Cuando los jugadores comienzan a jugar Venezolario, un juego gratuito disponible en la App Store y Google Play, encuentran la configuración típica de cualquier juego de palabras para móviles: una pista, casillas en blanco donde deberían ir las letras, y un teclado. Los jugadores pueden usar monedas para comprar pistas extras y no pueden avanzar a menos que adivinen correctamente la palabra. Sin embargo, en Venezolario, el fondo muestra una animación del Parque Nacional Canaima, los puntos son “arepitas” y las respuestas son términos que no encontrarás en ningún otro lugar, como bululú, parapetear, y emperifollado.
Eso es Venezolario, un juego que arrasó en las redes sociales venezolanas durante el verano, al resaltar la diversidad lingüística del país.
El juego fue desarrollado por el programador venezolano Ronald Kanzler en colaboración con su hermana, la influencer de redes sociales y promotora del turismo, Katty Kanzler. Después de que Ronald se mudó al extranjero, inspirado por conversaciones con Katty sobre nostalgia y el deseo de promover expresiones venezolanas, decidió crear el juego. La promoción cultural, sin embargo, no era un nuevo esfuerzo para los hermanos.
“Estudié artes en la Universidad Central y estaba involucrado en el mundo cultural desde muy joven, especialmente en Colonia Tovar, nuestro pequeño pueblo en Aragua,” dijo Ronald a Caracas Chronicles. “Trabajé en esfuerzos para preservar el dialecto alemán del pueblo, y aprendí a tocar instrumentos folclóricos como el cuatro y el acordeón.”
Mientras tanto, Katty se hizo conocida por sus TikToks sobre la singularidad de Colonia Tovar.
“A pesar de que nuestra familia tiene ascendencia alemana, somos la sexta generación en Venezuela, y nos sentimos tan venezolanos como cualquier otro,” añadió Ronald.
Venezolario fue una progresión natural de esos esfuerzos, esta vez aplicados a las expresiones folclóricas y dialectos. Se inspiró en juegos de palabras clásicos como APensar y CodyCross, y la primera versión lanzada a los jugadores no era muy diferente del proyecto inicial. Las palabras del juego surgieron de una investigación exhaustiva por parte de Ronald y Katty.
El juego expuso involuntariamente brechas causadas por la migración masiva, la erosión de nuestro paisaje cultural, el declive de los medios de comunicación masivos y la discriminación lingüística basada en clases.
“En la primera versión del juego, no consultamos directamente a expertos, pero nos basamos en su trabajo,”
Para romper la monotonía de adivinar constantemente palabras, los Kanzler añadieron otra dinámica. A medida que los jugadores avanzaban, ganaban postales con íconos culturales venezolanos, como juegos tradicionales como el gurrufío o figuras como Armando Reverón. Los jugadores podían hacer clic en las postales para leer más información sobre las imágenes, o venderlas por monedas para comprar pistas extras.
“Venezuela tiene una riqueza cultural inmensa. Desde su naturaleza y personajes históricos hasta su gastronomía. Estas características dan más color y profundidad al juego, haciendo que la experiencia sea mucho más completa y enriquecedora,” explicó Ronald.
El juego se volvió viral rápidamente tras su lanzamiento, con más de 4 millones de descargas desde su lanzamiento en julio. Con su nueva popularidad vino un poco de controversia, especialmente sobre la elección de palabras y pistas. Usuarios de diferentes grupos de edad y regiones del país se quejaron de la oscuridad de ciertos términos o del hecho de que algunos eran demasiado específicos o anticuados, como sortario (una persona muy afortunada), brincapozo, o asquerosito (argot caraqueño para perritos calientes).
Reflexionando sobre esto, Kanzler dijo: “La lección de esta experiencia fue que, aunque todos somos venezolanos, hay diferencias importantes entre regiones, generaciones, y hasta entre aquellos que están en el país y los que están en el extranjero.”
El periodista Luis Carlos Díaz describió este fenómeno como un “espejo fragmentado que muestra diferentes imágenes de lo que significa ser venezolano hoy en día.”
“Ha sido realmente hermoso ver cómo el idioma y la identidad nos unen y emocionan,” dijo Kanzler.
Sostuvo que la ira en las redes sociales provino del hecho de que, cuando los jugadores no reconocían las palabras que el juego etiquetaba como “venezolanas,” expuso una herida existencial más profunda sobre identidad y pertenencia en un país fracturado por la migración y la ausencia. Añadió que la erosión del paisaje cultural, la disminución de los medios masivos, la prolongada crisis socioeconómica y hasta la discriminación lingüística basada en clases han dejado a los venezolanos sin un marco unificado para entender lo que significa ser venezolano. El juego expuso involuntariamente estas fracturas.
Aun así, arrojar luz sobre esas diferencias abrió la puerta a conversaciones sobre cómo cerrar las brechas en nuestra identidad nacional. Cuando jóvenes jugadores en el extranjero no sabían una respuesta, recurrían a sus tíos, tías o abuelos en Venezuela. Y cuando alguien del este se encontraba con una palabra con fuertes connotaciones caraqueñas, preguntaba a sus amigos de Caracas. Estas conversaciones intergeneracionales y transnacionales han dado lugar a su propia serie de contenido en redes sociales y, fundamentalmente, son esenciales para la preservación cultural.
“Ha sido realmente hermoso ver cómo el idioma y la identidad nos unen y emocionan,” dijo Kanzler. “Ser venezolano no es solo venir del país. Se trata de una tierra que es cultural y lingüísticamente rica. Venezolario nos ha mostrado que el juego no solo une a las familias en torno a nuestra cultura, sino que también despierta una mayor conciencia de esa riqueza cultural.” Recientemente, el equipo de Venezolario se expandió para incluir a Alejandro Liendo, un creador de contenido que promueve las expresiones venezolanas a través de su cuenta Diccionario Venezolano. También incorporaron a la lingüista Elimar Bonilla, de Panahispana, y a Luis Guillermo Mendoza, un profesor de lengua y literatura, para trabajar en contenido y consultoría lingüística. El equipo acaba de lanzar una expansión del juego que incluye dichos y refranes, junto con una serie de mini-juegos como Papelito (similar a las charadas) y Palabrita, su propia versión de Wordle. También planean agregar preguntas culturales, modos competitivos, y más actualizaciones al juego principal.
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