Oposición enfrenta a potencias que apoyan a Maduro con dinero

A partir de su último libro –Lo que nos está pasando, una selección de sus columnas de opinión publicadas entre 2016 y 2023-, Moisés Naím aborda el complejo proceso político venezolano, que ha sido parte de sus desvelos como observador y analista de lo que ocurre en el mundo globalizado. Los dos textos más extensos del libro referido tienen por tema a Venezuela. “Lidiar con estas dictaduras modernas, es uno de los grandes dilemas de la humanidad de hoy”, sostiene.

Naím es crítico de la política hacia Venezuela que ha ejecutado la administración Biden, “lo han abordado mal, pero, sobre todo, han tenido una interpretación equivocada de cuál es la situación real y cuáles son las capacidades y debilidades de los diferentes actores, acota, y asoma un par de escenarios sobre la realidad nacional: una división dentro del chavismo que resquebraje el gobierno, una confrontación civil interna. “Todo es posible (…) pero puede saltar la liebre”, comenta en referencia al liderazgo de María Corina Machado.

-En la columna de “Dictadores sin salida”, usted dice que el mundo se ha quedado sin respuesta ante los regímenes autoritarios de hoy, porque no saben cómo hacer para que dejen el poder, ¿es lo que pasa con Venezuela y con Nicolás Maduro?

-Sí, también con Vladimir Putin, Daniel Ortega y todos ellos. En el pasado los dictadores perdían el poder, casi siempre, por un conflicto dentro de las élites gobernantes, alzamientos de las fuerzas armadas o una intervención extranjera; cuando eso pasaba, salían huyendo y encontraban cobijo en sitios como Mónaco y otros lugares de éxito y dinero del Mediterráneo. Ahora no es así, porque nadie democrático recibe a la chatarra política de estos tiempos. Por esto, y por el temor a las acciones que puedan encabezar instituciones que persiguen a violadores de derechos humanos como la Corte Penal Internacional, los autócratas de hoy se atrincheran y hacen lo que sea necesario para no soltar el poder. 

-Pero, ¿por qué las potencias del mundo no han podido dar con una solución a un punto tan crucial?

-Porque no es sencillo, eso de ir con unos papeles a decir que hubo una votación, en la que el 80% de los votos fue para un candidato opositor, y por eso deben abandonar el poder, es un escenario que no existe; porque algo van a pedir. Y ahí viene otro problema debido a que las víctimas de estos regímenes, normalmente, no comulgan con el ofrecimiento de garantías e incentivos a dictadores. Es entendible que gran parte de la población que ha sufrido muchísimo pretenda que a estos personajes les toque la cárcel o más, entonces, esto también complejiza la situación. Entender cómo lidiar con estas dictaduras modernas, es uno de los grandes dilemas de la humanidad hoy. 

-Con Nicolás Maduro se han probado ambas cosas: el ofrecimiento de incentivos y garantías, como ha hecho la administración de Joe Biden; y también la mano dura, que impuso el expresidente Donald Trump; pero ninguna de las dos resultó exitosa. 

-Deben pensar qué hacer con el sector militar, porque mientras la Fuerza Armada esté del lado de Maduro, no habrá cambio político. Los militares de Venezuela son la guardia pretoriana del dictador y cuentan con el apoyo de aliados internacionales como Cuba, Rusia, China, Bielorrusia, Irán, etcétera… La oposición está enfrentando potencias mundiales que apoyan al régimen con recursos, logística, armas, dinero y alianzas con grupos criminales; creando una enorme asimetría entre ambos. Sin embargo, no hay que desilusionarse, porque también están ocurriendo sorpresas positivas, por ejemplo, yo no pensé que las primarias se iban a suceder, y tuvieron mucho éxito. Ahora estamos viendo el arrase de María Corina Machado en las calles del país, situación que es extraordinaria y no tiene precedente. 

«Esta ola de apoyo y potencia política que representa María Corina, agarró desprevenido a Maduro y sus colaboradores»

-¿Qué opina de la política que ha tenido Estados Unidos y la administración Biden hacia Venezuela?

-Yo soy muy crítico de la manera como Estados Unidos, sobre todo, el Departamento de Estado y el National Security Council han manejado el problema de Venezuela.  Lo han abordado mal, pero, sobre todo, han tenido una interpretación equivocada de cuál es la situación real y de cuáles son las capacidades y debilidades de los diferentes actores. Honestamente cuestiono mucho la manera cómo la administración Biden ha manejado el tema venezolano. Ya veremos qué pasa si hay un cambio de gobierno y gana Trump, cosa que sería catastrófica para todos; o si sigue Biden y logra poner un equipo para América Latina más competente que el que tiene ahora. 

-¿Por qué el régimen ha permitido que María Corina Machado haga giras por el país y Edmundo González siga en carrera hacia el 28 de julio?

-En parte creo que esta ola de apoyo y potencia política que representa María Corina, agarró desprevenido a Maduro y sus colaboradores. No hay duda de que no han sabido cómo manejarla y por eso han llegado al extremo de cerrarle el negocio a unas señoras humildes que venden empanadas o meter preso al lanchero que la ayudó a cruzar el río. Ese tipo de acciones me hacen ver que el gobierno está muy sorprendido de lo que está pasando y busca qué vuelta le puede dar. 

-En su columna titulada “Cuando el crimen organizado es gobierno”, explica lo que es un estado mafioso y pone de ejemplo a Vladimir Putin y también a Maduro, ¿es posible el desmontaje de un Estado de esas características por la vía electoral y democrática? 

-Si vamos a ser optimistas hay que decir que los milagros existen en la política; y que es perfectamente imaginable, aunque aún no sé si probable, que llegue el momento de una división interna dentro del chavismo y el gobierno se resquebraje. También puede ser que se dé una guerra civil, aunque estas nunca son entre civiles, sino entre facciones de las fuerzas militares. Todo eso es posible, pero en estos momentos lo que hay es una líder, que quizás es la mejor política de América Latina, que ha logrado movilizar a una población que estaba resignada, frustrada e indolente a marchar contra todas las trampas que hace el régimen. Eso es casi milagroso y hay que tenerlo presente cuando se hacen los pronósticos, porque por ahí puede saltar la liebre…

-¿Cómo ve a la oposición venezolana?

-No hay dudas de que el sistema tradicional de partidos opositores en Venezuela ha colapsado, no funciona; y atrae, simplemente, a sobrevivientes y manipuladores del sistema para obtener beneficios personales; pero también hay héroes y personas que de alguna manera la población agrede e insulta, a pesar de que han hecho esfuerzos gigantescos por el cambio político en el país.  Uno de ellos es Leopoldo López, que las encuestas no lo favorecen, pero ha podido ser el Mandela venezolano; el propio Guaidó, que ha tenido consecuencias muy malas para él y su familia. Estos que nombro no son políticos tan tradicionales, pero forman parte del sistema de partidos y ese sistema hay que renovarlo, relanzarlo, y repensarlo.

-¿El 2024 está siendo un año de esos que usted llama “definidores de décadas”? 

-Depende de lo que pase en la elección de Estados Unidos. Si gana Trump, lo que va a pasar en el mundo es bastante diferente de lo que estamos viendo hoy. Pienso que Biden es un mal candidato, pero es el que hay; y va a hacer un gobierno más o menos parecido a los habituales. Sin embargo, Trump vendría con una agenda muy diferente y transformadora, impulsada por la venganza, y lo que yo he llamado “Las tres P”: populismo, polarización y posverdad, que haría al 2024 un punto de inflexión. 

-¿Qué opina del continuismo en México? 

-Escribí en el libro sobre el que estamos conversando, que para la salud política de un país, es más peligroso el continuismo que el populismo. Porque este último hace daño, pero, si no vulnera la Constitución, tiene fecha de caducidad; mientras que el primero significa mantener el mismo gobierno durante muchos años como Cuba o Venezuela, y eso plantea retos muy diferentes que no se logran resolver con las reglas de la democracia.  México acaba de tener una elección, que es el continuismo de López Obrador, a través de su protegida; pero creo que ella nos va dar sorpresas, porque parece que tiene ideas propias y no solo se va a dedicar a obedecer a su antecesor; vamos a ver cómo funciona eso. En todo caso, el ascenso del crimen organizado con los cárteles transnacionales operando en diferentes países es algo que la región debe atender con más atención.

-¿Qué pueden esperar los venezolanos de los gobiernos de Brasil y Colombia?

-Son parecidos, pero muy diferentes, esta entrevista ocurre cuando el gobierno de Brasil anuncia que no mandará observadores electorales para las presidenciales en Venezuela. ¿Qué señal más clara se puede pedir? Es muy evidente con quien están aliados. Lula ha buscado la manera de lavarse la cara y presentarse como un demócrata, pero no mandar veedores que certifiquen la naturaleza de una elección tan importante, es un hecho contundente que revela quién es él.  Petro, por su parte, está mucho más descalabrado políticamente, está lleno de autogoles, que le hacen daño a Colombia, pero también a él. 

-Son muchas las columnas que ha escrito sobre Vladimir Putin, ¿cómo define la relación del presidente ruso con Maduro? 

-Se dice que los países no tienen amigos, sino intereses; yo llevo eso a decir que los líderes no tienen amigos, tienen intereses. O sea, está claro que la relación entre Putin y Maduro es transaccional, ambos tienen algo que el otro quiere. Putin necesita apoyo en muchos sentidos, y lo mismo Maduro, entonces simplemente es una relación de conveniencia.

-¿Cómo cree que va a terminar la situación en Ucrania y en el Medio Oriente?

-Con una negociación que no le va a gustar a nadie. 

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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