Las controvertidas elecciones en Venezuela desataron nuevas preocupaciones sobre una nueva ola de migración venezolana, aumentando la inquietud desde Colombia hasta Chile.
Mientras la región se prepara para una afluencia de inmigrantes en busca de estabilidad en medio de la actual crisis de Venezuela, la sombra de la incertidumbre se cierne sobre ella.
En la última década, se calcula que 7,7 millones de venezolanos han huido debido al colapso económico bajo la presidencia de Nicolás Maduro, según datos de Naciones Unidas.
Gran parte de estos inmigrantes se alojaron en los países vecinos que ahora se enfrentan a otra posible oleada.
La reciente agitación política en Venezuela intensificó estos temores. Con la reelección de Maduro vista como dudosa, muchos venezolanos contemplan la posibilidad de marcharse de nuevo.
Jesús Seguías, director de la empresa de estudios de mercado Datincorp, declaró a AP News que hay frustración en millones de personas que anticipaban el cambio político pero que ahora se enfrentan a una dura decisión: permanecer en la incertidumbre o marcharse y reunirse con familias dispersas.
Los países sudamericanos ya están sintiendo esta presión. En Perú, una parte importante de la mano de obra está formada por inmigrantes venezolanos.
Los gobiernos han respondido reforzando la seguridad en las fronteras. Perú, Chile y Brasil han intensificado la vigilancia y los protocolos de seguridad.
La ministra chilena del Interior, Carolina Tohá, advirtió de un aumento de la oleada migratoria y destaca los amplios preparativos. Sin embargo, preocupa que estas medidas no basten para disuadir a los inmigrantes desesperados.
La creciente reacción contra los inmigrantes empeora las condiciones en regiones como el norte de Chile, donde las violentas represalias se ceban con los campamentos venezolanos.
El endurecimiento de los requisitos de visado y las severas políticas de deportación pretenden frenar la migración legal, pero los expertos sostienen que estas medidas alimentan los cruces ilegales, elevando los riesgos y complicando los procesos de asilo.
“Los inmigrantes vienen de todas formas. Cuando se intenta disuadir la inmigración cerrando fronteras y no brindando formas seguras para que los inmigrantes soliciten asilo, se aumenta la vulnerabilidad, el tráfico, los peligros y la muerte de migrantes”, declaró al medio Cristián Doña-Reveco, sociólogo chileno y experto en inmigración de la Universidad de Nebraska.
El peligroso viaje hacia el norte, a través de zonas como la selva del Darién que conecta Colombia y Panamá, describe el traicionero camino que muchos venezolanos escogen para llegar a Estados Unidos.
La senadora colombiana Angélica Lozano lo describió como una alerta humanitaria con implicaciones dramáticas.
Elementos criminales como el Tren de Aragua explotan esta desesperación, amplificando las preocupaciones por la seguridad en las naciones de acogida.
El aumento de la delincuencia vinculada a las poblaciones inmigrantes, como en Chile, influye en las políticas gubernamentales y en el sentimiento público. Expertos como Juan Pablo Ramaciotti, del Centro de Políticas Migratorias, un centro de estudios con sede en Santiago, señalan cómo el deterioro de la percepción de los inmigrantes venezolanos exacerba las tensiones sociales.
“La percepción pública de la migración venezolana aquí ha empeorado mucho en los últimos años, especialmente porque hemos visto un aumento de los delitos violentos. Los recién llegados de Venezuela no están integrados a la sociedad”, comentó Ramaciotti.
Las recientes encuestas chilenas reflejan una creciente oposición a la inmigración, reflejo del descontento regional.
Las propuestas legislativas para penalizar los cruces ilegales con penas de prisión suscitan debates y plantean dilemas éticos sobre el tratamiento de las familias desplazadas que buscan refugio.
En Colombia, tradicionalmente más acogedora, las autoridades luchan por mantener el programa de estatus de protección temporal para los migrantes venezolanos.
Expertos como Ronal Rodríguez, del Observatorio de Migraciones, expresan sus dudas sobre la capacidad del país para seguir acogiendo a estos migrantes en medio de un cambio de prioridades.
Mientras se avecina otro posible éxodo, las familias ya separadas por la diáspora temen reunirse en condiciones inciertas. Mientras que la oposición esperaba un cambio electoral para recuperar el talento y reunificar a las familias, el control de Maduro sugiere lo contrario.
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