Las gestiones de Colombia, Brasil y México en medio de la crisis política del país no exhiben resultados y lucen congeladas. Los esfuerzos de conversaciones han sido obstaculizados desde la administración de Maduro, señalan analistas: llaman la atención sobre las presiones internas y los compromisos que enfrentan Petro y Lula Da Silva
Mes y medio después de las elecciones del 28 de julio, los esfuerzos de la mediación de Colombia, Brasil y México no exhiben resultados.
Tras la crisis política generada por los resultados de las presidenciales, estos países desempeñaron un rol clave en la exigencia de transparencia y de verificación de las actas de votación. Aunque en el camino, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se distanció de las gestiones, en el caso del ejecutivo de Gustavo Petro y Lula Da Silva, la agenda continuó su curso.
«Las controversias sobre el proceso electoral deben ser dirimidas por la vía institucional. El principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados», subrayaron Colombia, Brasil y México en un primer comunicado del 2 de agosto.
A la fecha, de forma oficial, no se ha clausurado la tarea colombo-brasileña, pero en la práctica hay indicios de que el escenario transita en otra dirección.
De acuerdo con el CNE y el TSJ, el gobernante Nicolás Maduro fue reelecto para un tercer mandato presidencial, pero la oposición insiste en la denuncia internacional, y chequeo de la data, de que el vencedor fue el aspirante Edmundo González Urrutia.
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La internacionalista Elsa Cardozo puntualiza que, hasta ahora, se tiene la impresión de que el esfuerzo fue irregular, además de frenado y obstaculizado por el gobierno de Maduro. En este punto, refiere los intentos de reuniones entre Maduro, Lula y Petro o sus enviados directos.
Al mismo tiempo, expresa, han sido evidentes las descalificaciones y ofensas ante cualquier propuesta o declaración en la que se asomara alguna crítica.
«Las descalificaciones hacia las gestiones en medio de la crisis han sido hechas por Maduro o por personas interpuestas. Eso habla de que los esfuerzos encontraron una pared en el gobierno», destaca Cardozo.
Asevera que en términos del esfuerzo internacional, Estados Unidos, Europa y otros países que tenían divergencias de visión sobre la situación en Venezuela, como lo señaló el presidente Gabriel Boric de Chile, respaldaron las gestiones de Colombia, Brasil y México.
En este sentido, dice, se le concedió a la iniciativa el beneficio de la duda. «Además, tenía el valor de ser hecha justamente por los dos gobiernos, Colombia y Brasil, que más facilitaron a Maduro en los últimos dos años la normalización de su presencia internacional. En México, no hay que olvidarlo, fue la primera cumbre, en la Celac, a la que fue invitado Maduro después del desconocimiento de la elección del 2018», señala.
Cardozo acota que se suponía que Colombia, Brasil y México tenían acceso a conversar con Maduro y no ocurrió así, pese a los anuncios consecutivos del canciller de Colombia, Luis Gilberto Murilllo.
La internacionalista apunta que el proceder del gobierno de Maduro en este caso es cónsono con la política a lo interno y la negativa a presentar las actas de votación.
«Creo que esto forma parte de la estrategia de dilación, de desgaste, de gastar tiempo para que se normalice la situación y de buscar mil maneras de los discursos que descalifican y las acusaciones sobre planes subversivos preparados en Colombia», señala.
En este punto, recuerda las amenazas que en otros momentos ha hecho Maduro de abandonar el rol de Venezuela en las conversaciones de paz en Colombia.
El 20 de septiembre, el vicecanciller colombiano, Jorge Rojas, destacó el papel activo de Bogotá para una salida negociada en Venezuela, pero “con mucha cautela, con mucha responsabilidad”. En ese sentido, Rojas anunció que Colombia busca una nueva conversación entre Petro y Maduro y los esfuerzos apuntan al 1 de octubre, cuando Claudia Sheinbaum asuma la Presidencia de México.
El 4 de septiembre, el canciller de Colombia aseguró que la reunión que anunció entre los presidentes Petro, Lula Da Silva y López Obrador con Maduro estaba “planteada” y confirmada, pero aguardaban por una reconfirmación. Hasta ahora, no se han comunicado novedades.
La investigadora Elsa Cardozo subraya que la mediación de Colombia y Brasil tiene una falla de base y es lo relativo a la «tremenda asimetría»: Estos gobiernos se basaron fundamentalmente en que tenían canales de comunicación fluidos con el gobierno venezolano, se concentraron en cuidar ese canal y se fue perdiendo la credibilidad al esfuerzo de intermediación que estaba dirigido a escuchar al gobierno sin atender a la oposición.
La internacionalista destaca el peso de cuidar la relación con Venezuela y de no romper con Maduro. Refiere que, en la reciente declaración de 45 países en la ONU sobre los derechos humanos y la represión en Venezuela, no figuraron Colombia, Brasil y México.
Para el politólogo Fernando Spiritto resulta claro que el gobierno de Maduro no quiso la mediación «porque está en juego su masero: conservan el poder o lo pierden». De esa manera, «le dio largas».
Destaca los esfuerzos de Colombia y Brasil y recuerda que México tiene una política de no injerencia y con raíces históricas importantes. Sin embargo, el politólogo señala que al gobierno de López Obrador le conviene mediar porque tener a miles de migrantes cruzando sus fronteras rumbo a los Estados Unidos representa un tema duro y peligroso.
«Petro y Lula hicieron lo correcto al mantener los canales abiertos hasta donde sea posible. No tienen la presión de los venezolanos que sufren esta crisis de viva voz y en piel viva», acota Fernando Spiritto.
Considera correcta la insistencia en la solicitud de que el CNE publique las actas de votación.
«Aunque Lula ha dicho cosas muy duras para el chavismo y ha hablado de un gobierno con tintes autoritarios, de un sistema político desagradable, el intento de mediación está vigente y en ese sentido, Petro y Lula deberían tener todavía algunas iniciativas», enfatiza Fernando Spiritto.
“No hay forma de negar que hay una escalada autoritaria en Venezuela. Nosotros no sentimos una apertura al diálogo, hay una muy fuerte reacción a cualquier comentario”, dijo Celso Amorim, asesor especial de la Presidencia de Brasil, el 3 de septiembre, tras la orden de captura contra Edmundo González Urrutia.
Spiritto señala que la fecha del 10 de enero podría seguir siendo significativa. No ve a Petro y a Lula discretos frente a la juramentación de Nicolás Maduro para un tercer período presidencial.
«Podría haber una ruptura abierta de Petro y Lula con respecto al chavismo. Se van a dar cuenta de la situación suma cero y no creo que puedan asumir el costo, en sus países, de apoyar a Maduro», indica.
Por su parte, el politólogo Pablo Quintero sostiene que las gestiones vía Colombia y Brasil, de forma fundamental, han estado congeladas. Atribuye esta situación a que esos países no han querido comprometerse por varias razones, entre ellas, las presiones de sus políticas internas y la posibilidad de que se debiliten las relaciones diplomáticas.
«En este momento, además, hay una especial preponderancia por parte de actores políticos que de alguna manera están interviniendo en el caso venezolano, como pueden ser Estados Unidos con el retorno de los pronunciamientos de funcionarios para apoyar la lucha de María Corina Machado y que se revelen las actas de votación».
Agrega que, dadas las tensiones diplomáticas con España, tras el exilio de Edmundo González Irrutia, eso inhibe la participación de Brasil y de Colombia porque pudiera interpretarse que forman parte del apoyo al gobierno de Maduro.
De esta manera, Quintero cree que Lula y Petro han dejado que las cosas sigan su curso y han estado ignorando el seguimiento a la solicitud de las actas de votación del 28 de julio.
«Se han dado cuenta de que no es un asunto de solo pedirlo, va mucho más allá. El gobierno venezolano no va a poner sobre la mesa una negociación que ponga en juego su propia salida», afirma.
El analista puntualiza que, actualmente, la tensión del conflicto venezolano tiene como escenario a España. «Esto está haciendo aprovechado tanto por Petro como por Lula para ralentizar las conversaciones».
Otro aspecto sobre el que Pablo Quintero pone la lupa: Brasil y Colombia no están dispuestos a arriesgar sus intereses económicos y comerciales con Venezuela.
El 5 de septiembre, Maduro llamó al presidente Petro, a seguir «construyendo las mejores relaciones». Al mismo tiempo, cuestionó que el canciller Luis Gilberto Murillo, se pronunciara sobre Venezuela.
«Me consta que Petro quiere lo mejor para Venezuela, quiere la paz (…) Vamos a seguir ayudando en todo (…) Yo quisiera ayudar más para acelerar los procesos de negociación y firma de los acuerdo de paz (en Colombia), donde Venezuela juega un papel estelar, en silencio; porque ustedes jamás me verán declarando, ni a mi canciller, sobre los asuntos internos de Colombia», expresó Maduro en el II Intercambio Binacional Turístico Venezuela-Colombia.
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