El conde de Transilvania le teme a la oscuridad. O, más específicamente, al efecto de las tinieblas en los votantes, a pocos días de la elección presidencial.
Los cortes de luz le apagaron la sonrisa al gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava. El video que publicó en su cuenta en Instagram el viernes 17 de mayo impacta por el contraste con las imágenes habituales.
Ni sonrisitas, ni bailes, ni focos estridentes. No tenía detrás a un grupo de reguetón sino a un puñado de militares y policías, unos vestidos de negro y otros de verde oliva, empuñando armas largas con cara de muy pocos amigos. Una postal típica del chavismo, pero no tanto del siempre jocoso Drácula.
La crisis eléctrica se ensaña contra los carabobeños y Lacava responde con la fórmula patentada por el oficialismo: amenazas y represión. Lejos de mostrarse acompañado por ingenieros, técnicos y expertos, el mandatario regional se rodea de militares y policías para abordar la situación. No busca soluciones. Busca culpables.
«Como no se hizo la tarea de aumentar la generación de megavatios, ahora toca por enésima vez apretarse el cinturón. Brillante. Menos producción, menos trabajo, menos oportunidades, menos progreso»
El gobernador anuncia que encabeza un operativo nocturno -no puede ser de otra manera, es Drácula- en la zona industrial de Valencia “en una de las tantas granjas de minería que hemos bloqueado y desconectado por la necesidad que tenemos de que esos megavatios que se están prácticamente robando para la producción de criptomonedas en detrimento del pueblo de Carabobo, no se puedan seguir absorbiendo y de esa manera disminuir el consumo”.
El chavismo es el prototipo del marido cornudo. Incapaz de ver el mamut de 130 toneladas que deambula por su sala, siempre se entera de último. “Miren esto, estos son contenedores enteros de máquina, aquí se decomisaron miles y miles de máquinas. Una cosa impresionante esto, yo no sabía que esto era tan grande”, exclama sorprendido Lacava.
Pero son muchas cosas las que ignora el avispado mandatario regional. “No sé si esto estuvo autorizado por Caracas, no lo puedo saber”, confiesa. Cualquiera supondría que en ese momento ya lo ha debido tener claro, pues un procedimiento apegado a la ley exige dialogar con los dueños y revisar la documentación, salvo que aquello sea un asalto propagandístico que viole el debido proceso.
Con la firmeza que caracteriza a la cúpula roja, Lacava manifiesta enfático: “No como cuento de que me llamó fulano, me llamó perencejo. Si usted me conoce y tiene una granja, no me llame”. ¿Cuántas veces sonará ese teléfono al día para que el señor gobernador lance esa advertencia? El tráfico de influencias y el amiguismo tienen un lugar privilegiado en la revolución, pero ciertas condiciones aplican.
Por supuesto, no podían faltar las menciones sobre la “guerra contra el sistema eléctrico” y “los recursos bloqueados en el exterior”. Ni una palabra con respecto al gigantesco saqueo que significó la recordada “emergencia eléctrica”, con los miles de millones de dólares que se repartieron funcionarios revolucionarios y bolichicos.
Lacava sostiene que “yo soy el primero que propicio la actividad económica”. Nadie puede dudarlo, luego de ver ese desfile de ferraris en las calles de Puerto Cabello, con restaurantes lujosos y canchas de pádel. “La prioridad es la gente”, afirma.
Adelanta que “los grandes consumidores eléctricos” tendrán que disminuir sus actividades “para poder darle tranquilidad a la población”. Como no se hizo la tarea de aumentar la generación de megavatios, ahora toca por enésima vez apretarse el cinturón. Brillante. Menos producción, menos trabajo, menos oportunidades, menos progreso. Para vivir viviendo.
“Es un tema momentáneo”, se excusa el mandatario regional. Tiene razón, su preocupación llega hasta el 28 de julio. Los más radicales o conservadores del PSUV disparan sus estacas contra Drácula. En cambio, algunos en la oposición le ríen sus morisquetas, con la excusa de que es “distinto”. No obstante, los apagones terminan arrojando luces sobre su verdadera naturaleza. Rafael Lacava recuerda que el chavismo siempre será el chavismo.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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Esta es una traducción de El Tiempo Latino. Puedes leer el artículo original en Factcheck.org. Escrito…
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