De cara a las presidenciales de julio, hay una oportunidad para el cambio político en Venezuela, sin embargo no se vislumbran señales para el inicio de una transición. Los politólogos John Magdaleno y Francisco Alfaro Pareja señalan que estos procesos comienzan con una liberalización política y la restitución de derechos: hasta ahora solo se ha permitido la inscripción de Edmundo González Urrutia
La palabra transición ha vuelto a tomar fuerza en los últimos meses en el país, especialmente dentro del seno opositor y en el camino para las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Sin embargo, no es la primera vez que los adversarios del gobierno de Nicolás Maduro dan por hecho que podría abrirse el camino para un proceso de transición. Durante el gobierno interino de Juan Guaidó, entre 2019 y 2022, la oferta permanente fue el mantra “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”.
En ese momento, se argumentó que se trataba de una ruta construida y ratificada por el Parlamento: “Es una ruta que hemos trabajado, que hemos construido todos los venezolanos, el Presidente encargado, la Asamblea Nacional, todos los sectores del país, el respaldo del mundo”.
A principios de mayo, la dirigente María Corina Machado expresó desde el estado Zulia: “A todos nos conviene, incluyendo el chavismo, avanzar por una transición ordenada. Esto es indetenible”.
Por su parte, el candidato de la Unidad Democrática, Edmundo González Urrutia, ha puntualizado: “Debemos estar preparados para que el 28 de julio comience una nueva etapa en Venezuela, que será una transición liderada por una mujer como María Corina Machado”.
Para el gobernante Nicolás Maduro, el escenario está claro: “Estamos en un proceso de transición al socialismo (…) es un proyecto en construcción hacia el socialismo bolivariano”.
La pregunta que se impone es si, ciertamente, hay indicios de un proceso de transición en Venezuela. ¿Basta con un propósito, un enunciado, la organización y el voto?
El politólogo John Magdaleno, estratega y director de la Consultora Polity, indica que “lo que hay es una oportunidad para intentar el inicio de una transición porque, en efecto, el contexto es favorable a la oposición y el cuadro de dificultades sistemáticas del régimen político es de envergadura. Pero, no hay ninguna garantía de que la transición va a darse».
“Lo que se está leyendo es una perspectiva favorable, como nunca antes en 25 años, en la medida en que hay un candidato que tiene ya mayoría en intención de voto en las encuestas de opinión pública», remarca.
Añade que es comprensible el optimismo en sectores opositores dado la superación de algunos de los obstáculos para la presentación de un candidato para las presidenciales. Sin embargo, una transición se inicia cuando se empiezan a reconocer y restituir garantías que han sido violadas, y el escenario actual no evidencia nada en ese sentido.
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Magdaleno refiere, por ejemplo, que la decisión de la Asamblea Nacional (AN) de 2020 de retirar la invitación a la Unión Europea como observador en las elecciones de julio comunica de que no hay señales del comienzo de la transición, «pero si de que se van a resistir hasta el último momento».
El punto de partida de los procesos transicionales está documentado en la experticia histórica.
“Toda transición arranca con una liberalización política. Eso, por lo general, se traduce en una liberación de presos políticos, en un regreso de los exiliados, se traduce en una mejora de las condiciones en las que la oposición puede competir en elecciones, se traduce en una distensión política en general que, por cierto, también incluye los medios de comunicación; el gobierno y las instituciones públicas se vuelven más tolerantes frente a la crítica de los medios de comunicación y nada de eso está pasando”, explica John Magdaleno.
En este contexto, insiste, lo único que ha ocurrido es que se permitió la candidatura de Edmundo González Urrutia. El investigador destaca que existe la expectativa de que si el abanderado de la Plataforma Unitaria puede correr hasta el final, y los números de las encuestas se mantienen con una tendencia a su favor, «esto podría ser el episodio en el que se formule una situación límite para el poder, pero de allí a inferir que habrá el inicio de una transición, es un poco arriesgado».
A juicio de Magdaleno, la narrativa opositora sobre las transiciones representa la comunicación de una expectativa para estimular y motivar a la gente para votar en las presidenciales.
Otro aspecto clave, de acuerdo con el politólogo, es el paso de una liberalización a la democratización y que suele estar rodeado de muchas complejidades y tensiones.
«Aún iniciándose la transición, hay una disputa por las reglas de juego. Entonces, efectivamente, puedo leerlo como una expectativa, es decir, una narrativa destinada a estimular, entusiasmar, pero que no puedo ofrecer ninguna garantía”, puntualiza.
Por su parte, el politólogo Francisco Alfaro Pareja, doctor en conflictos, paz y democracia, asevera que realmente es difícil determinar cuándo inicia una transición. Añade que uno de los elementos fundamentales para el comienzo de estos procesos es el de la liberalización y la restitución de algunos derechos.
«Cada transición es distinta, tiene sus particularidades y también eso es un elemento importante. Por ejemplo, en España se decía que el punto de inflexión es la muerte de Franco, pero se dice que el propio Franco había iniciado algunas reformas que impulsaron ese proceso», señala.
El investigador refiere que, en Venezuela, tras la muerte del general Juan Vicente Gómez (1935) y la toma de posesión del general Eleazar López Contreras (1935-1941) fue un punto determinante para la transición. «Se dice que, antes de la muerte de Gómez, hubo algunos cambios internos que se aceleraron después con la propia coyuntura».
Alfaro Pareja enfatiza que, en el momento actual, hay que tener mucha cautela en torno a las expectativas sobre el proceso de la transición que siempre se caracteriza por etapas, ciclos y dinámicas internas no exentas de incertidumbre.
«Por ejemplo, la transición que se da entre la caída del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez y el establecimiento de la democracia, de la república civil, estuvo marcada por una serie de procesos. Hay unas figuras estelares en ese proceso que son Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba y todo lo que es el Pacto de Punto Fijo», indica.
El politólogo Francisco Alfaro Pareja señala que al gobierno no le gusta el término transición porque, para la administración de Maduro, su gestión es democrática.
Afirma que, desde los distintos ámbitos en que se encuentren, los venezolanos están llamados a abonar el terreno para que cuando se dé el proceso de transición, pueda avanzar de la mejor manera posible porque, es muy probable, que tenga adversarios y obstáculos en el camino.
«La situación actual del país con las elecciones de julio conforman una coyuntura muy importante e interesante para lo que podrían significar los comicios y el inicio de la transición. Esto podría ser posible por varios motivos: Es una elección prevista en el calendario electoral, no es un referendo, ni una elección sobrevenida. La mayor parte de las encuestas hablan de la posibilidad de que se genere un cambio y de que la población vote por un cambio con mayor o menor ventaja y desde el punto de vista institucional está la expectativa de que se respete la fecha y quese respeten los resultados», expresa Francisco Alfaro Pareja.
Advierte, sin embargo, que los comicios se mueven en un tablero desbalanceado y todavía faltan por definirse muchas cosas. «Pero, sin duda alguna, hay un estado de ánimo en la población que indica que el país avanza hacia un potencial cambio. Sin embargo, es necesario que a lo interno de la coalición dominante, haya también gente ganada a esa posibilidad de transitar».
Indica también que, para el gobierno de Maduro, podría significar una oportunidad de pensar en la alternancia. «Además, siento que el candidato Edmundo González Urrutia conjuga varias características que ayudarían a esa entrega de mando y lo posterior que, a partir de allí, suceda pueda darse de una manera tranquila, sin violencia, y no exenta de procesos de justicia».
Para el politólogo John Magdaleno resulta de mucha utilidad hacer un análisis comparado exhaustivo para decodificar las regularidades que se presentan en los procesos de transición que han sido exitosos y extraer algunas lecciones, como ocurre también con las experiencias fallidas.
“Yo podría decir, por ejemplo, que hay algunos paralelismos de la Venezuela actual con la Serbia de tiempos de Milošević. Antes de las presidenciales del año 2001, hubo unas primarias que tienen lugar en un contexto de mucha fragmentación de la oposición”, refiere.
Añade que, en ese caso, también hubo diferencias con Venezuela. En las primarias, participaron no menos de 18 partidos políticos y no había un candidato que claramente recogiera la mayoría del favor popular. “Fue un proceso promovido por un movimiento fundado por estudiantes universitarios, pero que llega a ser un gran movimiento social, que agrupa no menos de 400.000 o 500.000 activistas en 70 ciudades de Serbia”.
Magdaleno afirma que, en la región, uno de los casos que tiene ciertas similitudes y también diferencias es el de Nicaragua. cuando se celebraron las elecciones presidenciales de 1990.
“En medio de muchas tensiones, solo una encuestadora señaló que la primera probabilidad de triunfo la tenía Violeta Chamorro, y el resto de las encuestadoras dijo lo contrario. El secreto de ese estudio es que los encuestadores que, hasta donde entiendo, estuvieron bien formados para auscultar en un momento una circunstancia en la que había mucho temor por parte de la población, llevaban un lapicito azul, que era el color de la campaña de Chamorro, y así fue como el resultado de esas encuestas daban diametralmente distinto al que sugería el resto”.
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Agrega que Chamorro gana la Presidencia, pero hubo mucha presión para que el orteguismo entregara el poder “y de hecho el orteguismo formuló un conjunto de exigencias, empezando por la idea de Humberto Ortega, el hermano de Daniel Ortega, que para entonces era ministro de la Defensa, debía seguir ocupando el cargo para sentarse a negociar el resto de las condiciones para la transferencia del poder”.
Respecto a la situación de la Nicaragua actual y las comparaciones que se establecen con el gobierno de Maduro, John Magdaleno señala que el nivel de represión de Nicaragua es mucho mayor que el de Venezuela. Por ejemplo, “aquella luna de miel entre los empresarios y el poder político ha desaparecido y hay crecientes tensiones desde hace años».
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Esta es una traducción de El Tiempo Latino. Puedes leer el artículo original en Factcheck.org. Escrito…