Para José Aguilar, experto en sistemas de generación de energía, no se puede «divorciar en estos momentos la falla del 27 de agosto» con el apagón del 30 de agosto. Señala que hay una dependencia «excesiva» de la hidroelectricidad en el país, que podría aliviarse si, por ejemplo, las termoeléctricas estuvieran funcionando a plena capacidad
«A las 4:50 de la madrugada de hoy viernes 30 de agosto hemos sido víctimas, una vez más, de un sabotaje eléctrico que ha afectado varios estados del país incluyendo La Gran Caracas. En estos momentos el equipo del gabinete eléctrico trabaja para la restitución total del servicio. Se ha activado en la capital un operativo especial para el transporte superficial. Nadie nos quitará la paz», comentó el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, para informar sobre el mega apagón que afectó a todo el país.
El recién nombrado ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, aseguró que «ellos (oposición) estaban preparando ataques contra el sistema eléctrico y lo ejecutaron esta madrugada». Nuevamente, el funcionario alegó un «ataque terrorista» para justificar el corte del servicio en todo el país, como ocurrió tan solo tres días antes en forma breve.
Cinco años antes, el 7 de marzo de 2019, se produjo un apagón que dejó a casi todo el país en la oscuridad por cuatro días. En ese momento, el gobierno de Nicolás Maduro también dijo que la falla fue provocada y formaba parte de un sabotaje a la central hidroeléctrica Guri. Los culpables: la oposición liderada por Juan Guaidó, Estados Unidos y Colombia.
Pero el ingeniero José Aguilar, consultor internacional de generación de energía y riesgos, señala que a la administración Maduro «no le conviene decirle la verdad al país, por eso apelan al guión mediático rayado del sabotaje».
En conversación con TalCual, Aguilar señala que ya se cumplieron 5.035 días seguidos de lo que ha denominado -junto a otros ingenieros- el «apagón informativo» sobre un servicio medular en la vida nacional.
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«Esa opacidad es inaceptable. Si mantienen eso tapado (fallas) y no son transparentes, pueden montar sus tesis mediáticas de diferente índole. La última, que parece de moda, es el sabotaje pero esto es un evento serio, que requiere de un análisis técnico serio. Están desinformando al país, descarto la entrada la información que ellos tienen», asevera.
Desde hace semanas, el gobierno advierte de un «ataque al sistema eléctrico» por parte de factores de oposición. El mismo Maduro había asomado que podría darse incluso el mismo día de las elecciones. Tras su cuestionada victoria el 28 de julio, esta tesis no fue dejada de lado y la retomó el ministro Cabello al informar sobre una falla ocurrida el pasado 27 de agosto en la noche, un ataque a una de las torres de transmisión de la línea 765, que comunica Valle de la Pascua (estado Guárico) con Valencia (estado Carabobo).
«No podemos divorciar en estos momentos la falla del 27 de agosto con la falla del día de hoy. La falla no ha sido debidamente explicada (…) La falla del 27 ocurrió a la entrada de la hora pico en Venezuela. La falla de esta madrugada ocurre en el valle de la demanda, es decir, el momento en que el sistema eléctrico tiene el menor requerimiento. Es inexplicable que a esa hora ocurra un problema», dice José Aguilar.
El consultor afirma que tampoco es creíble que una falla en una torre de transmisión, con ese nivel de tensión, se haya arreglado en una hora. «La falla del martes no ha debido ocasionar, para los niveles de carga que tiene Venezuela, que se haya ido la electricidad en varios estados. Ni siquiera alguien ha debido ver pestañeando las luces en su casa».
Detalla que Venezuela tiene tres líneas en ese sector que sale de Valle de La Pascua y están en ese nivel de tensión (765 mv). «Esas tres líneas representan el gran cañón que tiene el país eléctricamente. Vienen de Guri, pasan por una subestación, Malena, y llegan a San Gerónimo. De allí, una línea va a Carabobo, otra para Aragua y una a los bajos mirandinos para servir a la ciudad de Caracas».
Estas líneas se enlazan con otras del sistema eléctrico nacional. «Si usted pierde una de las tres en hora pico del requerimiento, va a tener un efecto que se van sentir, como pasó. Pero pudo haber sido una cosa muy leve. No tenemos explicación todavía».
También comenta que una falla de dos de esas tres líneas de transmisión pudo haber causado una afectación mayor. «Con una sola línea no vas a poder manejar esa demanda eléctrica. Eso crea un efecto dominó, pero no sabemos qué fue lo que desencadenó el evento. Ellos lo saben y lo ocultan».
El ingeniero también argumenta que el sistema es dinámico. En los últimos años se han aplicado ciertas maniobras debido a las condiciones del país y la caída de la demanda del sector industrial.
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«Después de la hora pico, como Venezuela ya no tiene industrias, el pueblo se va a dormir, no hay una empresa básica que demande más de tres mil megavatios de noche, no hay una industria petrolera que demande 1.800 megavatios de noche, hay una gran diáspora, etcétera. No hay carga. ¿Qué tienen que hacer ellos? Empezar a apagar equipos para poder mantener un perfil de tensiones más o menos aceptable en toda Venezuela. Es decir, mandan a desconectar unas líneas por aquí y por allá porque es la única que tienen de levantar el voltaje», subraya.
El problema se presenta cuando se genera nuevamente una demanda y se debe revertir el proceso para poder equipar los servicios básicos. «Es posible que algo salió mal, no sabemos qué (…) Podría haber sido un error humano, aunque los trabajadores ejercen con gran presión y pudieron haber tomado la decisión correcta, pero el equipo no respondió».
Expertos señalan que las frecuentes fallas del servicio eléctrico, que datan mucho antes de 2019, se deben no solo al deterioro de las líneas de transmisión, el colapso del sistema de distribución o las deficiencias para la generación termoeléctrica. La corrupción derivada de la «emergencia eléctrica» también jugó un papel importante.
La ONG Transparencia Venezuela señaló, en un reporte de 2018, que 61% de los recursos destinados al sistema eléctrico fue desviado en hechos irregulares. Entre 1999 a 2016 se erogó un monto de 37.600 millones de dólares, en planes donde se descubrieron «sobreprecios» y actos de corrupción estimados en $23.033 millones.
«El sistema como tal tiene un cúmulo bastante extenso de mantenimientos vencidos (…) El evento fue severo. La lentitud con la que se está recuperando la carga es indicativo de la debilidad del sistema, es indicativo de que la gente está trabajando con mucha presión y tratando de recuperar el sistema, pero no les da. Se está trabajando en un ecosistema bastante hostil con los cuerpos de inteligencia del Estado mirándolos», afirma José Aguilar.
Razona además que desde el mega apagón de 2019 la infraestructura eléctrica «no se ha recuperado en su totalidad, han habido esfuerzos, eso se debe reconocer, pero no son suficientes».
Las termoeléctricas, que no están operativas al 100%, «podrían haber aliviado la situación. La red eléctrica, es decir, las líneas que van desde el gran bloque donde se produce hasta donde se consume, no tendrían que trabajar tan fuerte como lo están haciendo. Hay una dependencia excesiva de la hidroelectricidad. Ponen al sistema en una condición donde nada se puede mantener y nada puede fallar».
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