el 22 de octubre y por la contundencia de su triunfo, también es reconocida como la lideresa de la alternativa democrática. Nadie le cuestiona -al menos públicamente- que se ha convertido en la principal referencia de las fuerzas que luchan por el cambio, y que sobre sus hombros recae la enorme responsabilidad de conducir a la oposición en este momento histórico.

Aunque la inhabilitación no le permitirá competir en las elecciones presidenciales del 28 de julio, María Corina cumple las funciones de candidata. Recorre el país, lanza encendidos discursos, entra en contacto directo con la gente y aviva la llama de la esperanza. Pero, como ya se advirtió, no podrá postularse para esos comicios. Entonces, el gran desafío que tiene por delante es cubrir a plenitud su otra faceta: el ejercicio del liderazgo de la oposición.

Carrera de obstáculos

No es una tarea fácil. A pesar de los esfuerzos desplegados por la Plataforma Unitaria, responsable en buena medida de la convocatoria y éxito de las primarias, claramente esa instancia no tiene la representatividad y legitimidad de la cual gozó la extinta Mesa de la Unidad Democrática. La oposición no se preocupó por recuperar su institucionalidad y hoy se echa en falta la existencia de un espacio de debate con sólidos canales de comunicación.

Los partidos y el liderazgo tradicional están muy disminuidos, hecho que las primarias dejaron en evidencia de forma dramática. María Corina, además, no forma parte de la Plataforma Unitaria y son muchas las heridas que siguen abiertas.

Abunda la desconfianza. El “fuego amigo” contra las primarias ensanchó la grieta. En una entrevista concedida a la revista Democratización, al preguntarle qué responde a quienes temen que en su campaña deje a un lado a los partidos, la abanderada espetó: “Yo no soy bruta (…) A algunos de ellos les digo: pueden estar seguros de que yo no les voy a hacer a ustedes lo que ustedes me hicieron a mí”.

Los unos sospechan de los otros y viceversa. El avance de María Corina es la peor pesadilla para un sector del liderazgo tradicional de la oposición. Dudan de su compromiso con la ruta electoral. Incluso en los momentos de mayor unidad ella fue un verso suelto, por decir lo menos. La Salida, las fricciones por las parlamentarias de 2015, la apuesta por la abstención. Son muchas las facturas por cobrar.

La inhabilitación agrava el cuadro. Si no existiera, hasta los más reacios jugarían cuadro cerrado con la candidata. ¿Quién se enfrentaría a la favorita para ganar las presidenciales, teniendo a la vuelta de la esquina los comicios regionales y parlamentarios? En cambio, hoy asoma la discusión sobre un posible sustituto, aunque nadie se atreve a plantearlo abiertamente. Declarado el estado general de sospecha.

Coincidencia

Pese a todas las diferencias, hay un elemento que se mantiene intacto y que los reúne a todos: la necesidad de levantar una unidad sólida para enfrentar al régimen autoritario. En medio de la enésima arremetida del oficialismo, cabe preguntarse: ¿Por qué hasta la fecha no hay una foto de María Corina con el gobernador Manuel Rosales y con Capriles Radonski?

La imagen enviaría un mensaje poderoso. Todos unidos por el cambio frente a un régimen autoritario que instiga la división de sus adversarios para derrotarlos. No se demanda una declaración de amor, sino un gesto de madurez que contribuiría a ahuyentar los miedos y brindaría certezas a las bases opositoras.

La oposición jamás ha tenido un caudillo. Cada organización tiene su propia directiva, equilibrios y normas, que deben ser respetadas. Consciente de esa realidad y aprovechando su posición privilegiada, la lideresa debería promover el diálogo puertas adentro, construir consensos, evitar las imposiciones, abrir espacios e incorporar a todos aquellos que estén comprometidos con la transformación de Venezuela.

María Corina ha afirmado: “No pensamos en este momento sino en lo que viene después, cómo le damos gobernabilidad a Venezuela. Nosotros estamos construyendo la gobernabilidad desde ahorita”. Esa gobernabilidad pasa por fortalecer los vínculos con todos los factores que darán soporte a la campaña y a un eventual nuevo gobierno.

Aportes

Para bailar tango se necesitan dos. Y para construir la unidad es menester que se sumen muchos más con un verdadero sentido de desprendimiento. Los dirigentes de los partidos deben honrar su compromiso de apoyar de forma irrestricta a la candidata. Esto no tiene nada que ver con personalismos, pues se trata de defender la voluntad popular expresada por más de 2,5 millones de venezolanos, que dieron un mandato contundente el 22 de octubre.

“Si hay alguno que siente que no lo he llamado, llámeme porque aquí los necesitamos a todos”, ha expresado María Corina. Llegó la hora de tomarle la palabra, dejar los egos atrás y entender el rol que cada uno debe desempeñar en este momento. No hay espacio ni justificación para posiciones tibias, ausencias y silencios.

En estos momentos María Corina tiene que estar al frente de esta lucha y de las decisiones que habrán de tomarse. Y a la Plataforma no le corresponde estar detrás de ella sino a su lado, trabajando por conquistar las metas compartidas.

Todos en la oposición reiteran su disposición a negociar con el chavismo. Con más razón, debe existir voluntad para procurar el entendimiento interno. María Corina tiene previsto viajar al Zulia por estos días. Buena oportunidad para concretar la foto con Rosales.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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