Maria Corina Machado y Sergio Garrido coinciden en el error. Ambos lo hicieron mal. El impasse entre la candidata presidencial y el gobernador del estado Barinas ratifica la necesidad de crear espacios de comunicación que sirvan para disminuir las tensiones, superar la desconfianza que se ha enquistado en la oposición y construir unidad.
Garrido rodó primero en su declaración a un medio local: “Nuestra postura siempre ha sido clara, no nos vamos a parar por ella, escogeremos entre todos un nuevo candidato o candidata, para que sea el Presidente o Presidenta de todos los venezolanos”.
Más atrás le siguió la abanderada, echándole leña al fuego: “Mucha gente habla del caso Barinas donde Maduro inhabilitó al candidato que había ganado, después a otro y otro y terminó quedando un gobernador que hoy es absolutamente afín a Maduro, sigue la narrativa del régimen, promueve sus ideas y sus planteamientos”.
Antes de entrar al fondo de la respuesta, cabría preguntarse: ¿María Corina tenía que contestarle directamente a Garrido? Además de ser la candidata presidencial, hoy se le reconoce como la lideresa, la principal referencia de la oposición. Esa posición le obliga a escoger mejor sus peleas y evitar descender a un terreno que está por debajo de su nivel.
Entrando en materia, tampoco contribuye a la causa de la unidad opositora señalar que el gobernador es “afín a Maduro”. Garrido no es chavista ni madurista. ¡Es adeco! Quizá otro vocero, no la candidata, ha podido limitarse a recordarle al mandatario regional que su partido Acción Democrática, que forma parte de la Plataforma Unitaria y de la delegación de la negociación, se ha comprometido a luchar por hacer valer la voluntad popular que el 22 de octubre escogió a María Corina como la abanderada de las fuerzas del cambio. Punto.
Forma y fondo
Ahora, sobre el gobernador. Desde que asumió el cargo, el señor Garrido ha eludido involucrarse en temas de política nacional. En cuanto a la primaria, lo único que se le recuerda es que a 24 horas de la celebración del proceso, salió a pedir su posposición repitiendo las excusas de Carlos Prosperi. Hasta allí su aporte a la elección interna.
Habría que decirle a Garrido que para plantear un plan B, primero hay que respaldar sin ambages el plan A. El gobernador debería saberlo. Tomando en cuenta la realidad de la oposición, que él conoce muy bien, debería medir sus palabras con la finalidad de construir confianza, atenuar las tensiones internas y crear espacios de negociación.
Cuando quiere, Garrido puede ser en extremo diplomático. Basta ver el comunicado que emitió tras la detención del sindicalista Víctor Venegas, un texto que debería servir de guía a todo aquel que quiera expresar su crítica a un régimen autoritario sin arriesgarse a que le corten la cabeza de un tajo.
Importa el cómo y también el cuándo. La “iniciativa” de Garrido surge luego de la captura de Venegas y de la visita a Barinas de Diosdado Cabello, quien en su terruño le dejó este recado: “Que llame a sus locos y los encierre, porque si no, nosotros vamos a creer firmemente que él está detrás de la violencia en el estado Barinas”.
Unidos o pegados
El gobernador se ha preocupado por cultivar una buena comunicación con el gobierno central. Esto es absolutamente necesario y se entiende. Si se revisa el archivo, podrán conseguirse varias imágenes de él junto con Maduro y Delcy Rodríguez. Comprensible, pues debe mantener una relación institucional en beneficio de la calidad de vida de los barineses. Pero, ¿por qué no puede tener una foto con la candidata?
Para bailar tango, se necesitan dos. Y para la gráfica de una pareja, también. Así que sería injusto cargarle la mano al gobernador por la inexistencia de esa instantánea. La responsabilidad debe ser compartida y tendría que dar paso a una reflexión. Si nadie puede solo y todos se necesitan, por qué no dejar a un lado las discrepancias con el objetivo de impulsar un proyecto unitario para enfrentar al régimen.
Cuando el chavismo desconoció el triunfo de Freddy Superlano, nadie recuerda a Garrido presionando o poniendo en entredicho el liderazgo del ganador. Por el contrario, todas las fuerzas políticas apoyaron a Superlano y pusieron en sus manos la conducción del proceso, en el marco de la unidad regional.
Garrido no fue el plan B. Ni el C. Ni el D. Tras las inhabilitaciones de Superlano, su esposa y su jefe de campaña, así como la decisión de otro dirigente local de no participar por temor a represalias, cayó en sus manos la candidatura.
En 2021 el tiempo realmente apremiaba, porque el oficialismo ya había fijado para el 9 de enero de 2022 la nueva cita electoral. En contraste, en estos momentos nadie sabe cuándo serán los comicios presidenciales ni la fecha de las postulaciones. Con más razón, la oposición debe exigir en esta etapa que se respete la inscripción de su abanderada, para honrar así lo refrendado en el Acuerdo de Barbados.
Los políticos están llamados a evaluar y tener posibles soluciones para todos los escenarios. Claramente hoy el más probable es que María Corina no pueda competir en las presidenciales. Nadie lo duda. Puertas adentro, los dirigentes deben analizar cómo responder a la inhabilitación, conscientes además de que se han comprometido a mantenerse firmes en la ruta electoral, al margen de cualquier abuso del chavismo.
Sin embargo, para avanzar en el plan B, primero debe trabajarse por el A. Llevar un tránsito ordenado, generar confianza y atenuar las resistencias, con ánimos de convertirse en un factor de diálogo y encuentro entre las partes. No se puede pasar la página como si nada. Todo lo demás es facilitarle el juego al chavismo, haciendo del tema de la candidatura un nuevo motivo para la división y los ataques fratricidas. Un plan C. De calamidad.
La entrada María Corina, el gobernador Garrido y el famoso «Plan B» se publicó primero en La Gran Aldea.
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