Acaba de culminar el llamado Congreso del Bloque Histórico, fachada del Psuv donde se acordó que Venezuela será un Estado comunal. ¿Qué significa eso? Ni sus propios proponentes lo saben. Tienen una confusión mental difícil de explicar.
Lo que han expresado algunos escribas van desde lo sublime a lo ridículo con frases como estas: «se creará un Estado comunal que trata de la inclusión de las comunidades organizadas en la estructura del Estado para participar en las políticas sociales y de desarrollo».
Alguien con toda razón preguntaría en buen venezolano, ¿cómo se come eso?
Según una de las propagandistas más activas del Psuv, se recibieron más de 500 mil propuestas para dibujar la Venezuela a corto, mediano y a treinta años. Según ella, se trataría de acabar con el Estado burgués. Sí, 500 mil propuestas. ¿Cómo se va a procesar semejante esfuerzo humano? No se sabe.
Un planteamiento similar a ese, aunque ciertamente con mayor elaboración, fue rechazado por el pueblo venezolano en el referendo de 2007 sobre la reforma constitucional.
Además, antes y durante el año 2010 en el contexto de una Ley Habilitante, el presidente Chávez aprobó un conjunto de leyes con ese propósito y las mismas han quedado archivadas aunque otras han causado un daño enorme. Pueden citarse la Ley Orgánica de los Consejos Comunales del 28 de diciembre de 2009, la Ley Orgánica del Poder Popular del 21 de diciembre de 2010, la Ley Orgánica de las Comunas de esa misma fecha y la Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y Otras Atribuciones del 15 de junio de 2012. Leyes no han faltado.
Lo más curioso de este congreso es que el Psuv se abroga la vocería del pueblo, un pueblo que el 28 de julio de 2024 les propinó con el voto una paliza monumental, a tal punto que todavía el CNE no ha publicado los resultados de esas elecciones y amparado en una decisión francamente descabellada de la Sala Constitucional del TSJ, Maduro se apresta por la fuerza a erigirse como presidente.
Estos regímenes con deriva dictatorial suelen invocar actos fundacionales, como si la historia comenzará con ellos. Lo cierto es que con Maduro la democracia es meramente decorativa y la ha falsificado hasta el punto de usar la represión, desconocida en Venezuela, para sostenerse en el poder con violencia empleando para ello a sectores del aparato militar policial.
El marxismo, que se supone es la ideología que guía al gobierno, cuando habla de la transición al socialismo lo concibe desde la perspectiva de la clase trabajadora. Ahora sucede que Maduro se ha convertido en el enemigo número uno de los laborantes venezolanos con una política salarial que ha dejado las remuneraciones de quienes trabajan en el sector público en niveles de inanición.
Adicionalmente, con Maduro el salario mínimo ha estado congelado durante casi tres años y de la remuneración total, la cual cubre apenas 20% de costo de la canasta alimentaria, el 10% lo constituye el salario y el 90% bonos en tanto que los sindicatos han sido severamente castigados y hostigados por Maduro hasta impedir la realización de sus elecciones.
Esa recurrencia al Estado comunal sucede en un contexto en el cual Venezuela muestra una involución en todos los aspectos de su existencia como nación.
En lo político, la proscripción de partidos y organizaciones de la sociedad civil mediante la judicialización de los mismos. El madurismo estranguló la libertad de prensa, al tiempo que conformó una una gigantesca y costosa maquinaria propagandística con voceros estipendiados en todo el mundo y que con frecuencia hacen turismo revolucionario en Venezuela. Ninguno de esos visitantes se atreve a plantear en sus países lo que avalan en el nuestro.
La educación está en una situación lamentable en cuanto a cantidad y calidad con un éxodo de docentes de magnitudes bíblicas y deserciones de estudiantes. El tamaño de la economía venezolana es actualmente 60% menor de lo que fue en 2014 y la distribución del ingreso ha empeorado al punto de ubicar a Venezuela en el deshonroso elenco de los diez países más desiguales del planeta.
En materia de ciencia y tecnología, Venezuela se sigue rezagando respecto a sus pares de la región, que se han beneficiado de los profesionales venezolanos que emigraron. La burocracia pública venezolana debe ser de las peores del mundo en lo relativo a formación y capacitación y si no creen revisen las credenciales del ministro de Educación Universitaria.
En fin, en un mundo global donde los países están avanzando no sobre la base de la dotación de recursos naturales como lo fue en buena parte del siglo pasado, sino más bien anclados en el talento humano y la ciencia, Maduro y los suyos piensan en un Estado comunal en un país donde no hay comunas, sino más bien grupos organizados del partido de gobierno que con atuendo de comuneros exprimen al erario público como especie de botín de guerra.
Esto nos retrotrae a la China de Mao y sus experimentos comunales con el Gran Salto Adelante de 1958 uno de cuyos objetivos -aparte de la industrialización forzosa- fue la creación de comunas.
Toda esta locura fue revertida tras su muerte el 9 de septiembre de 1976 y posteriormente cuando la Banda de los Cuatro fue desplazada del poder por Den Xiaoping, lo que permitió abrir a China al mundo de las economías de mercado. China es hoy lo que es, en lo estrictamente económico, debido a que se delastró del pensamiento primitivo de Mao. También vale recordar los ensayos comunitarios de Polt Pot en Camboya, una idea que se saldó con millones de muertos de hambre, cifras por cierto muy inferiores aún proporcionalmente a las causadas por las hambrunas generadas por Mao, estimadas en más de 30 millones de personas entre 1959 y 1963.
¿Cómo quedarán con ese Estado comunal principios como la separación de poderes que la Constitución vigente consagra en el papel? ¿Se consultará a las comunas sobre los ascensos de los integrantes de la Fuerza Armada Nacional o existirá en esta institución también una comuna para decidir sobre política de defensa nacional? ¿El presupuesto nacional cómo se elaborará en ese estado utópico?
Por supuesto que hay que darle un rol protagónico al pueblo en la toma de decisiones. Pero el principal instrumento de participación política que la civilización ha encontrado y utilizado es el voto popular, libre, directo y secreto para elegir al Presidente de la República. Todas las demás formas de protagonismo político están sujetos a ese principio cardinal. Así, el Estado comunal es el ropaje que la dictadura pretende usar en la nueva etapa política por la cual atraviesa Venezuela.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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