El Trafalgar opositor – La Gran Aldea

La batalla naval más crucial del siglo XIX se peleó el 21 de octubre de 1805 frente a Trafalgar, un cabo en la costa española, cercano a Cádiz. Se enfrentaron la escuadra combinada de España y Francia contra la flota de Inglaterra, unos sesenta navíos entre las dos fuerzas. Una derrota anglosajona habría permitido a Napoleón invadir las islas británicas y la historia de Occidente sería otra.

Como se sabe, los ingleses obtuvieron un triunfo categórico; la flota franco-española, literalmente, dejó de existir. En ese día histórico, la orden dada por Horace Nelson a su flota fue clara y de una simpleza absoluta: “Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber”. Y ¡vaya si lo hicieron!

El episodio de Trafalgar viene al caso porque eso es exactamente lo que Venezuela espera del liderazgo opositor: que cada uno cumpla con su deber, con su responsabilidad. No ha sido tradición de muchos políticos venezolanos asumir su condición de representantes de un colectivo que ha depositado (con el voto) su confianza en ellos. En términos estrictamente jurídicos, son apenas mandatarios. A pesar de ello, es usual que se excedan en el mandato o lo tergiversen, usándolo para un propósito que en nada representa la voluntad de sus mandantes.

Es obvia la voluntad de los venezolanos de alcanzar un cambio drástico de dirección en el Estado. Ese cambio debe ser ejecutado por los dirigentes opositores (para quien escribe, todos menos quienes usurparon los mandos de los partidos confiscados por la dictadura). Para lograrlo hay que contar con un candidato por el que puedan votar en 2024. Es una responsabilidad política y, sobre todo, moral con una nación destrozada.

¿Cuál es la dificultad para que eso (que parece sencillo pero no es) se logre? Hay que decir que la oposición ya cumplió la tarea de escoger a su representante. Sus organizaciones, contra viento y marea, hicieron unas elecciones primarias inobjetables y en ellas se eligió a María Corina Machado con el 92% de los votos. Con esos resultados no solo se le eligió como candidata sino también como líder del sector mayoritario del país.

El tema de su inhabilitación siempre estuvo ahí, pero los venezolanos opositores la eligieron a conciencia. Nada extraño en un país de probada vocación libertaria y democrática. Una muestra asimismo de la gran contradicción que existe entre los demócratas y el régimen dictatorial usurpador del poder. Es vieja la aspiración republicana de los venezolanos y ha estado presente desde el primer día de su historia como nación.

Cierto que algunos apurados comenzaron desde el propio octubre (2023), vale decir, de manera extemporánea, a agitar el tema de la inhabilitación de MCM y la necesidad de buscar un sustituto. Fea palabra que no se podría usar para un candidato en circunstancia alguna. Por supuesto que siempre hay jugadores que caen en la treta del offside y quedan en posición adelantada, es rutina la política.

La tarea única, en justicia y acorde con las demandas de la realidad, era y ha sido apoyar a la candidata elegida por una vasta mayoría y segura ganadora de unas elecciones libres. Y en general, así se hizo. Cierto que no se vislumbra un equipo amalgamado e integrado con otros factores de la oposición. Si la cosa hoy está reducida a una carta para concertar una cita y evaluar, pues habrá que apurarse.

La dictadura está en una fase bastante más adelantada y aplicando su plan, el de siempre. El 5 de marzo anunció el calendario electoral, hecho con el propósito evidente de dificultar la participación de los electores y, en particular, para vetar cuanto antes a MCM (cuando lo necesita, el régimen demuestra, sin rubores, que son una dictadura pura y dura). Los lapsos se acortaron al mínimo y para el 25 de marzo, en poco más de una semana, todos los candidatos deben estar inscritos en el CNE.

María Corina Machado escogió el 21 como la fecha de su inscripción. Es su responsabilidad como abanderada electoral intentarlo y debe por tanto cumplir con ella. También ha solicitado a los opositores que la acompañen ese día. Es el tipo de actitud retadora y valiente ante la dictadura que la condujo a la victoria en las primarias y que millones respaldaron. Ahora toca acompañarla, esa es la  responsabilidad que corresponde al colectivo. A partir de esa fecha poco o nada se sabe.

Las preguntas que se hacen muchos opositores son: ¿Qué ocurrirá si el jueves 21 de marzo la dictadura no permite que la oposición inscriba a la candidata que eligió? Nadie sabe. Habrá que escuchar qué propone María Corina, que, como se dijo antes, también es la líder de todos.

¿Cuál es el plan para salvar el obstáculo, para cumplir con la responsabilidad principalísima que tiene sobre sus hombros? ¿Se habrá planteado alguna vez que ella es la líder de la oposición, pero que quizás no pueda ser la candidata? No hay que olvidar que dictadura es dictadura. ¿Qué van a hacer, por su lado, los miembros de la Plataforma Unitaria y otras organizaciones? ¿Será posible que se reúnan con MCM y juntos encuentren una solución?

Parafraseando a Nelson, ojalá tengan presente que Venezuela espera que sus dirigentes opositores cumplan con su deber. El principalísimo: derrotar a Nicolás Maduro el próximo 28 de julio, para lo cual es impretermitible tener un candidato inscrito en el CNE.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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