Maduro apela a la autocrítica para ocultar escasez de propuestas

En la campaña electoral el mandatario Nicolás Maduro se asoma como el único candidato capaz de sacar al país de la crisis, pero no dice cómo. Para Daniel Varnagy, doctor en ciencias políticas Maduro recurre a mesianismo político, porque sabe que  «los mensajes salvadores, de parte y parte generan adeptos» y sobre todo porque el gobernante tiene claro que Venezuela existe la tendencia a dar segundas oportunidades. El sociólogo Damián Alifa considera que no hay grandes cambios con respecto a otros procesos de campaña

El mandatario Nicolás Maduro busca su segunda reelección con la autocrítica como estrategia de campaña. El gobernante no ofrece grandes propuestas; lejos de eso, apela a la «revisión» de su gestión y la de su gabinete, a intimidar a la ciudadanía con la hipótesis de que si la oposición llega al poder acabará con las misiones sociales, y a recrudecer la persecución y la criminalización contra la disidencia.

Maduro suma a su oferta la promesa de que «lo que viene para Venezuela son tiempos de milagros, de crecimiento, prosperidad paz y unión», siempre y cuando la llamada “revolución” se mantenga en el poder. Insiste en ser un «presidente fuerte» que enfrenta a opciones «sin energía» y se pinta, además, como el único capaz de vencer los ataques gestados desde el «imperialismo».

El abanderado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no desaprovecha la temporada de campaña y saca a relucir la imagen de Hugo Chávez. Desde el primer día pidió a la ciudadanía votar por él en las elecciones para regalarle una «victoria» al difunto expresidente, quien en vida cumpliera ese día 70 años, desde entonces en cada alocución repite el emplazamiento.

Aunque en sus alocuciones dice saber lo que hay que hacer para sacar al país de la emergencia humanitaria compleja que se instaló en su propia administración, no dice cómo lo hará. Expertos consultados por TalCual coinciden en que el discurso de autocrítica en el que hasta ahora Maduro ha basado su campaña busca ocultar su falta de propuestas a la ciudadanía de cara a un eventual nuevo período constitucional en caso de ganar los comicios.

*Lea también: La campaña reactiva: una de las cartas que juega Maduro para el 28 de julio

Esconder la nada

El sociólogo Damián Alifa considera que no hay muchas innovaciones en la campaña de Maduro. Señala que hasta ahora la estrategia ha sido parecida a las ejecutadas en elecciones anteriores: presentarse como el candidato que garantiza paz y estabilidad y exponer un hipotético triunfo opositor como el inicio de una guerra civil o un período de violencia nacional.

Para el investigador, Maduro en estos comicios, como lo ha hecho antes, se presenta como un opositor a su propio gobierno al «hacer críticas, regañar a algún ministro o funcionario del Ejecutivo y hacer autocríticas públicas». A su juicio, el gobernante también ha apostado por hacer algunos golpes de efecto que generen controversia y agenda en la conversación pública, por solo poner dos ejemplos: “el tema de las «motopiruetas» y la creación del Ministerio del Adulto Mayor”.

«Lo natural es que un presidente que busque la reelección presente un balance de las obras hechas, de estadísticas macroeconómicas , de estadísticas sociales. Pero cuando eso no pasa, pues hay otras estrategias comunes en candidatos a la reelección, una de ellas es presentarse como autocrítico, incluso como alguien que está remando solo y que ha tenido que empujar a su entorno para que las cosas avancen. Esta idea es la que intenta posicionar Maduro», subraya Alifa.

Para el analista político una de las mayores innovaciones en este período de campaña han sido las apariciones públicas de Maduro junto a pastores evangélicos.

«En esta elección el inicio de la campaña ha sido una mera formalidad, pues ya lleva tiempo en marcha. Tal vez un cambio relevante ha sido la mejora en términos de actividades de calle, porque durante el período de ‘precampaña’ había estado bastante floja la movilización chavista, salvo algunas excepciones», agrega.

Con Alifa coincide el politólogo Fernando Spiritto, quien reconoce que le impresiona la falta de un mensaje con oferta electoral por parte del Ejecutivo. «Han hablado de transición al socialismo, pero ni ellos mismos creen en esa etiqueta. No tienen nada qué mostrar, este país lleva 25 años sin que se construya infraestructura, no hay un obra como razón de voto que el oficialismo pueda exponer», dice.

Subraya que la insistencia del Estado de movilizar a través del 1×10 también deja ver que «pareciera que están claros que les cuesta mantener la pasión política en la ciudadanía y por eso insisten en la aplicación de este sistema y hasta en revivir la figura de Hugo Chávez en algunos sectores».

Spiritto destaca que en este tiempo, el tema económico ha sido interesante, debido a que la tradición del oficialismo había sido aumentar el gasto público, pero ahora, dice, no tienen recursos para hacerlo. «Su estrategia ha sido mantener el dólar fijo, que para ellos es una jugada antiinflacionaria, por tanto, usan el dinero que tienen para mantener el dólar fijo. Es una estrategia inteligente en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo va a ser una catástrofe porque permiten una sobrevaluación del bolívar», comenta.

El primer día de campaña sirve como ejemplo de lo dicho por los expertos consultados por TalCual. Ese día Maduro también visitó el estado Zulia. El gobernante criticó la situación de la ciudad de Maracaibo y amenazó con tomar funciones del gobernador y los alcaldes de dos municipios (Maracaibo y San Francisco) «hasta nuevo aviso».

«Sé que falta mucho por hacer, pero el Zulia debe tener la confianza absoluta que estamos en el camino correcto», aseguró en ese momento.

Nada es al azar

Desde el inicio de la campaña Maduro ha pasado por Zulia, Distrito Capital, Lara, Miranda y el estado Sucre. En todas estas entidades, sin contar los estados por donde pasó antes de oficializarse el inicio de la campaña, la estructura del discurso ha sido básicamente la misma: por un lado, el mandatario ha llamado a sus bases a pescar adeptos, ya sean personas descontentas con la oposición o nuevos votantes y los emplaza a fortalecer el sistema 1×10.

Maduro pide a sus bases mantenerse unida para evitar la llegada a Miraflores de «los apellidos», refiriéndose a la oposición. Seguidamente pregunta a la ciudadanía «¿Quién ha estado con el pueblo cuando la pandemia por el coronavirus, la guerra económica o en la distribución de los CLAP  cuando había desabastecimiento de insumos en el país?».

Daniel Varnagy, doctor en ciencias políticas, explica a TalCual que desde mediados y hacia finales del siglo XIX el fisiólogo ruso Iván Pavlov propuso la teoría del condicionamiento clásico, «una técnica para lograr cambios de conducta en los animales y en los seres humanos».

Varnagy, también profesor de la Universidad Simón Bolívar (USB), expone que «en el caso de los sistemas de izquierda, y desde 1917, al triunfo de la ‘revolución bolchevique’, la repetición ‘ad-nauseam’ (en exceso) de frases, discursos, partes de discursos, ideas, se terminan convirtiendo en piezas claves para el condicionamiento de la población».

El experto asevera que todo discurso repetido miles de veces, o partes del mismo, logra «lo que se llama una primera etapa del convencimiento».

Pese a lo antes expuesto, Varnagy también afirma que esa primera etapa del convencimiento, aunque puede tardar muchos años en desaparecer, «al chocar con la realidad, por promesas no cumplidas, desilusiones, decepciones y falsas expectativas a partir del discurso» se quiebra. Reconoce que a veces eso tarda meses, años o décadas.

Sobre la repetición de estos discursos, en tanto, Damián Alifa considera que «la estrategia del chavismo de los últimos años ha sido cohesionar a la base dura, reforzar su fidelidad, movilizarla y desmovilizar a la base más blanda de la oposición, utilizando las amenazas del caos total si llegan a perder u otras estrategias más blandas como mostrarse garantes del orden y abiertos a reformas y flexibilizaciones».

El 9 de julio desde el estado Sucre, Maduro mostró un tarjetón electoral y dijo: «Aquí tenemos 10 candidatos y 38 partidos políticos ¿Quieren más democracia? ¿Quién es el candidato que garantiza la paz y la estabilidad de Venezuela? ¿Ustedes quieren que vuelva la violencia y la guarimba? Ellos tienen un plan para traer paramilitares colombianos para sembrar violencia y cantar fraude». No fue la primera vez que esgrimió estas oraciones.

También acusó a los candidatos de ser «títeres», «manipulables» y no tener un plan de gobierno definido, pese a que el suyo tampoco está publicado para consulta pública.

Nicolás Maduro dijo que la oposición «está en la guerra eléctrica», y aseguró que ya hay varias personas detenidas por estos hechos: «Yo le pido al Ministerio Público que les meta 30 años por traición (…) El 28 de julio le vamos a cobrar todas las cuentas a esa derecha extremista que ha hecho tanto daño cada año».

El mandatario en su alocución, no mencionó, por ejemplo que la crisis eléctrica comenzó en 2009, al menos 8 años antes de que se impusieran las primeras sanciones individuales sobre él y otros funcionarios de su cúpula. También evitó mencionar, por ejemplo, que expertos en esa materia han afirmado que el problema del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) ha sido por la desinversión y desprofesionalización del rubro.

«Chávez corazón del pueblo»

Con el inicio oficial de la campaña, la canción «Chávez corazón del pueblo» entró a la contienda electoral, luego de que por meses el tema que predominara fuese «El gallo pinto», de un solo pueblo. El primer tema mencionado fue el usado en la campaña de Hugo Chávez en las últimas elecciones en las que compitió (2012) , y que ganó, un año antes de su fallecimiento.

«Maduro piensa que la figura de Chávez podría darle energía en su campaña. El chavismo fue antes de cualquier cosa un inmenso sistema clientelar. El asunto es que Chávez sabía interpretar y acercarse a las masas. Aunque hay sectores que son leales creo que esta estrategia no le va a rendir, sobre todo por el hecho de que el expresidente en su momento tenía a disposición más de un billón de dólares para ser efectivo con la ciudadanía y ahora no es así», dice el politólogo Fernando Spiritto sobre la utilización de la figura de Hugo Chávez como recurso de campaña.

Varnagy, por su parte, sostiene que si bien Chávez es una figura empleada de algún modo, «ya es cada vez menos utilizada». Expone que para las cúpulas ya es más un referente histórico que ideológico o económico. A su juicio, ha habido distanciamiento pragmático entre las políticas del expresidente y de Maduro.

«La figura de Chávez, si bien seguirá siendo un referente, está cada vez más lejos en términos emocionales y políticos. Ese sentimiento mesiánico hacia Chávez ya no está en capacidad de convertirse en una avalancha de votos, habida cuenta del fracaso del sistema y en particular del sistema económico», añade Varnagy.

Las segundas oportunidades

El uso de los recursos del Estado en favor de una candidatura, tampoco es cosa nueva. El 4 de julio se viralizó en redes sociales el reclamo de ciudadanos a cuentas en redes sociales de instituciones públicas en la que se difundía contenido proselitista en favor del mandatario Nicolás Maduro.

Al respecto, Damián Alifa destaca que «en Venezuela hay una nomenclatura: Estado-gobierno-partido». Sostiene que esto está «bastante normalizado y es imposible regularlo mientras que esa nomenclatura controle todo el poder institucional». El sociólogo destaca que «hace falta un reequilibrio de poder en Venezuela para poder frenar ese tipo de cosas, pero eso está aún muy lejos».

Spiritto, por su parte, recalca que en estos momentos electorales el Ejecutivo, que busca mantenerse en el poder, intenta «hacer ver a la gente cosas que no son», añade que «el Gobierno tiene experiencia en esto. Detalla que la hegemonía comunicacional, que tiene Maduro, y «que viene de la época de Chávez» es poderosa y «si unes esa hegemonía con las farsas y el tema clientelar» se convierte en peligrosa.

Varnagy, en tanto, menciona que la estrategia de Maduro también se pasea por manifestar populismo de Estado para ganar elecciones, lo que en su opinión «ha sido parte de la cultura política desde hace muchas décadas». Por otra parte, señala que hay pinceladas de «paternalismo recalcitrante del Estado», que en «cierta forma es chantaje emocional».

«Este populismo malversador ha sido clásico en estos últimos 25 años, y esto es particularmente cierto porque no hay el contrapeso de otras instituciones públicas que regulen el uso indebido de los recursos del Estado. Antes de 1998, hubo varias experiencias de fiscalizaciones de tiempo de uso y de orígenes de fondo donde hubo sanciones de distinta índole en estos casos. Por supuesto no era perfecto, pero había algún intento de contrapeso sobre el uso de los recursos del Estado en campañas políticas», dice Varnagy.

El analista resalta lo que antes podría ser denominado como mesianismo político, pues «todos los mensajes salvadores, de parte y parte, generan adeptos». Advierte que en Venezuela existe la tendencia a dar segundas oportunidades y esto, a su juicio, lo sabe Maduro.

«Hay un grupo de la población que aunque pequeño, sí puede estar en línea con el discurso de qué hasta ahora no se pudo, pero a partir de ahora, sí», alerta.

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