El miedo deja a los políticos regionales en el multiverso del silencio

 “Cuida lo que dices ¿Por qué mejor no borras eso que colocaste?” Es una sugerencia que le hicieron a Paola, dirigente de Voluntad Popular Carabobo, a quien se le protege la identidad por miedo a represalias.

“Fue un tweet que hacía unas críticas no muy severas, pero me llegó el mensaje de alguien del partido dándome esa recomendación. No era como para que lo considerara. Me molestó, pero lo borré”.

Paola no es la única a quien le han pedido callar sus cuestionamientos después de la arremetida desatada a partir de las elecciones del  28 de julio, cuando, en apenas una semana fueron arrestados unos dos mil venezolanos.

Esto es más que suficiente para que en las regiones se callen. Sin embargo, es algo que rechaza Diego Martínez, militante del partido Encuentro Ciudadano en Cojedes. “El que entra en política sabe a lo que se enfrenta. El que no, miente”.

Para Martínez es válido sentir el miedo, pero no justifica que la gente se calle de forma tan prominente.

Pero otros han preferido que el silencio sea su salvavidas.

«Mano, no puedo aparecer cerca de ninguna situación de denuncia. Te puedo indicar en donde es y tú vas, pero si me ven y me hacen una foto, así sea por error, y llega a quien no debe, estoy jodido”, explicó un dirigente municipal de Voluntad Popular en Carabobo que solía apoyar a la prensa en reportar precariedades en algunas barriadas. Hoy por hoy no es así.

Esa paranoia de la persecución es un efecto paralizante que impide a muchos líderes actuar y continuar en su labor de contrapeso político. Es una de las máximas expresiones de la desarticulación.

Ningún partido en la actualidad cuenta con un departamento de acompañamiento psicológico ante acosos, persecuciones o detenciones. “No nos preparan para esto, no nos dan las herramientas para que, al estar en la calle, no estemos viendo a los lados si algo nos va a pasar”, dice una líder política de Acción Democrática en Táchira.

Esta opinión se repitió en todas las toldas consultadas y en varias regiones lo expresan con desazón porque están conscientes en que ayudaría a mitigar el miedo y les permitiría atreverse más a ser políticos.

El miedo se evidencia incluso en que solo uno de cinco dirigentes entrevistados por La Gran Aldea decidió dar su nombre y apellido. 

De acuerdo con los consultados para este trabajo, ninguna tolda ha dado una directriz de callarse, pero sí hay un perenne recordatorio: “Cuida lo que dices”, como le advirtieron a Paola, para quien ese discurso  de “cuidarse” es una forma de autocensura, y cuando la estructura de un partido se silencia comienza a romperse la unión y llega algo peor: la desilusión.

 “Te callas ya no por miedo, si no porque pierdes las esperanzas. Si tu líder municipal o regional tiene temor y se calla, los que están en las bases se sienten igual. Tan desmoralizados que es mejor abandonar la lucha”.

Es imposible que las bases no se desilusionen cuando, por ejemplo, entre 2022 y 2023 las caras visibles de los partidos mayoritarios se dedicaban todas las semanas a compartir contenido en redes de denuncias. 

Así pasaba con Marco Bozzo, exdiputado a la Asamblea Nacional (2015). Su último mensaje en Instagram fue el 6 de julio de 2024. Lo mismo ocurre con Aarón Rodríguez, director de VP Carabobo. Su última publicación fue el 13 de noviembre y está dedicada a temas religiosos. Antes de esa, hay una que exhibe a María Corina Machado con el mensaje “ganamos”. Es del 3 de agosto. 

Desde Encuentro Ciudadano, Diego Martínez dice que Delsa Solórzano jamás les ha dicho que se callen pero si hay una frase que se le quedó grabada. “¡Si nos vamos a comprar un peo, que sea uno grande!”.

La Gran Aldea intentó ponerse en contacto con el equipo de Delsa Solórzano para verificar si esta frase fue pronunciada por la presidenta del partido, sin embargo no confirmaron la idea, tampoco la negaron.

En todo caso, la frase que Diego Martínez le atribuye a Solórzano tiene una lectura clara: “Escojan bien el conflicto al que se van a enfrentar”.

Esta selección de conflictos,  de acuerdo  con  Martínez, busca que los líderes se lo piensen dos veces antes de hacer una denuncia pública.

“En Encuentro nos piden hacer una documentación de los hechos exhaustiva y que evitemos tocar temas que nos enfrenten con personas de nuestra comunidad, como la de los CLAP o las UBCH”.

La idea es que los denunciantes no se vuelvan objetivos de las estructuras locales del chavismo.

El solo hecho de discernir entre conflictos grandes, medianos y pequeños evidencia cómo el miedo ha permeado en las estructuras políticas de oposición. Al hacerlo, se vuelve un factor censor que los aparta de realidades comunitarias y con esto la esperanza de la ciudadanía de ser escuchada y visibilizada. A su vez, profundiza la desconexión de los políticos de oposición con las comunidades. 

Otros como el gobernador de Cojedes, Alberto Galíndez  ejemplifica otro nivel del multiverso del silencio.  Galíndez  ganó la elección con el apoyo de la Mesa de la Unidad Democrática. Durante los primeros años de gestión denunció desfalcos hechos por la administración anterior. El castigo del Ejecutivo nacional fue no enviarle recursos.

Ante las vacas flacas, Galíndez comenzó  sus viajes a Caracas. “Se reunió con ministros hasta que el mismo Maduro lo recibió en Miraflores”. A partir de ese momento la Gobernación de Cojedes empezó a recibir dinero.

Por eso, el exdiputado Juan Pablo Guanipa tildó públicamente a Galindez de alacrán y traidor. Aunque Primero Justicia le quitó responsabilidades regionales a Galíndez, no lo expulsó del partido.

El silencio de Galíndez quedó claro al no apoyar a María Corina Machado.

Este tipo de silencio no es nuevo. En Lara, un dirigente de Primero Justicia, quien prefirió mantener oculta su identidad, y a quien llamaremos Darwin, recordó algunas historias similares.

“En Lara hay muchos políticos que son de oposición pero se mantienen en silencio porque tienen puentes de comunicación con el chavismo y saben que si hablan los pueden perder. No es un tema ni siquiera de que están enchufados;  es que esos nexos los benefician. Incluso, guardan algún parentesco con miembros de la alta jerarquía chavista, solo hay que ver el caso de Luis Florido”. 

Estos nexos fueron confirmados por el mismo Luis Florido en el año 2018, quién aclaró que es familia de la vicepresidenta Delcy Rodríguez y el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez por parte de su abuelo.

“Mi abuelo fue una persona que tuvo más de 40 hijos, pero no los considero familia, además el vínculo es consanguíneo”.

Aún así, en redes Florido es bastante activo. Sus pronunciamientos van ligados al tema de las presidenciales y los presos políticos. Los temas regionales no parecen estar en su agenda.

Luis Florido así como Édgar Zambrano de AD, Alfonso Marquina de PJ, entre otros,  lideran sus respectivos partidos en Lara, pero los tres tienen en común que son líderes nacionales. 

Darwin explica que ese rol nacional les hace dejar de lado -a ratos- su labor en la política local.

Así, el gobierno queda libre para hacer o simplemente no hacer nada ante problemas sociales.

Darwin también tiene miedo, pero recuerda que, antes de las presidenciales,  cuando se planteó la  posibilidad de megaelecciones,  muchos políticos regionales se quitaron el bozal y empezaron una campaña de calle agresiva. “Todos peleaban por unos minutos en medios de comunicación y redes sociales”. Sin embargo, la realidad de las presidenciales barrió sus pretensiones y fueron silenciados. 

Pero este escenario sacó a relucir lo que muchos llaman “el político oportunista”. Esta opinión trae a colación otro silencio. “Todo aquel que ahora hace política municipal es visto como alguien que quiere notoriedad para unas futuras elecciones y los ven como el demonio. La realidad es que habrá elecciones tarde o temprano”, alerta Juan consciente de que eso aterra a los políticos.

En La Causa R de Aragua tienen la visión de condenar toda aspiración política más allá del 28J, explica David, quien también prefirió mantener su identidad en secreto.

Es consciente que una visión como la de su partido debilita la política regional, pero sobre esa perspectiva dice que en estos momentos lo que importa es la realidad nacional y hacer valer los resultados que la oposición asegura haber obtenido.

“Sí, estamos inactivos; la operatividad es mínima y no se está declarando”, expresa David, quien dice que las protestas de calle están vetadas en estos momentos por representar un riesgo.

En su lugar,  las vigilias son hasta ahora la única forma en Aragua en la que se está haciendo algún tipo de manifestación. 

Desde la Plataforma Unitaria en Aragua las reuniones se han suspendido y la dinámica regional se paralizó. “Muchos no quieren hacer política directa”.

Lo indirecto es lo que hace Richard Mardo, quien recorre comunidades prestando apoyo y mostrando su presencia. Pero no hay una denuncia, no hay una crítica.

Esta actitud Mardo es lo que desde La Causa R llaman “política de resguardo”.

Corina Burgos, es una ciudadana más, no es politóloga ni milita en partidos, pero sí se ha sentido desilusionada en múltiples oportunidades.  En las últimas protestas, en Maracaibo, ha visto con preocupación que las concentraciones no tienen dirigencia política. “Ves a la gente con sus banderas, con sus pancartas; todos dispersos. Esa falta de coordinación evidencia que la política regional es un desastre y también una forma de focalizar todos los ojos en Machado. Es bueno, pero malo para las regiones”.

Otros políticos aprovechan la coyuntura para huir e inventar situaciones. Paola de VP Carabobo dice estar cansada de ver ese escenario. “Te hablo de gente que tiene seis años en un discurso de perseguidos, pero sabes que no los persiguen”.

Martínez, de Encuentro Ciudadano, también ha visto esto en Cojedes. Son los sin incidencia, personas que forman parte de un equipo político pero no tienen repercusión, no hay razones para que los persigan.

“Los esfuerzos que se fueron construyendo en 2021 se perdieron porque los silencios han hecho daño,  pero también muchos políticos ascendieron a cargos de poder sin estar preparados para hacerlo”. 

Esos mismos que ascendieron son los que antes del 28 de julio querían salir junto a Machado en las marchas, de primeros en las filas. “Ahora están en el final de la cola y no quieren ver una cámara ni de sorpresa. Son los oportunistas de la política que también asumieron el silencio”.

Al final, no todos están dispuestos a comprarse el peo. Cuando a Martínez se le pregunta cuál sería el problema que se compraría, los ojos se le abren de par en par, titubea y se ríe. “No me lo compraría”, al final,  él también está dentro del multiverso del silencio.

La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.

rpoleoZeta

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