«Meraki» – La Gran Aldea

Hoy debuto en «La Gran Aldea». Esta columna la he llamado «Meraki». De ascendencia griega, esta hermosa palabra transmite la noción de dedicar el alma y el corazón a todo lo que emprendemos. Cuando se consulta su significado siempre se alude al ámbito de la joyería, donde cada pieza elaborada con «Meraki» lleva aparejada un toque personal que la vuelve realmente extraordinaria.

Con este fin, escribiré este artículo centrándome en una comprensión específica de un suceso en un período histórico particular, describiéndolo como algo más que una simple explicación de eventos que afectan a una determinada comunidad, pero que también son indicativos de un cierto patrón prevaleciente en la sociedad.

Los acontecimientos surgen de las personas mismas, como surge el agua de las fuentes subterráneas. La historia nos permite presenciar la continua revelación del destino humano desde lo más profundo de la humanidad.

En este caso, el término “era histórica” no se limita al período entre acontecimientos monumentales, sino que se convierte en el período en el que domina una forma de vida. Así hablamos del «Siglo de las luces», del «Siglo de Oro Español», por tan solo nombrar algunos.

Suelen caracterizarse por cambiar ciertos valores y costumbres de una sociedad en una determinada época histórica.

Si hacemos un recuento de momentos en los cuales se ha pasado del desaliento a la euforia, o mejor, dicho, de la inacción a la protesta social, son varios los acontecimientos que acuden a nuestra mente. Son fases durante las cuales ocurren hechos que le dan un vuelco a la historia.

«Se trata de un movimiento nacional de protesta pacífica. Ha ido creciendo exponencialmente; es sentimiento y es razón»

Basta con recordar un gesto que ocasiona un desafío al imperio británico. En 1930, Mahatma Gandhi, en su lucha por la independencia de la India del «Raj británico» emprendió la famosa «The Salt Satyagraha» (La marcha de la sal). En su ruta de la no violencia («áhimsa»), condujo una manifestación que recorrió al país y la protesta era contra los impuestos que se le habían asignado a la sal.

Gandhi hizo un recorrido de unos 300 kilómetros, cifra que se recoge en las distintas reseñas de este suceso, y al llegar al mar recogió un poco de sal con sus propias manos. Con este simple gesto, Gandhi exhortó a sus coterráneos a hacer lo mismo y quebrantar la prohibición sobre la producción y comercialización de la sal. ¡Había sido desafiado el Imperio! Fueron arrestadas unas sesenta mil personas, incluyendo al propio Gandhi, pero las leyes, al cabo de un tiempo, quedaron derogadas.

Otro de esos momentos que han permanecido en los anales de la historia, fue el llamado «otoño de las naciones», referido a la caída del comunismo, y quedó grabado en las imágenes de una multitud derribando el muro de Berlín. Este «otoño» se inició en Polonia un año antes con las protestas y paros que estuvieron promovidos por el sindicato Solidaridad.

Centrándome en Venezuela, hemos transitado de la desesperanza a la esperanza; de la indiferencia ciudadana, a la activa participación; del fuerte descreimiento a la confianza. Esta travesía comenzó con la convocatoria a unas elecciones primarias; el nombramiento de una Comisión Nacional de Primaria y su carácter autónomo. Durante ese año, vimos cómo se dio el paso de la desconfianza a una actitud más esperanzada, hasta llegar a la culminación de ese proceso y la realización, contra viento y marea, de las elecciones, cuyo resultado, conocido por todos, produjo un nuevo cambio. Empezaron a formarse alianzas, no exentas de acechanzas y golpes muy fuertes; persecuciones, encarcelamientos y, sin embargo, se consolidó una candidatura para las elecciones presidenciales. La confianza se ha ido sobreponiendo a la suspicacia.

Decía un conocido analista político, Georg Eickhoff, en un tuit excelente por su certera visión, que en las calles y pueblos de Venezuela se está produciendo un fenómeno realmente inédito en nuestra patria; no puede reducirse a entenderlo como la postulación y aceptación de una o dos candidaturas. Se trata de un movimiento nacional de protesta pacífica. Ha ido creciendo exponencialmente; es sentimiento y es razón; es determinación por lograr un giro copernicano. Y esa determinación se siente en cada concentración, en cada grito de «Libertad».

Es una etapa donde se ha potenciado la figura femenina; el papel maternal; la batalla por recuperar a los hijos errantes; el retorno y reunión de las familias. Estamos pariendo a una nueva Venezuela, lo repito una vez más. Buscamos restituirle a esta Tierra de Gracia su dignidad y lo estamos haciendo con «Meraki», es decir, le estamos poniendo alma y corazón.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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