Una vez más en la historia de Latinoamérica, Venezuela se convierte en un factor convulsionador, al igual que lo fue en otros tiempos. La decisión de sus sectores populares de dejar atrás las viejas y fracasadas propuestas socialistas- marxistas comienza a erosionar la izquierda latinoamericana. Sus más conspicuos representantes en el poder están pisando un terreno movedizo provocado por el fracaso en Venezuela del Socialismo Siglo XXI, una derrota que los ciudadanos de este país viven, denuncian y rechazan en la oportunidad que les ha brindado el proceso electoral venezolano.
Petro, Lula y AMLO están ante un escenario que se les escapa de las manos. Daniel Ortega llama arrastrado a Lula porque este viejo líder vacila en su angustia de apoyar a Maduro, sabe que no puede descalificar los acontecimientos generados en Venezuela por una derrota electoral ostensible ante el mundo entero.
Ortega desde su guarida vitupera a un Lula que se debate en medio de esta terrible confusión ideológica: no puede salvar a Maduro como quisiera, se resiste a calificarlo como dictador, lo intenta suavizar tildándolo de autoritario, aceptar que es un dictador es la más grave derrota para las ideas socialistas en nuestro subcontinente.
Los acontecimientos políticos venezolanos trascienden nuestro territorio, el saldo fatal de la ejecutoria del siglo XXI es implacable, una economía reducida a la quinta parte, 7 millones de venezolanos en la diáspora, desaparecidas 10.000 empresas que generaban trabajo y buenos salarios para las familias. Inocultable la destrucción de los servicios sociales, hospitales en ruinas, ambulatorios desaparecidos por la idea fracasada de sustituirlos por la solución populista cubana de “Barrio Adentro”. Médicos en diáspora, insertándose en los sistemas sanitarios de Chile, Colombia y en todos los países que les abran las puertas a estos capaces egresados de las escuelas de medicina de las universidades autónomas venezolanas. La educación en el suelo, las escuelas básicas que forman las nuevas generaciones en crisis total, con horarios mosaico, es decir un día de clases sí y otro no. Maestros en huelga por las miserables condiciones de vida sin siquiera tener los recursos para llegar a sus escuelas. Desnutrición extendida en la población infantil. Más del 33%% de los niños venezolanos en situación de deterioro irreversible de sus condiciones físicas. Universidades en la ruina, con profesores en la miseria. Un costo inmenso e impagable con las nuevas generaciones.
El saldo del fracaso del Socialismo Siglo XXI se riega en el corazón de la izquierda latinoamericana apegada a la vieja idea de que el mercado es aquel sitio donde el pez grande devora al pequeño y que por tanto el estado a través de la planificación centralizada debe dominar la economía. Una vieja consigna derrotada con la caída de la Unión Soviética. La destrucción de la propiedad como bien sostuvo Hugo Chávez, su “exprópiese” fue la fórmula más eficiente para la destrucción de la economía venezolana y el desatar de procesos de empobrecimiento de trabajadores sin empleo atenidos a las medidas populistas de los bonos que intentaban sustituir los salarios y la bolsa de comida CLAP como único recurso para alimentar a las familias.
Es innegable hoy que el fracaso en Venezuela de las ideas del socialismo está circulando por todo ese pedazo de Latinoamérica que aún permanece penetrada por los viejos dogmas. No ha sido en vano la implosión de Venezuela, la dimensión gigantesca de una diáspora, los ciudadanos, familias emigrando en busca de alternativas para sobrevivir. Más del 20% de la población huyendo, no de un sismo natural ni de una guerra, sino de una crisis política generada por la imposición de las ideas marxistas en la patria de Bolívar.
Este gran proceso que revuelve a Latinoamérica está expresado en la aparición de un nuevo liderazgo, surgen personas distintas, dejando atrás a los “caudillos”
tradicionales, socialistas, reconocidos falsamente como héroes: el Che Guevara, Fidel Castro, Hugo Chávez, Correa, Nicolas Maduro, Evo Morales, Juan Domingo Perón, López Obrador, Luis Inácio Da Silva (Lula), Gustavo Petro, protagonistas de experiencias fracasadas que han regado una estela de hambre, miseria, sacrificios humanos e injusticia a lo largo y ancho de nuestro hemisferio. Un liderazgo que se transformó en un tráfico de conciencias, estigmatizando los símbolos de libertad y justicia, prostituyendo la noción de mercado y el intercambio libre basado en el esfuerzo, generando una pobreza extendida en el corazón de las grandes masas latinoamericanas. Imponiendo quimeras criminales que han llevado a nuestros pueblos a la miseria. Las evidencias son inapelables, siguen existiendo las caravanas de desesperados; gente que no ve salida en sus propios países y que intentan llegar al norte arriesgando y apostando sus vidas. Tratando de vencer el reto físico que representa la selva de Darién.
Vemos cada día el fraccionamiento de la vieja izquierda, no pueden atacar el movimiento liderado por María Corina en Venezuela, carecen de argumentos, ideas, proposiciones para salvar el viejo socialismo. El fracaso económico cubano, la destrucción de la economía venezolana son ejemplos incuestionables que están mostrando la inviabilidad del socialismo. Quienes hoy salen a las calles en Venezuela son los más genuinos representante del país, las familias heridas y rotas por la diáspora, los trabajadores sometidos a salarios de hambre, los jóvenes que aspiran a realizar sus sueños de futuro, estos son los contingentes humanos que claman un cambio y reclaman dejar atrás los dogmas contra el trabajo productivo, la expansión de los mercados y contra la presencia de ciudadanos activos movidos por la ética del trabajo, en rechazo abierto a la ética del rentismo que dependía de los vaivenes del precio del petróleo y de la decisión de repartir de los gobernantes, ya saben los venezolanos que no se puede vivir de subsidios , ni de bolsas de comida, hay que trabajar en libertad.
Uno de los sectores más cruelmente avasallados por la tiranía socialistas ha sido el periodismo, la comunicación, el intercambio de ideas sobre la libertad. Venezuela puede mostrarle al resto de Latinoamérica como han desaparecido y hostigado los periódicos, los medios de comunicación, las redes de radioemisoras locales que informaban al pueblo. Se han enterrado medios que habían existido durante más de medio siglo por la voracidad destructiva del socialismo. Al menos 374 periodistas en el exilio y 405 medios cerrados. Un episodio similar al ocurrido en Cuba donde desaparecieron los 60 periódicos que existían antes de Fidel y solo quedaron sometidos al periódico único del Partido y del Estado.
La prensa apreciada por los ciudadanos ha sido condenada, expropiada, allí está El Nacional, el periódico de mayor abolengo en este país. Hoy funciona por los nuevos medios digitales, su sede tradicional fue expropiada y canjeada por un fracasado proyecto de universidad controlado por ideas socialistas. El Universal, el otro gigante de la información venezolana, se ha convertido en un propagador de las propuestas del gobierno de Maduro, con unas escasas holguras.
En síntesis, el fracaso y la implosión de Venezuela expresado en las elecciones del 28 de julio se han convertido en un detonante para el fraccionamiento y balcanización en sentido metafórico de la vieja izquierda marxista latinoamericana. Quizás Gabriel Boric pueda ser el representante más conspicuo de este proceso de fractura de la vieja izquierda.
En nuestro amado México, su aún presidente López Obrador, prefiere pasar por debajo, callarse, no defender al pueblo venezolano que decidió heroicamente expulsar el socialismo, prefiere esperar pruebas que nunca llegarán, aunque la historia sea un libro abierto. Los miles de venezolanos que atraviesan México para llegar a EE.UU. son el resultado del fracaso del socialismo, basta solo esa muestra para que este anciano líder mexicano se ponga las manos en el corazón y acepte que Venezuela, junto a la Cuba de Fidel y Díaz Canel les han robado a contingentes de latino americanos la posibilidad de vivir.
Entre truenos y tempestades el efecto de las elecciones venezolanas como saldo del fracaso del socialismo Siglo XXI se extiende por América latina. Petro, Lula, López obrador no tienen más remedio que reconocer el gran robo a los venezolanos en nombre de las ideas socialistas. Ha sido muy duro aprender para grandes sectores que confiaron en Chávez que el empobrecimiento de Venezuela fue el ataque desmesurado a la propiedad. Cada vez que Chávez conminaba a sus fuerzas policiales y a sus jueces a destruir empresas, empobrecía sin piedad a los venezolanos. Hoy muchas empresas venezolanas son cementerios por efectos de la falsa salida de atacar a los emprendedores a los generadores de riqueza y la falsa entrega de los emprendimientos a los trabajadores. Las expropiaciones se apilaron en oficinas socialistas como campos de chatarra donde no se producía, sólo se destruía a los trabajadores solo les quedaba arrancar migajas de su antigua empresa para revender y sobrevivir.
El saldo de lo que ocurre en Latinoamérica se vuelve alentador. El dictador Ortega, que tiene sometido al noble pueblo nicaragüense, llama arrastrado a un Lula desconcertado por las circunstancias de querer salvar a Maduro, sabiendo que es imposible. Los miles de venezolanos en territorio brasileño son la más fehaciente prueba de la derrota del socialismo en Latinoamérica.
Nuevos tiempos se acercan a nuestros países, Milei, Bukele, Lacalle, Noboa, Luis Abinader, hasta Boric, predicen nuevas oportunidades. Su misión es acabar con las viejas propuestas comunistas que tienen atrás un cementerio de más cien millones de cadáveres.
La esperanza renace a pesar de que nuestros países no tengan modelos de democracia como lo han alcanzado otros países, aunque no se conozca ni se divulgue la propuesta de la escuela austriaca y que apenas intuimos la importancia del individuo responsable en nuestro modelo de sociedad. El Estado como institución se convirtió en la gran maquinaria social que decidía hacia donde marchaban nuestras sociedades y los presidentes, tiranuelos sin límites, obviaban esa regla básica de la democracia “ la separación de poderes”. Veamos a Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, rogando que tengan la capacidad de superar en este momento el asedio de ideas contrarias al humanismo, puedan defender a sus ciudadanos y los profundos logros civilizatorios que han alcanzado.
A los venezolanos nos llena el espíritu y el pecho saber que nuestra confrontación política interna está trascendiendo. La hermana república de Colombia se verá, sin duda alguna, afectada por el cambio venezolano, imposible que un país laborioso, trabajador, llenos de intelectuales y poetas como Colombia sucumba ante las viejas y fracasadas ideas socialistoides de Petro. Colombia vale demasiado para nosotros para verla caer por las pendientes destructivas del engañoso socialismo devastador que pretende imponer este mandatario. En Cuba esperamos igualmente una resurrección, ya basta de desechar las grandes oportunidades de este paraíso en la tierra que es Cuba, más temprano que tarde los ciudadanos cubanos alcanzarán su libertad y con ello acabar con un centro de propagación de ideas nefastas para los pueblos y del envío de brigadas de hermanos cubanos a sofocar los intentos de libertad de los países vecinos. Más de dos décadas nos tocó a los venezolanos aprender que el populismo/socialismo es un falso camino, esperemos que en Brasil, Colombia, México, Ecuador y Chile el tiempo sea más corto.
La entrada La balcanización de la izquierda latinoamericana se publicó primero en La Gran Aldea.
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