El 23 de abril de 1997, el jefe paramilitar Jorge 40 envió su ejército a El Toco, una vereda oculta en el municipio de San Diego, ubicado al norte del Cesar, donde vivían ochenta familias. Jorge 40 no dudó en dar la orden a sus hombres: asesinar o desaparecer a treinta personas que sospechaba eran colaboradores de las Farc.
Ese día, Alfonso Paredes* salió a buscar leña, mientras que en su casa, que estaba a orillas del Río Cesar, se quedó su esposa con sus hijos, quienes fueron sorprendidos por diez hombres armados que tocaron la puerta preguntando por el señor Alfonso Paredes. Su esposa les aseguró a los paramilitares que no estaba en casa, pero los soldados de Jorge 40 les pidieron las cédulas. El hijo mayor de Alfonso, que solo tenía 24 años, cargó con el peso de haber sido nombrado con el nombre de su padre. Le dispararon en el pecho y le dieron un tiro de gracia en la frente.
A Alfonso Paredes aún le pesa haber insistido tanto con su esposa para que bautizaran a su hijo con el mismo nombre. No poseía riquezas, pero deseaba preservar la tradición familiar manteniendo su nombre y apellido en el tiempo. Esto le costó la vida a su primogénito.
A esa misma hora, estaban masacrando a ocho personas más en El Toco. Cuando Alfonso Paredes, el padre, regresó a su casa, solo tuvo tiempo de recoger lo poco que tenía para huir con su familia del municipio de San Diego. Aún lamenta no haber podido darle cristiana sepultura a su primogénito.
Un mes después, el ejército de Jorge 40 volvió a El Toco con una nueva lista.
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El Toco había sido fundado por campesinos en 1991, y para 1997 ya contaba con dos escuelas, un hospital, y sus habitantes vivían de la agricultura. Sin embargo, después de las tres masacres, la vereda quedó desierta. Las ochenta familias tomaron diferentes caminos hasta el 2000, cuando decidieron recuperar sus tierras, cansadas de cargar con la cruz de ser desplazados.
Ante el Ministerio de Agricultura, en aquel entonces presidido por el liberal Rodrigo Villalba Mosquera, pidieron la restitución de sus tierras y crearon la Asociación Comunitaria de Parceleros de El Toco (Asocomparto) para reclamarlas. Quince años después, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, les otorgaron la certificación de propiedad sobre la tierra, pero el Gobierno no cumplió con todos. Solo 55 familias se beneficiaron, mientras que 25 familias recibieron indemnización.
Desde entonces, El Toco se convirtió en una vereda fantasma, que nadie visitaba y a la que ni el Ejército llegaba. Todo cambió en abril de 2021 con la llegada inesperada del entonces Gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, y su madre, Cielo Gnecco, quien para ese momento ocupaba el cargo de Primera Dama. En un quiosco, acomodaron a las 55 familias y anunciaron el nuevo proyecto Células de Desarrollo Agrícola (Agricel), que, según el Gobernador, les cambiaría la suerte. Se implementaría un sistema de riego a través de cuatro pivotes, liderado por Andrés Meza, el secretario de Ambiente del departamento.
La inversión sería de $6.725 millones, abarcando 7.500 hectáreas en el Cesar, siendo El Toco el proyecto piloto. El contratista seleccionado fue el CDT Ganadero, un consorcio que en 2008 había sido creado por la Gobernación del Cesar y también contaba con la Alcaldía de Valledupar y organizaciones gremiales.
Poco le importó al gobernador Luis Alberto Monsalvo que en 2019 el CDT Ganadero se había declarado en quiebra, tenía cuatro embargos y se había acogido a la Ley 550 de Reestructuración de Pasivos.
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Ese día, Alfonso Paredes fue el primero en levantar la mano para declarar su apoyo a Luis Alberto Monsalvo y le agradeció por revivir esa vereda “por la que había pasado todo, menos cosas buenas”. Como Alfonso Paredes, había varios. Pero no todos confiaron en el proyecto; Maricela López*, se opuso a firmar la autorización para comenzar con la obra. Sin embargo, el Gobernador les advirtió que si una sola persona se oponía, el proyecto se echaría para atrás y se elegiría otra vereda en el Cesar.
El 15 de junio de 2021, llegaron a El Toco los ingenieros con los tractores, que empezaron a demoler todo como requisito para levantar los cuatro pivotes. Lo más difícil para Alfonso y Maricela fue ser testigos de la destrucción de la vereda: talaron árboles y derribaron casas. Alfonso Paredes, dueño de 26 metros cuadrados de tierra, puso 16 metros cuadrados a disposición de la obra, dejando solo 10 para su casita.
El proyecto Agricel debía entregarse en diciembre de 2021. Una promesa incumplida hasta marzo de 2025.
Semanas después de iniciar la obra, el gobernador Luis Alberto Monsalvo regresó a El Toco, esta vez, no para hablar sobre el proyecto Agricel, sino para preparar la campaña de sus candidatos al Congreso para las elecciones de octubre de 2022. Pocos días después de esta visita, Luis Alberto Monsalvo fue condenado a 21 años y 8 meses de prisión por corrupción en el Programa de Alimentación Escolar (PAE). El robo fue de 3 mil millones de pesos.
Andrés Meza Araujo, secretario de Medio Ambiente de Monsalvo y su mano derecha, quedó como Gobernador encargado. El entonces presidente Iván Duque lo ratificó en su puesto, permitiendo que Luis Alberto Monsalvo continuara gobernando a través de él hasta las elecciones de octubre de 2022, cuando el clan Gnecco, liderado por Cielo Gnecco, consiguió nuevamente la Gobernación con Elvia Milena Sanjúan.
El contrato del proyecto Agricel comenzó con un valor de $6.725 millones, al que se le hizo una adición de $1.743 millones, por lo que la obra terminó costando un total de $8.468 millones. Esta adición fue autorizada por Lorena Paola Hernández Dangond, quien era la Secretaria General de Monsalvo.
De un plumazo, Lorena Hernández Dangond autorizó la adición sin tener en cuenta que la obra seguía sin empezar, a pesar de que ya se había desembolsado dinero. Aunque el secretario de Agricultura, José Emiro Osorio, sabía que el CDT Ganadero estaba en quiebra y no contaba con experiencia, también dio luz verde para continuar con el proyecto.
El proyecto Agricel pasó por la Secretaría de Planeación, que no corroboró que no contaba con los diseños necesarios para materializar el sistema de riego a través de los cuatro pivotes, ignorando que no se presentaron los planos con los diseños hidráulicos, la estructura de las tuberías y la capacidad del sistema de bombeo. Desde entonces, se han modificado 16 de los 17 puntos del contrato.
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La primera prórroga tuvo lugar en enero de 2022, el mes en el que se suponía que los habitantes de El Toco estrenarían la obra. En julio de 2022 se dio la tercera prórroga y, en efecto domino, llegó la cuarta en octubre, la quinta en diciembre, la sexta en septiembre de 2023 y la séptima y octava simultáneamente en abril de 2024.
El sistema de riego que iba a contar con cuatro pivotes terminó siendo un sistema de dos que hasta hoy están sin funcionar. La obra está paralizada, la fosa séptica se hunde, los pozos de agua dulce ahora son de agua salada, y cuando llueve, las pocas casas que quedaron en pie se inundan. En enero de 2025, los ingenieros, que les dicen a los habitantes de la vereda que deben esperar que llueva para cultivar, sacaron sus máquinas.
Irónicamente, quien sí logró hacer funcionar los pivotes fue el exgobernador Luis Alberto Monsalvo, después de que ordenara la instalación de dos pivotes en su Hacienda Ganadera El Sol, ubicada en el municipio de Valencia, con los que ha logrado convertir su finca en un próspero negocio ganadero, pero también exitoso en agricultura.
Sin tener donde cultivar, Alfonso Paredes no tuvo otra opción que mudarse a Codazzi, donde el estrés por lo sucedido agudizó su diabetes y perdió una pierna. Al igual que él, otras treinta familias volvieron a ser desplazadas de El Toco, esta vez no por Jorge 40, sino por el exgobernador Luis Alberto Monsalvo, quien cumple su condena en el Batallón La Popa, no sin antes despedirse de la Gobernación, dejando a 200 personas sin donde vivir.
*Los nombres de Alfonso Paredes y Maricela López fueron cambiados para proteger la identidad de los habitantes de la vereda El Toco.
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