A lo largo de 25 años de turbulencias, la promesa de construir un hotel de cinco estrellas anexo al aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía, que sirve a la ciudad de Caracas, amagó varias veces con concretarse. En algunos casos, las obras avanzaron hasta cierto punto; en otros, solo se trató de partidas en falso. Pero en dos de esas ocasiones, incluyendo la última y definitiva, el proyecto quedó en manos de Álex Saab Morán, el empresario de origen colombiano que por mucho tiempo sirvió de incógnito como el contratista predilecto de Nicolás Maduro, y que hoy se desempeña a la vez como ministro de Industrias y Producción Nacional y presidente del Centro Internacional de Inversión Productiva (CIIP).
Fue el mismo Maduro quien por fin inauguró este lunes reciente el hotel, con el nombre de Gran Cacique Maiquetía. En el acto, transmitido por TV, Maduro se animó a calificar el nuevo alojamiento como “el más bello de todo el Caribe”. “Me dicen quienes construyeron el hotel que tiene obras de artistas venezolanos, y que se inspiraron en el gran Cacique Maiquetía y en toda esa estética hermosa de nuestros pueblos originarios”, siguió el mandatario, sin desglosar a quiénes incluía entre “quienes construyeron este hotel” o mencionar la larga lista de proveedores a los que, durante un cuarto de un siglo, el Estado chavista confió la tarea de terminar el proyecto pero defraudaron esa confianza.
En realidad, la culminación del edificio y su puesta en funcionamiento quedaron a cargo de un esquema que involucra tanto a Saab como a parientes de la pareja presidencial y, en particular, de Cilia Flores, la Primera Dama de la República o Primera Combatiente, como la jerga chavista prefiere llamarla.
De hecho, Saab es uno de aquellos que alguna vez no hicieron el trabajo. Porque el esquema actual repite un cuadro de copartícipes que data de 2013. Entonces Saab aparecía en el rol de contratista junto a su socio y compatriota, Álvaro Pulido Vargas, a través de Fondo Global de Construcción, la empresa con la que desembarcaron en Venezuela, y que ese año debió recibir al menos 42 millones de dólares para completar la construcción del hotel en doce meses.
Por esas fechas y en simultáneo, Carlos Erick Malpica Flores y Walter Jacob Gavidia Flores, sobrino e hijo de Cilia Flores, respectivamente, asignaban millonarios contratos a Saab Morán desde la Fundación Propatria 2000, aquella institución creada por Hugo Chávez para promover proyectos de infraestructura y que Maduro pasó al control del Despacho de la Presidencia apenas falleció el Comandante Eterno.
Si bien la sociedad entre Saab y los Gaviria-Flores se repitió para la recta final de lo que terminaría por ser el hotel Gran Cacique Maiquetía, hay que notar que los actores de la trama y el rol que cumplen variaron un poco: mientras en la actualidad Alex Saab se involucra como presidente del CIIP, organismo estatal que tendrá la gestión integral de la instalación en el marco de una “alianza estratégica” con el Ministerio de Turismo que se hizo pública apenas unas semanas atrás, fue Walter Ramón Gavidia Rodríguez, exesposo de Cilia Flores y padre de Walter Jacob, quien, a partir de 2024 y por la familia Flores, impulsó el último envión para completar la obra desde la Corporación Juntos Todo es Posible, también adscrita al Despacho de la Presidencia. Es decir, las cosas cambiaron para que siguieran igual.
Se solicitó al CIIP que detallara sus nuevas funciones frente al Hotel Gran Cacique Maiquetía pero, hasta el cierre de la presente edición, no se había recibido respuesta.
En 2013, cuando la completación de la obra fue asignada a la empresa de Saab Morán y Pulido Vargas, Maduro todavía maniobraba para garantizarse el poder después de la muerte de Hugo Chávez y de unas elecciones improvisadas que en abril había ganado, según los resultados oficiales, por un estrecho margen de poco más de 1% sobre el candidato opositor, Henrique Capriles Radonski. Que, en esa coyuntura exigente, una de las primeras cosas que Maduro hizo como presidente fuera entregar el proyecto al Fondo Global de Construcción, resulta elocuente sobre la importancia que el sucesor de Chávez ya daba a Saab, su futuro ministro.
Según se indicaba en la Memoria y Cuenta de 2013 del Ministerio de Transporte, el Fondo Global de Construcción C.A. no solo debió continuar las obras del hotel, que había comenzado a construirse en el año 2000, sino también conformar una empresa mixta con el Instituto Aeropuerto Internacional de Maiquetía (IAIM), en la que la parte privada iba a detentar una participación minoritaria de 49% de las acciones. Esa compañía elaboraría “los diagnósticos, proyectos y ejecución de las obras necesarias para la culminación, la explotación y administración directa o indirecta”, además de los “lineamientos para el logro efectivo de la puesta en marcha del Hotel Aeropuerto Internacional de Maiquetía”.
El Fondo Global de Construcción asumió la reactivación de “la última etapa de construcción en obra gris” con una inyección de 134 millones de bolívares, lo que se traduce en 21,3 millones de dólares a la tasa de cambio vigente entonces. Del monto, la estatal Bolivariana de Puertos (Bolipuertos) desembolsó 70 millones de bolívares (unos 11,1 millones de dólares), según la citada Memoria y Cuenta.
Pero el presupuesto para “la gerencia, diseño y construcción” de la terminación del hotel del aeropuerto, que figura en documentos internos de 2014 del Fondo Global de Construcción a los que tuvo acceso Armando.info, revela un cambio con respecto al monto publicado por el ministerio: se le asignaron 42 millones de dólares para que la “empresa mixta” completara 45.000 metros cuadrados de construcción en tan solo 12 meses. Se desconoce si la compañía de Saab Morán y Pulido Vargas recibió esos fondos pero, evidentemente, no concluyó la obra.
Ese no fue el único aumento del presupuesto manejado por el Fondo Global de Construcción. Cuando el entonces ministro de Transporte, mayor general retirado Hebert García Plaza, anunció la reactivación de las obras en el estado Vargas (hoy La Guaira), aseguró que el hotel estaría listo hacia finales de 2013, para lo que dispondría de un presupuesto incrementado de 64 a 300 millones de bolívares. De ese modo, el monto asignado se quintuplicaba -al menos en el discurso- de 10,15 millones de dólares a 47,6 millones de dólares, según la tasa de cambio oficial de ese año.
Al revisar el Registro Nacional de Contratistas (RCN), el proyecto para la culminación del hotel del aeropuerto de Maiquetía no aparece entre las 19 obras, correspondientes a 16 contratos, adjudicadas al Fondo Global de Construcción. En cambio, sí figuran otras tres obras en el estado La Guaira (cuando se llamaba estado Vargas) bajo la administración del exgobernador regional (2008-2021), el fallecido general Jorge García Carneiro: el estadio de béisbol Carlos ‘Café’ Martínez, sede del equipo Tiburones de la Guaira, que pasó a llevar el nombre del general García Carneiro tras su fallecimiento en 2022; la construcción de un polideportivo que serviría de sede a los III Juegos Suramericanos de Deportes de Playa 2014 y la ampliación, para la ocasión, de la Avenida La Playa hasta Punta de Mulatos; y el levantamiento de un galpón industrial de 500 metros cuadrados en Ciudad Caribia, el hoy inconcluso y muy venido a menos modelo de comunidad socialista concebido por Hugo Chávez.
El único contrato de la constructora relacionado con el aeropuerto de Maiquetía que figura en el RNC fue para la “construcción de un caney y remodelación de habitaciones de oficiales ubicadas en el aeropuerto Simón Bolívar”, y lo asignó la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) como cliente.
Cuando terminó 2013, el hotel del aeropuerto no había sido entregado. En febrero de 2014, el entonces director general del IAIM, Luis Gustavo Graterol Caraballo, aseguró que las obras registraban 72% de avance y que, después de establecer un cronograma con las empresas ejecutoras, el que estaría llamado a ser el primer hotel aeroportuario de Venezuela abriría sus puertas en el primer semestre de 2015. Algo que finalmente acaba de ocurrir, pero una década más tarde.
En realidad, las obras se paralizaron ese 2013. Lo que no se paralizó fue la buena suerte de los socios del Fondo Global de Construcción, que recibirían de la Fundación Propatria 2000, a cargo de Walter Jacob Gavidia Flores, 100 millones de dólares para la edificación de 30 gimnasios verticales en zonas populares del país, de los que muchos nunca se terminaron, y otros, completados, quedarían a la postre en el abandono.
La última constructora que el régimen venezolano presentó como la encargada de terminar el hotel del aeropuerto fue el Fondo Global de Construcción en 2013. Después de la compañía de Saab y Pulido, no se ha mencionado otra contratista. Aunque hay que considerar que, a partir de 2014, el Estado venezolano dejó de rendir cuentas sobre el proyecto.
Tendrían que pasar algunos años para que a esa racha afortunada la interrumpiera un hiato de tres años, desde que en 2020 Saab fue detenido en Cabo Verde para extraditarlo a Estados Unidos, hasta 2023, cuando llegó a Venezuela deportado como parte de un intercambio de prisioneros con la administración del presidente Joe Biden en Washington. Por su parte, para Álvaro Pulido Vargas -nombre postizo del ciudadano colombiano Germán Rubio- la caída en desgracia no ha sido tan solo un paréntesis: desde abril de 2023 continúa tras las rejas en Caracas por acusaciones vinculadas al llamado caso Pdvsa-Cripto.
El regreso de Saab al proyecto, pero ahora como presidente del CIIP, representa la reedición del equipo que en 2013 conformó con los Gavidia-Flores, quienes esta vez participan desde la Corporación Juntos Todo es Posible.
Esta es una empresa del Estado que nace de la amalgama entre el programa gubernamental del mismo nombre y la Misión Venezuela Bella, ambas adscritas al Despacho de la Presidencia y Seguimiento de Gestión de Gobierno, y herederas de los lineamientos de la hoy desactivada Fundación Propatria 2000, que fue presidida por Walter Jacob Gavidia Flores y Carlos Erik Malpica Flores, que tantos contratos otorgó a Saab.
El vínculo de negocios de Saab con la familia Flores, revelado en 2014, es tan estrecho que, cuando en 2019 el Departamento del Tesoro estadounidense sancionó al empresario barranquillero, en el mismo documento también incluyó a los hijos y sobrinos de Cilia Flores, identificados como los chamos y parte de un mismo esquema comercial.
La Corporación Juntos Todo es Posible, que preside el también diputado del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Walter Ramón Gavidia, fue creada en principio para el mantenimiento y supervisión de obras en las comunidades, según anuncio oficial. Pero en agosto de 2025 se le concedió otro propósito: la supervisión a las empresas contratistas que entonces daban los toques finales del hotel anexo al aeropuerto de Maiquetía.
Apenas dos meses antes de que Maduro anunciara la venidera inauguración del hotel, el programa de recuperación de espacios públicos como plazas, parques y vías públicas, mutó por un decreto presidencial en “una instancia que llega para acabar con la burocracia”, según el propio Maduro.
Pero la Corporación Juntos Todo es Posible nació con una vida previa. Con domicilio en el edificio Hotel León de Oro de la avenida Universidad, en el centro histórico de Caracas, se constituyó como compañía privada en 2018, con un objeto social descrito así: “Compra, venta, distribución y comercialización de productos no especializada”. Nada cercano a la construcción.
Durante esa precuela como empresa privada, tuvo como directivos y propietarios a partes iguales a Carlos José Flores y José Rafael Pérez Pastran, quienes se desempeñaron como empleados de una empresa de reclutamiento llamada PHX SS CA, según sus planillas del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
José Pérez declinó la solicitud de entrevista formulada por vía Whatsapp para este reportaje.
A los manejos de Saab y los Gavidia Flores se le suma la Operadora Turística Humboldt 1956 CA, la misma que gerencia el emblemático Hotel Humboldt del Parque Nacional Ávila, rebautizado Waraira Repano.
La Operadora Turística Humboldt 1956 será la encargada de gestionar el hotel Gran Cacique Maiquetía, según versiones en redes sociales y de El Pitazo. Su gerente, Luis Semprun van Grieken, manejará las operaciones de la nueva edificación hotelera, ya no a 2.200 metros de altitud sino también a nivel del mar y un poco más al norte. Armando.Info solicitó a la empresa confirmar la signación, pero no obtuvo respuesta.
El presidente y socio mayoritario de la Operadora Turística Humboldt 1956, Luis Alberto Hernández Abreu, es al mismo tiempo propietario de otras ocho empresas contratistas del Estado: Inversiones Van Grieken CA; Constructora X99 CA; Constructora Poyo K CA; Constructora Jedicar CA; Inversiones YV979 CA; Transporte N.F.C CA; Inversiones Aurum y Grupo 1324 CA. De ellas, cuatro se desempeñan en el sector de la construcción.
Tras ejecutar 19 obras correspondientes a 13 contratos con el Estado, según el RNC, el Grupo 1324 no solo acaba de cambiar de directiva sino también de domicilio, al mudarse en febrero de 2025 de los Bloques 22 y 23 de la urbanización 23 de Enero, en el oeste proletario de Caracas, a la calle California, cruce con Mucuchíes de la urbanización Las Mercedes, la zona rosa del entretenimiento VIP y el consumo de lujo en el sureste de la ciudad.
En su cartera de clientes públicos figuran el Ministerio de Transporte, Corpomiranda, Corporación Desarrollo Río Tuy, Vialidad y Construcciones Sucre S.A. Además, ha suscrito contratos con las privadas Constructora X99 (de la que es propietario) e Inversiones Alfamaq, cuyo presidente y soció mayoritario es Alejandro Jesús Ceballos Jiménez, con múltiples contratos con el Estado, también ligados al sector de la construcción.
El Grupo 1324 ha trabajado también para la entidad que supervisa las obras del hotel Gran Cacique Maiquetía. Entre julio de 2020 y abril de 2025, Grupo 1324 ejecutó el contrato de “Mantenimiento y reparaciones” para la Fundación Misión Venezuela Bella, programa creado en 2019 por Maduro para el rescate de espacios públicos que, al menos hasta enero de 2025, fue presidida por Jacqueline Farías, exjefa de gobierno del Distrito Capital.
Un entramado de connivencias que hace realidad el lema de “Juntos todo es posible”. Pero, eso sí, siempre que quienes se junten tengan apellidos como Saab o Gavidia-Flores.
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