Ayer circuló en las redes un video de Enrique Ochoa Antich –una suerte de la “carta abierta” de otrora– dirigido específicamente a María Corina Machado. En él, “con todo respeto” –y también con mucha vehemencia, habría que agregar– le pide que reconozca que no es su hora y le exige que se ponga a un lado y permita un consenso para todos los venezolanos. No se trata de un ensayo argumentado con rigurosidad, pero sí resume lo que piensan y publican muchos comentaristas políticos y, por tanto, motiva esta nota.
No puedo estar más distante de esa posición, creo que contiene atavismos de la izquierda venezolana más rancia y hasta cierta dosis de menosprecio. María Corina, se quiera o no, es la líder de la oposición venezolana en este momento y no es casualidad. Ha estado ya unos quince años en la arena política, y sus batallas ha peleado. Como suele ocurrir en un oficio tan ingrato, ha cosechado triunfos y encajado derrotas, pero en ambos lados ha demostrado tener una valentía poco común. Se ha arriesgado, no arruga y cuando le ha tocado perder no se ha escondido, ha aguantado la pela –incluso cuando el ataque ha sido físico–.
Ahora le tocó ganar en grande. Contra todos los pronósticos y pareceres –aquí incluyo el mío– se lanzó en la aventura de las primarias y el 22-O coronó una auténtica hazaña. Más que ganar, fue aclamada por los opositores y su victoria sacudió al chavismo, que se mofaba de ella y había tolerado las primarias porque le auguraban una catástrofe. Los números y la gente en las calles han demostrado que el noventa y tanto por ciento que obtuvo no es coba. Así se erigió en candidata y, por su acierto en lo que los demás habíamos interpretado era un error, también en líder de la oposición.
Todavía, sin embargo, no se habían apagado los ecos de la celebración, cuando comenzaron a asomarse los cazadores de güire de la política nacional a poner la infausta inhabilitación de MCM en el primer plano. Casi en modo simultáneo, apareció un gambito no usado antes en el ajedrez: el candidato sustituto. Acompañado, por supuesto, de un argumento dicho con fingido pesar: “Es que como ella está inhabilitada, lo mejor, para asegurar la unidad y el triunfo, es que renuncie y se escoja un sustituto. No es su hora”.
¿Cómo que no es su hora? El miércoles 28 de febrero, apareció publicada en redes y medios una encuesta de Datincorp: María Corina 55% y Maduro 14%. Si la escogencia es polarizada entre los dos, MCM 65% y Maduro 15%. Clarísimo está que es su hora y le toca usar las herramientas que da la política para materializar su candidatura. No se le puede pedir que haga lo que ningún otro político haría. Lo lógico es que cuente con la cooperación plena de todos los opositores para obtener su reivindicación. No concederle el crédito ni el tiempo necesario para tratar de superar la capitis deminutio decretada por el régimen, más que una canallada, es una equivocación política grave. Con ella ganamos todos.
En cuanto al pedido de “ponerse a un lado”, roguemos al cielo que no lo haga. El problema que se generaría sería mayor. Si lo hiciera mañana, por ejemplo, la oposición entraría en crisis, no hay una figura que pueda llenar el vacío que dejaría, y probablemente todos quieran hacerlo. MCM es así, en principio, una contención de apetitos sin cauce. Además, con la confianza que ha generado en más de tres lustros de activismo, sumado a su victoria en las primarias, generó una conexión emocional con la masa opositora que no puede ser dejada de lado ni en la construcción de la alianza para derrotar a Maduro ni en la campaña. En ambos episodios ella es el eje.
A la candidata y líder hay que pedirle entonces lo contrario, que se ponga al frente de este gran esfuerzo nacional y fortalezca ese vínculo. Que esté presente en campaña hasta el último día, hasta el final pues, y ejerza su liderazgo para, si es el caso, escoger un buen candidato o candidata. La propia encuesta de Datincorp muestra una realidad que debe ser interpretada y manejada políticamente tanto por María Corina como por los demás líderes opositores: 53% votaría por un candidato unitario de la oposición llámese como se llame. Y un dato aún más relevante, el 70% le aconseja a MCM que, de ser inamovible su inhabilitación, apoye a otro candidato opositor.
A la luz de esta última información empírica, está clara cuál es la voluntad de los venezolanos que llevan un cuarto de siglo castigados por el rigor chavista. Eso no hay nunca que perderlo de vista. Sería una paradoja trágica que no seamos capaces de producir una estrategia inteligente, una suerte de manual de procedimientos, que guíe la actuación de todos para hacer ineficaz la trampa de la inhabilitación y ganar una pelea que en términos de opinión política y apoyo popular está ganada. Un entendimiento que permita a MCM ejercer su liderazgo y buscar la candidatura –con pasión y vehemencia hasta el final, como se buscan las candidaturas– sin poner en peligro la posibilidad de ganar con otro candidato, si el régimen se atrinchera en su inhabilitación.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
El senador Eric Schmitt, republicano por Missouri, instó al presidente electo Donald Trump a que…
El sistema Starlink de Elon Musk ayudó a proporcionar acceso a internet a comunidades afectadas…
Los votantes sin título universitario están cambiando el juego político en Estados Unidos. Según AP…
Que el empresariado se dedique exclusivamente a su actividad comercial dejando de lado la política…
EEUU reconoció a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, posición ratificada también por…
El empresario italiano Alessandro Bazzoni y su esposa Siri Evjemo-Nysveen, buscados internacionalmente por el robo…