El politólogo Fernando Spiritto expresa que en las elecciones de 2018 se evidenció «lo que siempre ha sido consistente con el gobierno que es la larga lista de irregularidades electorales que persisten en 2024». Piero Trepiccione, también politólogo, destaca que hace seis años había una mayor fragmentación opositora que contrasta con la alianza actual
Las elecciones presidenciales de 2018 se realizaron el 20 de mayo, siete meses antes de la tradicional convocatoria en diciembre. La fecha anticipada es una de las similitudes que esos comicios tienen con la contienda de este 28 de julio.
Otro elemento en común es que ambos eventos fueron precedidos por rondas de diálogo entre el gobierno y la oposición, pero además de los puntos coincidentes, las elecciones de 2018 y las que se realizarán el domingo están distantes en varios aspectos clave.
En este texto, TalCual hace una mirada restropectiva sobre los comicios precedentes, pero también pone sobre la mesa el contexto en el que se desarrollaron y los eventos siguientes que precedieron a los comicios de este domingo.
En 2018, el gobernante Nicolás Maduro (PSUV y otros) fue reelecto con 67.84% en unas elecciones que registraron una abstención de 53,93%. Henry Falcón, entonces candidato de Avanzada Progresista, obtuvo 20.93% de los votos y Javier Bertucci (El Cambio) 10,82%.
Para los comicios de 2024, Maduro busca un tercer mandato y Bertucci repite como aspirante en una lista que suma 10 candidatos.
«Volvimos a ganar, volvimos a triunfar (…) Somos la fuerza de la historia convertida en victoria popular, victoria popular permanente», dijo Nicolás Maduro en su primer discurso luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció los resultados.
Al mismo tiempo, Maduro anunció una convocatoria al diálogo a los candidatos que compitieron contra él en las elecciones y a los dirigentes opositores que no avalaron los comicios por considerar que se trataba de unos comicios no competitivos.
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La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) decidió no participar en el proceso por considerar que las elecciones no ofrecían garantías de transparencia e imparcialidad.
«No cuenten con la Unidad Democrática ni con el pueblo para avalar lo que hasta ahora es solo un simulacro fraudulento e ilegítimo de elección presidencial», dijo Ángel Oropeza, vocero de prensa de la MUD, en febrero de 2018.
Cabe destacar que, en enero de 2018, la alianza de partidos quedó fuera del proceso de legitimación de partidos convocada por el CNE: mediante sentencia, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictaminó que la MUD, como alianza de partidos políticos, contrariaba la prohibición de la doble militancia.
«Su conformación obedece a la agrupación de diversas organizaciones políticas ya renovadas y otras pendientes de renovación que podrán participar en el proceso electoral de carácter nacional, lo cual contraría abiertamente la prohibición de la doble militancia», argumentó el máximo tribunal en su sentencia.
Dentro del contexto electoral también hubo cuestionamientos de la comunidad internacional. «El proceso actual no garantiza transparencia ni elecciones creíbles con la participación de todos los partidos políticos de una forma igualitaria y sin obstáculos», señaló en 2018 Federica Mogherini, jefa de la diplomacia de la Unión Europea.
El politólogo Fernando Spritto señala a TalCual que las elecciones de 2018 dieron origen a una cantidad de situaciones que son parte de la historia contemporánea y definen lo que está pasando hoy día en el país.
Destaca que Venezuela vivía una crisis económica, había plena hiperinflación, y una caída de más de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB), caída de las importaciones, de un pico de 52 mil millones de dólares en 2012 a casi un tercio, con lo cual se acentuó la escasez.
«Esa crisis económica impidió la acción colectiva, lo cual significa que la gente se organice y se movilice, pero cuando estás en una situación en la cual la comida es importante, la acción colectiva cae», señala Spiritto.
El investigador refiere también que el país venía de las protestas de los años 2014 y 2017. Añade que había luto en el país por la represión de abril a junio de 2017, en la que muchos jóvenes perdieron la vida.
Fernando Spiritto sostiene que previamente hubo la anulación y usurpación de la Asamblea Nacional (AN) de 2015, en la cual la oposición democrática obtuvo la mayoría. Posteriormente, hubo el proceso de diálogo en Santo Domingo, República Dominicana, «y el gobierno le dio una patada a la mesa y acordó adelantar las elecciones, lo cual dejó fuera de lugar a la oposición».
Puntualiza que a los comicios de este 28 de julio también precedió el diálogo y hubo la firma del Acuerdo de Barbados: «Pero, en ambos casos, no se cumplieron las condiciones».
Por otra parte, el politólogo refiere que en las elecciones de 2018 se evidenció «lo que siempre ha sido consistente con el gobierno que es la larga lista de irregularidades electorales que estuvieron presente y que persisten en 2024: la censura, las inhabilitaciones políticas, y la eliminación del voto en el exterior, entre otros aspectos».
El politólogo Piero Trepiccione afirma que hace seis años había una mayor fragmentación opositora que contrasta con la alianza actual.
«Las elecciones estaban enmarcadas en un escenario de alta polarización política y se tomaron decisiones incorrectas por parte de la oposición venezolana en el sentido de no participar todos los actores aglutinados en una campaña paraguas, como lo hicieron en las parlamentarias de 2015», afirma Trepiccione.
Agrega que comenzó a aflorar la antipolítica y la desconexión emocional con el liderazgo político. «Aunque en 2019 hubo un paréntesis en ello, solo sirvió para fragmentar más a la oposición», sostiene.
Destaca que, en ese contexto, pudo más la siembra de confianza hasta la institución electoral. Añade que ciertos resultados de comicios regionales contribuyeron a alimentar esa narrativa y se impuso la abstención desde los factores mayoritarios de la oposición.
Sobre la situación actual de la oposición democrática, el politólogo señala: «La alianza actual es coyuntural. Puede sobrevenir una ruptura o también, una especie de pacto de ancha base».
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