El dólar, esa moneda que ha sido un roble durante décadas, está pasando por su peor racha en tres años, cayendo casi 10% frente a un conjunto de divisas clave. ¿La razón? Cambios inesperados en la política comercial de Estados Unidos y la creciente expectativa de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, que están empujando el capital afuera del país.
Las divisas escandinavas lideran la fiesta: la corona sueca sube 15% y la noruega 13%, niveles que no veían desde hace muchos años. Pero ojo, esta fuerza se explica principalmente porque el dólar se está debilitando, no porque esos países hayan empezado a hacer milagros económicos.
Este debilitamiento tiene efectos claros y directos: con una moneda estadounidense más débil, los productos importados se encarecen, lo que puede presionar la inflación. Por otro lado, países como Suiza sufren lo contrario: la subida del franco está metiendo presión a sus precios, con inflación negativa en mayo por primera vez en cuatro años, lo que obliga a su banco central a pensar en tasas de interés aún más bajas.
En Asia, la apuesta está en regresar capital a sus propias fábricas: el dólar taiwanés subió un 10% en mayo y Corea del Sur gana un 8%, reflejando el retorno del dinero desde Estados Unidos hacia las potencias manufactureras.
Para América Latina, la historia es más dispar. El peso argentino se desploma un 15% frente al dólar, atrapado en su propio caos interno, mientras el peso mexicano se recupera y ronda sus mejores niveles en meses, siempre pendiendo de la cuerda floja del panorama comercial y económico estadounidense.
¿Qué significa todo esto para el consumidor? Pues que el dólar que sostiene el poder de compra en muchas partes del mundo está perdiendo fuerza, y eso puede traducirse en mayor volatilidad en precios de importación, viajes y productos internacionales. Traducción: si viajas, compras en dólares o tienes inversiones internacionales, los cambios en el valor del dólar pueden impactar directamente en tus gastros o rendimientos.
Friendly reminder: una moneda estadounidense más débil puede elevar los precios de importación en Estados Unidos, afectando la inflación, es decir, precios más altos y menos alivio para tu bolcillo. Así que si pensabas que la caída del dólar no te afectaba directamente, lamento decirte lo contrario.
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