El gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores aguardan con notorio interés e “incertidumbre” el resultado electoral de este martes en Estados Unidos, anticipando cómo las decisiones y estrategias diplomáticas del próximo presidente y líder de la Casa Blanca podrían afectar la política y la economía de Venezuela a partir de enero de 2025, de acuerdo con expertos.
Este martes, los estadounidenses eligen un nuevo presidente para los próximos 4 años entre la candidata y vicepresidenta demócrata Kamala Harris y el exmandatario y aspirante de los republicanos Donald Trump.
Entretanto, los políticos venezolanos aguardan los comicios con las mismas dudas que los estadounidenses, sin un claro favorito y con la noción de que Harris y Trump representan caminos opuestos en cuanto a la política exterior de EEUU, valora el sociólogo Juan Manuel Trak.
“Kamala Harris representa la continuidad en la política de Joe Biden, promoviendo la democracia por vías diplomáticas y acuerdos”, dice a la VOA. Trump, por otro lado, encarna una “mayor inestabilidad”, al menos ante los ojos de los políticos venezolanos, estima.
“Es difícil saber si Trump retomará política de garrote como durante su primer mandato, o si sólo tomará a Venezuela como un tema migratorio, que será contra los venezolanos, más que contra el gobierno” de Nicolás Maduro, comenta Trak, también doctor en procesos políticos contemporáneos.
Durante décadas, Estados Unidos y Venezuela mantuvieron vínculos cercanos y amistosos en los asuntos políticos, culturales, deportivos y con un especial nexo en sus economías, teniendo una cooperación estrecha en sus industrias energéticas y petroleras.
Esos lazos sufrieron contratiempos y sobresaltos durante los gobiernos de los presidentes socialistas Hugo Chávez (1999-2013) y Nicolás Maduro.
El chavismo ha acusado a Estados Unidos de conspirar en su contra mediante presuntos planes de deponerlo a la fuerza y la aplicación de sanciones económicas. El entonces presidente Donald Trump impuso entre 2017 y 2019 amplias restricciones a la industria petrolera y gasífera de Venezuela, con el fin de forzar la salida del poder de Maduro.
Según Trak, dentro de la oposición venezolana hay aún un sector más “radical” que vería con buenos ojos que Trump fuese electo, previendo medidas suyas para auspiciar una transición política en el país, y otro que apostaría por una política “moderada” de los demócratas para alcanzar el mismo propósito, pero mediante negociaciones y acuerdos.
Maduro suele alternar sus denuncias de conspiraciones norteamericanas con sus llamados al entendimiento. Si bien las relaciones diplomáticas están formalmente interrumpidas desde hace 5 años, Washington entabló conversaciones directas con Caracas al menos desde 2023, cuando se conoció de una reunión privada de delegados de alto nivel en Qatar.
La oposición, por su parte, valora a la Casa Blanca como un aliado democrático que, según sus voceros, respalda su lucha por la restauración de valores como la independencia de poderes y la promoción del respeto a los derechos humanos en instancias multilaterales, que además respalda sus reclamos de triunfo en la elección presidencial de julio.
María Corina Machado, dirigente de la oposición, y Edmundo González Urrutia, candidato del antichavismo en el sufragio de julio, exiliado en España, han llamado a la comunidad internacional a ejercer mayor presión para que el chavismo acepte su derrota electoral y entregue el poder en enero, cuando también asumirá el nuevo presidente de EEUU.
Elsa Cardozo, experta en relaciones internacionales, considera que no sólo el liderazgo político venezolano, sino también el mundial, estarán tomando el pulso de una elección que se presenta en un escenario “tremendamente polarizado” y bajo riesgos de “controversias” en torno a sus resultados, en caso de ser reñidos, como anticipan las encuestas.
Cardozo, también docente universitaria, advierte que las campañas electorales no son “un perfecto indicador” de lo que el eventual candidato ganador hará cuando asuma la presidencia del gobierno, en especial cuando se trata de asuntos de política exterior.
“Hay tantas situaciones que reclaman la atención de EEUU y donde tiene un peso muy importante”, como los conflictos en Oriente Medio, destaca, subrayando el peso que tendrá la correlación de fuerza en el Congreso y el Senado norteamericanos en decisiones diplomáticas de la Casa Blanca ante temas como la crisis política en Venezuela.
Las sanciones económicas, la continuidad del apoyo a la oposición venezolana, la migración y el desconocimiento del triunfo electoral de Maduro serán temas de interés de quien resulte electo presidente de Estados Unidos este martes, anticipa.
Un factor clave será la “coordinación” del próximo presidente con el resto de los gobiernos democráticos occidentales para abordar la situación en Venezuela, sostiene.
“No jugar en solitario ayuda a que no haya disonancias” en cuanto a presión e incentivos para una transición política, dice Cardozo, más aún alrededor del 10 de enero, cuando está previsto que se juramente el nuevo presidente venezolano hasta el año 2031.
Estados Unidos, que en 2019 desconoció a Maduro como jefe de Estado y reconoció como tal al líder del poder legislativo, Juan Guaidó, secundó en agosto la tesis de la victoria holgada de la oposición venezolana en la elección presidencial en julio pasado.
La Casa Blanca y el Departamento de Estado han llamado al gobierno de Maduro a iniciar un diálogo para una transición democrática y pacífica del poder en enero de 2025.
Algún sector de la oposición venezolana aguarda “con mucho interés” el nombre del próximo presidente de Estados Unidos debido a una posible actuación de su gobierno frente a la crisis político electoral en el país suramericano, así como frente a la migración, valora por su parte el politólogo Piero Trepiccione, en conversación con la VOA.
No anticipa mayores cambios con respecto a Venezuela de parte de Estados Unidos, indistintamente del “sello personal” del candidato ganador, señala.
Trepiccione, directivo del Centro Gumilla, que investiga la evolución social y política de Venezuela, estima que la política exterior de Estados Unidos ha sido tradicionalmente “fáctica” y apegada a los valores del bipartidismo y el “lobby corporativo”.
“El peso de los cambios, independientemente de quién gane la presidencia, no ha sido tan sustancial en la historia política de Estados Unidos”, apunta, sin esperar que los comicios de este martes marquen particularmente un cambio en esa tendencia.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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