Este domingo, la tan esperada elección presidencial venezolana se llevó a cabo en un marco, por un lado, de optimismo y esperanza y, por el otro, como muchos temían, plagada de arbitrariedades y de claros delitos electorales de parte del régimen y de las instituciones del Estado. La prohibición de entrada a observadores no afines al régimen y a algunos miembros de prensa internacional, la mudanza de centros de votación en casi todos los Estados, sumada a las componendas para limitar los votos fuera de Venezuela, y un sinfín de otras triquiñuelas electorales, han manchado no solo la votación sino el manoseado resultado.
Una vez cerradas las mesas de votación comenzó un extraño procedimiento de no permitir a los testigos oficialmente designados por la oposición al centro de totalización en Caracas, mientras en los centros electorales se empezaba a entorpecer el trabajo de los testigos de la oposición, y la entrega de copias de las actas a los testigos. Una combinación que revivía procederes en otras elecciones en el pasado.
Las encuestas a boca de urna, de empresas reconocidas, coincidían en que Edmundo González Urrutia recibió alrededor de un 60 % de los votos, contra escasos 30 % recibidos por Maduro; y las imágenes de los ciudadanos en las calles, más la vocería de la dirigencia opositora, así reflejaba un triunfalismo cauteloso. No obstante, durante la noche comenzaron a recibirse señales de que el régimen empezaba a jugar sus cartas para revertir el resultado de los votos. El Ministro de Defensa, general Padrino López, fue el primero en salir en un lenguaje que claramente advertía lo que el alto mando esperaba del CNE, mientras que los problemas para conseguir las actas de las mesas electorales se multiplicaban para la oposición. Al filo de la medianoche, tras una tensa espera, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, declaró que con un 80 % de las mesas escrutadas y con una tendencia “contundente e irreversible”, Nicolás Maduro había ganado la elección con 5.150.092 votos, un 51,20 % de la votación. Mientras que Edmundo González Urrutia, solo había recibido 4.445.978 votos, un 44,2 %, con una muy alta participación, el 59 %.
De seguidas, el candidato Edmundo González Urrutia, acompañado de la líder María Corina Machado, rodeados de un grupo del comando opositor, reunieron a los medios. Machado afirmó que:
“Queremos decirles a todos los venezolanos y al mundo entero que Venezuela tiene un nuevo presidente electo: Edmundo González Urrutia. Esto ha sido tan abrumador que hemos ganado en todos los sectores del país, en todos los estratos y en todos los Estados.
Tenemos más del 40 % de las actas. El 100 % de las actas que transmitió el CNE las tenemos. Y toda esta información coincide en que Edmundo González obtuvo el 70 % de los votos. Es la elección presidencial con el mayor margen en la historia. Cuando digo que todo el mundo sabe lo que aquí pasó, empiezo por el propio régimen, y saben lo que quieren hacer.”
En resumen, la oposición considera la elección un fraude de proporciones gigantescas y se dispone, aunque no está muy claro todavía cómo, a defender su triunfo en las elecciones del domingo. La oposición hizo un llamado a la fuerza armada, a la comunidad internacional y a la ciudadanía a prepararse para la defensa del resultado. Falta por saber qué recursos utilizará la oposición para manejar semejante varapalo.
Al cierre de esta columna, varios presidentes de la región han pronunciado sus dudas sobre el resultado anunciado por el CNE, así como también lo hicieron los EE. UU., varios países de Europa y la Unión Europea. Como era de esperar, los gobiernos aliados del régimen, Rusia, Nicaragua, Bolivia, Cuba y otros, fueron los primeros en expresar su apoyo a Maduro por el resultado.
El Presidente Gabriel Boric, de Chile, fue el primero en denunciar que los resultados eran difíciles de creer. La oposición y seguramente los votantes están considerándolo como un fraude electoral, reminiscente del que el penúltimo dictador de Venezuela, general Marcos Pérez Jiménez, manufacturó 15 de diciembre de 1957 y que condujo a su defenestración semanas más tarde.
Una primera lectura petrolera de estos acontecimientos es que la recuperación de la industria petrolera venezolana, si el fraude electoral se consolida, será muy cuesta arriba. Malas noticias para el régimen, pero buenas noticias para la OPEP, Rusia, el “shale oil”, y otros que se han beneficiado del manejo incompetente del petróleo por parte del chavismo y sus herederos, durante el último cuarto de siglo.
Los mismos elementos que la semana pasada causaron la volatilidad en el mercado petrolero, continuaron haciendo estragos esta semana. Las preocupaciones sobre la demanda china, más el continuo acecho de una potencial recesión, ayudaron a crear una percepción negativa que el mercado digirió, junto con los otros fundamentos, presionando los precios a la baja.
Este sentimiento pesimista no pudo ser mitigado por elementos, objetivamente positivos, que brindaron los fundamentos de demanda y suministro en términos de reducción de inventarios e interrupciones del suministro. Así, los futuros del petróleo crudo retrocedieron bruscamente el viernes debido a una liquidación previa al fin de semana.
Este comportamiento de los precios petroleros dejó sin rumbo cierto a los que siguen e invierten en el mercado petrolero. Sin embargo, en nuestra opinión, este un buen momento para invertir bien en el precio del petróleo o en compañías petroleras, que creemos están destinadas a recuperar su valor.
El mercado físico del petróleo aportó evidencias que indican un mercado muy estrecho. En primer lugar, los inventarios de crudo comercial en EE. UU. continuaron bajando, y esta semana se le unió en el descenso los inventarios de gasolina. En efecto, la Administración de Información Energética (EIA: por sus siglas en inglés) reveló una reducción de 3,75 MMBBLS en los inventarios de crudo, y una fuerte caída en las existencias de gasolina de 5,5 MMbbl, en relación con la semana pasada. Los inventarios de crudo, a menudo incorrectos en la publicación semanal de la EIA, hay que verlos en el contexto de las últimas semanas continuadas, las cuales revelan una reducción acumulada de unos 20 MMbbl.
Las disrupciones en la producción en Canadá, ajustes de reducción de producción acordados en el seno de la OPEP+, para los países que han sobrepasado sus compromisos volumétricos y la declinación de la producción rusa, mexicana y del mar del Norte, por ejemplo, apuntan hacia un mercado sub-suplido por lo menos hasta bien entrado el 2025.
Las cifras del crecimiento del PIB en EE. UU., muy por encima de las expectativas, un 2,8 % para el segundo trimestre, deberían haber levantado el sentimiento positivo en el mercado, pero, como ya destacamos, estas señales pasaron desapercibidas en medio de una liquidación generalizada de acciones tecnológicas y las noticias desde China.
Los tradicionales riesgos geopolíticos, que han repercutido en el mercado petrolero durante los últimos meses, han pasado a ser considerados como un telón de fondo crónico, y su capacidad de hacer cambios materiales que puedan afectar al complejo sistema de oferta y demanda petrolera, se está dando por descontado. Esta percepción de pseudo-normalidad aplica, por un lado, a las prolongadas guerras entre Ucrania y Rusia, así como también al conflicto en el Medio Oriente entre los grupos terroristas e Israel.
Las acciones bélicas han tenido sus altibajos. Tan reciente como los últimos días de la semana, Ucrania parece haber llevado a cabo dos ataques exitosos, uno en el aeródromo de Murmansk, a más de 1600 kilómetros de sus fronteras, y otro en Kursk, donde incendiaron infraestructura petrolera, incluyendo un enorme depósito de combustible; mientras que las ciudades de Ucrania han sido el blanco de numerosos ataques de drones rusos.
De manera similar, en el medio Oriente, las escaramuzas entre Hamás, Hezbollah, Hutíes e Israel han continuado. Hezbollah ha lanzado un ataque sobre los altos de Golán que causó varios muertos y heridos. Israel seguramente llevará a cabo un contragolpe. También, la actividad de los Hutíes, que representaban la mayor posibilidad de causar problemas en la distribución de productos petroleros, se elevó en escala después de que Israel atacara instalaciones Hutíes en Yemen, en respuesta a un ataque previo del grupo rebelde al territorio israelí. A todo evento, independientemente de la valoración que el mercado petrolero le asigne, el evento causado por Hezbollah tiene visos de poder convertirse en un foco de escalamiento de las hostilidades.
En cuanto a las elecciones de EE. UU., programadas para noviembre, el escenario se ha complicado con el retiro del presidente Biden y el pase del testigo a la vicepresidente Kamala Harris. Otro proceso cuyas implicaciones es muy temprano para vislumbrar
Así las cosas, el mercado petrolero parece considerar que el componente de riesgo geopolítico en los precios del petróleo se ha reducido a prácticamente cero. ¿Miopía o realidad?
El mercado petrolero parecía haber encontrado un apoyo en las cifras de inventarios de crudo y producto informados por la EIA, a media semana, a pesar del pobre desempeño macroeconómico global. China sin alcanzar sus objetivos de PIB, el crecimiento europeo estancado y las preocupaciones inflacionarias en EE. UU., en parte relacionadas con un crecimiento mayor de lo esperado. El mercado se mueve en un mar de sentimientos encontrados: por un lado, el bajo crecimiento chino repercutirá en una reducción de la demanda, y en el otro, el sostenido crecimiento en EE. UU. que tiende a mantener presión inflacionaria. Por lo tanto, el inicio de la reducción de tasas de interés podría posponerse, lo que podría generar una erosión de la demanda.
Según la banca de inversión Goldman Sachs, el sentimiento de los inversores se inclinó hacia una valoración bajista de los riesgos de una nueva presidencia de Trump y a que habría un dólar más fuerte, lo que terminó alimentando las preocupaciones sobre la demanda de petróleo.
A todo evento, en nuestro análisis, el mercado se mantiene en una tendencia de mayor demanda que suministro, de manera que los fundamentos respaldarían un incremento de los precios, los cuales deberían estar por encima de los 85 dólares por barril en términos de crudo Brent y sin prima de riesgo político. Pero nada pudo evitar que los precios cayeran a niveles no vistos desde junio de este año, y otra semana consecutiva de pérdidas.
Así las cosas, los crudos marcadores Brent y WTI al cerrar el mercado el 26 de julio, se tranzaban en 81,13 y $77,16 dólares por barril, respectivamente.
La actividad de taladros en el país se mantiene en 4 unidades de perforación. La producción de crudo muestra un ligero aumento a cuenta de la reducción de la producción diferida en la empresa mixta PetroQuiriquire, en el occidente del país. Mientras que la refinación retrocedió por problemas en la refinería de Cardón.
La producción de la semana promedió 812 Mbpd, distribuidos geográficamente como se describe a continuación:
Occidente 179(Chevron 72)Oriente 141Faja 492 (Chevron 100)TOTAL 812 (Chevron 172)
Chevron continúa su actividad de perforación en PetroIndependencia: actualmente completando el noveno pozo de su campaña planificada. Un segundo taladro está programado para iniciar operaciones en septiembre.
Las refinerías procesaron 235 Mbpd de crudo y productos intermedios. La producción de gasolina alcanzó 73 Mbpd, mientras la producción de diésel se mantuvo en 78 Mbpd. Largas colas en las estaciones de servicio se observaron durante los días previos a las elecciones.
Exportaciones programadas para el mes de julio indican un volumen parecido al de junio, aproximadamente 657 Mbpd de crudo y unos 64 Mbpd de productos.
M. Juan Szabo, Analista Internacional de Energía
Luis Pacheco, Académico no-residente del Baker Institute
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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