Expertos consultados por TalCual coinciden en que es evidente la caída del respaldo popular al proyecto «revolucionario» que se instaló en el país en 1998 con Hugo Chávez y que luego de su muerte continuó Nicolás Maduro. Margarita López Maya, doctora en ciencias sociales, considera que la génesis de esta merma fue en 2007, a partir de la «arbitrariedad» con la que se manejó la derrota del referendo constitucional que proponía la conformación de Venezuela como un Estado socialista. Pedro Benítez, historiador, apunta a 2013 cuando Maduro asume la presidencia
El oficialismo parece estar en el momento electoral más incómodo de las últimas dos décadas. En los comicios presidenciales de este 28 de julio, el mandatario Nicolás Maduro, quien aspira a la segunda reelección, compite no solo con candidatos adversos a sus políticas de gobierno, sino con el descontento de la gente por el colapso de los servicios públicos, el declive de la economía, la profundización de la precariedad de sus condiciones de vida, la corrupción y su discurso impositivo.
El autoritarismo carcome el proyecto “revolucionario” que alguna vez catapultó al expresidente Hugo Chávez al poder y que antes de morir este le encomendó a Maduro preservar. La crisis no es de ahora, el decrecimiento del músculo electoral del gobierno data desde hace varios años.
En las presidenciales de 2012, Chávez dejó un techo de 8 millones 191 mil 132 votos. Un año después, tras su muerte, Maduro ganó con 7 millones 587 mil 579 votos a Henrique Capriles, candidato que obtuvo 7 millones 363 mil 980 votos. Luego, en 2018, fue reelecto por primera vez con 6 millones 245 mil 862 votos.
En los comicios de este año, Maduro, que aspira lograr su segunda reelección, es insistente en pedir a las bases del Gran Polo Patriótico (GPP) “no confiarse” y fortalecer el sistema 1×10. Asevera que el legado de Chávez es amenazado por “la vieja y el viejo decrépito” del capitalismo y la oligarquía, respectivamente. En el período de campaña previo a los comicios, este basó su acción en prebendas y amenazas a trabajadores de la administración pública para mostrar fuerza en las actividades de calle.
Para Margarita López Maya, doctora en ciencias sociales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la génesis del decrecimiento del oficialismo fue en 2007, a partir de la “arbitrariedad” con la que se manejó la derrota del referendo constitucional, una propuesta de Hugo Chávez que buscaba reformar más de 69 artículos de la Carta Magna y que, entre otras cosas, proponía la conformación de Venezuela como un Estado socialista.
Enfatiza que tras perder con votos, el oficialismo tenía la obligación constitucional de no seguir la ruta hacia el socialismo y aun así lo hizo. Asevera que el gobierno de Hugo Chávez apeló a instrumentos como el autoritarismo y el clientelismo para obtener legitimidad.
López Maya apunta que, si bien es cierto, la llamada revolución siguió ganando elecciones, el descontento crecía, pero no era demasiado evidente porque, en principio y debido a la bonanza petrolera, el dinero fluía. La impopularidad se evidenció cuando el dinero dejó de fluir.
La también historiadora recuerda que Chávez ganó en 2006 las presidenciales, frente a Manuel Rosales, con 7 millones 309 mil 080 votos. “Sobreestimó su popularidad y pensó que su propuesta al socialismo no sería debatida, se confió en que sería fácil”, menciona.
Incluso, añade, Chávez exigió, en el decreto constitucional de la comisión presidencial, que no se pormenorizara a la población lo que se haría en la enmienda.
“Todo se combinó para que la gente tuviera dudas y confusión. Si unes eso con el movimiento estudiantil que emergió con el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV), eso levantó el ánimo a la oposición”, destaca.
Rememora que en los años siguientes al de la reforma, la izquierda vio cómo la oposición, que fue aplastada en 2004 y luego en 2006, fue levantándose con una estructura diferente, que es la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). “La oposición se comprometió con la ruta electoral en las parlamentarias del 2010 y así comenzó a tener resultados positivos”, dice.
*Lea también: María Corina Machado y González Urrutia: una campaña sin medios, ni medio
El historiador Pedro Benítez coincide con Margarita López Maya. Rememora que el 2006, luego de ganar las presidenciales, Chávez exclamó frente a la ciudadanía que el país se encaminaría hacia el socialismo.
“Pero hubo 3 millones de personas que votaron por Chávez presidente (en 2006), pero no por el Chávez socialista. La gente no le compró el mensaje y por eso salió derrotado en el referendo”, dice.
Para Benítez, el punto de inflexión del oficialismo fue mucho más evidente en 2013. “Maduro llegó al poder en el momento en que se desató la crisis y no pudo o no tenía capital político para hacer el giro económico que el país necesitaba en ese momento”, explica.
Agrega que a partir de ese año hubo una desaceleración de los indicadores económicos del país. A partir de ahí, señala, se comienza a derrumbar el modelo que se había construido desde la gestión de Chávez, debido a las condiciones económicas que comenzaron a ir en declive y al colapso de los servicios públicos. “Había un proceso de desgaste electoral”, añade.
Según lo expuesto por Benítez, en los últimos años de gestión de Hugo Chávez, Venezuela vivía en una economía artificial que era distorsionada por el tipo de cambio. Afirma que el colapso comenzó a ser percibido por la ciudadanía después de la muerte del exmandatario.
Margarita López Maya, también analista político, apunta que el contexto socioeconómico que vive el país en este 2024 es similar al que se vivía en 1998, año en que Chávez llegó al poder. “Era una crisis profunda, que calificamos de estructural. Los venezolanos no habíamos vivido una crisis de esa profundidad”.
Recuerda que en ese entonces había un inmenso descontento social debido a la inflación galopante, la carestía de bienes y el empobrecimiento de la ciudadanía. Destaca que no fue casualidad que en los años 90 emergieran movimientos de jubilados y pensionados. “En esa década creció la desigualdad”, indica.
A su juicio, la realidad actual se parece a la de hace 26 años: hay una crisis multifactorial que abarca todos los rubros y las denuncias de corrupción también imperan.
“La campaña de Chávez en el 98 y la de Edmundo González Urrutia, que es encabezada por María Corina Machado, tienen aspectos similares. Vemos, al igual que hace más de dos décadas, un liderazgo emergente y carismático, con manifestaciones de pueblo parecidas a las que vivió Chávez. La gente también llora, y abrazan a ese liderazgo alternativo”, expone.
La diferencia, precisa López Maya, es que Chávez caló entre la gente con un liderazgo carismático y populista. Sostiene que el populismo se caracteriza por un discurso polarizador. “Chávez apareció con un lenguaje que dividió a la sociedad entre los ‘buenos’ y los ‘malos”.
Machado, en tanto, apuesta por un lenguaje de mujer que sabe el sufrir de las madres que vieron a sus hijos partir del país por la crisis. “En estos liderazgos carismáticos la personalidad es importante porque va a moldear lo que podrá suceder”, señala.
“Cuando hay crisis que no se resuelven, aparecen liderazgos diferentes. Chávez lo hizo en el 98, ahora lo hace la oposición”, enfatiza.
El gobierno de Nicolás Maduro comenzó en crisis y se mantiene igual. Pedro Benítez destaca que elección tras elección la fuerza electoral de Gran Polo Patriótico fue esmirriándose. Una muestra de ello fue en las elecciones parlamentarias del 2015, cuando los partidos del oficialismo perdieron abismalmente, frente a la oposición, que logró ganar la mayoría de las curules en la Asamblea Nacional.
Benítez puntualiza que en 2018 el gobierno de Maduro logró quebrar el juego político con la imposición de la asamblea constituyente, que fue un golpe de Estado a la AN-2015, lo que provocó una desmovilización del voto opositor y una alta abstención.
En ese entonces la estructura del control social del oficialismo aún le daba resultado, pese a la emergencia humanitaria compleja que se había instalado en la nación.
Margarita López Maya resalta el hecho de que Chávez capitalizó el descontento que la ciudadanía tenía en la década de los 90 en la elección presidencial del 98 y luego con la constituyente de 1999.
Reconoce que los 13 años de gobierno, Chávez los ganó con gran respaldo popular. Inclusive la intentona de golpe de Estado de 2002 lo fortaleció y legitimó aún más entre la gente.
“Las confrontaciones le dieron la consolidación al gobierno emergente de Chávez. Esto no tenía que ver con el dinero, sino con las estrategias políticas de los actores. La estrategia polarizante la usaría Chávez hasta su muerte. Muchas veces dijo que le convenía”, comenta la historiadora.
Luis Salamanca, doctor en ciencias políticas, dice, por su parte, que una estrategia bien jugada por el exmandatario fue la creación de misiones sociales. Comenta que estas hicieron que él entonces mandatario en los momentos álgidos recobrara su popularidad.
Salamanca resalta el hecho de que Chávez logró alinear todo el sistema institucional en su favor y eso le dejó como herencia al gobierno de Maduro.
Lo dicho por Salamanca, es ratificado por Pedro Benítez, quien señala que Chávez participó en el 98 con apoyo popular pero sin poder. Mientras que es al revés, compite con el poder a su favor, pero sin el respaldo del pueblo.
“Maduro pretende imponerse porque tiene el respaldo de las armas. Está jugando contra la voluntad de la mayoría, porque en unas elecciones limpias perdería”.
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