En una presentación que hice recientemente sobre la posible reconstrucción del país, alguien me preguntó mi opinión con relación a los proyectos que alguna gente ya está ejecutando. Claramente se estaba refiriendo a microproyectos de reconstrucción de muy diversa índole. Debí detenerme y hacer una distinción y reconocimiento de una realidad que muchas veces pasa inadvertida para quienes militamos en las fuerzas democráticas y analizamos el acontecer nacional. Se trata de una precisión importantísima de tener en cuenta y de hacer: la micro y la macro reconstrucción del país. Están muy relacionadas, pero no son la misma cosa.
En medio del derrumbe económico del país, de la destrucción masiva de sus instituciones e infraestructura, de la propagación de la corrupción y cuanta plaga pueda afectar un país, en medio de todo ese desastre, hay gente, y siempre habrá gente, asociaciones, comunidades, emprendedores de todo tipo, que deciden no esperar a que la gran reconstrucción se inicie para intentar avanzar proyectos particulares de diferente naturaleza y dimensiones. No estamos hablando de los enchufados al régimen que montan negocios algunas veces estrafalarios y totalmente descontextualizados, con fondos de procedencia dudosa. Estamos hablando de la gente que organiza un festival de nuevos directores y grupos de teatro en Caracas; de la que emprende un proyecto de siembra de cacao en el litoral central con los habitantes de la zona; de la que organiza una feria del café en Sanare o administra una posada en Choroní; de la que empieza a producir cerveza artesanal en Yaracuy y la que emprende un nuevo servicio turístico en la Colonia Tovar. Son las empresas de siempre que tratan de hacer alguna innovación, en medio de la adversidad, para la mejora de un bien o servicio que producen. Son también las juntas de condominio de edificios y juntas comunales de barrios que se proponen y logran organizarse para hacerle frente al problema de un servicio público o limpiar un parque, creando un espacio público hermoso allí donde había solo basura. Esa gente anda en proyectos de micro reconstrucción. Esa gente sabe que sus posibilidades están limitadas por el contexto en el cual operan, pero no pueden ni deben esperar a que el país cambie para desplegar, aunque sea limitadamente sus energías y capacidades creadoras o para intentar resolver un problema que los afecta. No sabemos cuántos hay de esos proyectos, pero sí sabemos que hay un número lo suficientemente grande como para demandar la precisión de la que se ocupa este artículo.
Es una precisión importante, porque en la crítica generalizada a las terribles condiciones en que se encuentra Venezuela, uno no debe nunca dejar de reconocer la creatividad, el esfuerzo y el mérito que tienen muchos de los que a pesar de esa desventura, y sin ser parte de los enchufados al régimen, son capaces de crear algunos espacios de progreso, de alegría, de belleza, de mejoras en general. Esa gente tiene un mérito enorme. Esa gente es un activo valiosísimo para la gran reconstrucción. Ellos alivian las penas presentes y son un referente de lo que será posible hacer a escala masiva, cuando se inicie la transición a la democracia, se restablezca la institucionalidad y comience de manera sostenida la recuperación económica.
A toda esa gente hay que auparla y felicitarla al mismo tiempo que se condena al régimen. De sus éxitos y avances debemos sentirnos orgullosos y contentos. Ellas están dando miles de batallas para avanzar en el Darién venezolano. Son las capas de la resistencia al régimen. Son maneras de enfrentársele. Esa gente es aliada. Es aliada del progreso y la liberación de la tiranía. Ellos son pregoneros del bienestar posible y saben que necesitan mayor libertad para realizar plenamente sus potenciales. Ellos son una pequeña muestra de lo que el país puede llegar a ser. Es el discurso que debemos hacer. Un discurso que reconoce que si bien los micro proyectos de reconstrucción no tienen por sí solos la posibilidad de cambiar la realidad del país, ni tienen tampoco chance de dejar de ser eso, micro proyectos aislados, ellos son igualmente bienvenidos porque son parte y prefiguración de la nueva realidad que se quiere construir.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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