La mayoría de los migrantes que está en este centro de detención en El Paso, Estados Unidos (EEUU), no son elegibles para asilo y serán deportados a sus países de origen. Más de 70% de los deportados tienen algún récord criminal en su nación, en Norteamérica o en otras repúblicas
Fotos: Cortesía Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)
Muros de concreto, cercos de púas en lo alto de las paredes y fuertes medidas de seguridad son el destino provisional de la mayoría de los migrantes que cruzan de manera ilegal a Estados Unidos (EEUU). En el Centro de Procesamiento y Retención de Operaciones de Ejecución y Expulsión del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de El Paso, Texas, 760 migrantes de distintas nacionalidades esperan, tras las rejas, una resolución a su incierto futuro.
«Muchos de ellos están aquí pidiendo asilo y 90% no son elegibles, así que los vamos a repatriar a su país», afirma Mary de Anda-Ybarra, directora de este centro de procesamiento de Texas, al tiempo que indica que la capacidad total de detenidos es de 840 personas y que el mayor porcentaje llega huyendo de la pobreza en su país de origen.
Ángel Garite, subdirector del centro, aclara que «no es un edificio penal y todos los recluidos deben cumplir el proceso completo»; a simple vista, el sitio parece una cárcel en buenas condiciones para los arrestados.
Al lugar de detención llegan más hombres que mujeres. La mayoría de los migrantes tiene entre 25 y 50 años. La estancia de los internados depende de su caso y de sus antecedentes penales; pero Anda-Ybarra resalta que «más de 70% de las personas que son deportadas son criminales que tienen algún récord penal, dentro de su país, en los EEUU, o en otros países».
*Lea también: Migrar ilegalmente a EEUU: un delito que no cesa y envuelve un sinfín de peligros (I)
En el recinto, todos los migrantes, sin importar la nacionalidad, raza o género, son tratados por igual. También son recibidas personas de la comunidad Lgbti. A cada uno se le asigna un uniforme y su color indica su estatus. Quienes visten de naranja cometieron delitos menores, administrativos, y se considera que son de riesgo medio; en su mayoría son quienes cruzaron la frontera a Norteamérica de manera ilegal. Los de azul son personas sin antecedentes penales y el rojo distingue a «delincuentes con antecedentes penales», explica un funcionario de ICE.
Los migrantes uniformados de rojo no pueden interactuar con los de azul, ni con los de naranja; así como tampoco lo hacen hombres y mujeres sin importar el color de su ropa.
Los artículos personales de los migrantes —con lo que llegan al centro de detención— son guardados en una caja fuerte y se les devuelven al salir del lugar.
Al llegar al centro de procesamiento, a los migrantes se les llena una planilla con todos sus datos personales: nombres y apellidos, medidas corporales, nacionalidad, fotos, entre otros. Se les dota con ropa (uniforme), artículos de higiene personal, cholas (sandalias), un par de zapatos y el manual del detenido, una especie de revista donde se explican las responsabilidades y derechos.
En las paredes hay afiches en más de una decena de idiomas sobre la intolerancia a los casos de abuso sexual y a las agresiones. También sobre las normas que se deben cumplir.
Como hay migrantes de todas partes del mundo, estos pueden solicitar un intérprete las 24 horas del día, los hay fijos para 15 idiomas, y si la persona habla una lengua distinta, el ICE le buscará un traductor calificado para garantizar una comunicación efectiva.
Una vez que las personas ingresan al centro de detención se les hace un diagnóstico integral de salud para identificar cualquier problema médico existente y si es urgente, crónico o agudo. El médico y teniente Amezaga, encargado de esta área, detalla a TalCual que tienen odontología, salud mental, rayos X, atenciones de emergencias y prevención.
El primer descarte que se hace es de tuberculosis y si el migrante da positivo, se aísla en una sala especial y se le proveen los medicamentos. El especialista indica que es una enfermedad muy común entre quienes llevan semanas e incluso meses haciendo la ruta migratoria con la idea de llegar a Estados Unidos. Suma que entre los padecimientos más corrientes destacan la diabetes, hipertensión, varicela, escabiosis (sarna), personas con cáncer, fracturas, entre otros padecimientos.
«Mucha gente llega y jamás ha visto un médico», afirma Amezaga, quien añade que también tienen atención especial para las féminas: a todas se les hace prueba de embarazo, y a quienes llegan en estado de gravidez se les chequea y se ponen en control. A todos los migrantes se les provee de los medicamentos y las vitaminas que necesiten. Resalta que la atención mental es muy solicitada.
En el Centro de Procesamiento y Retención de Operaciones de Ejecución y Expulsión del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas cuentan con médicos, enfermeros, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, farmaceutas y odontólogos.
En las instalaciones hay personal del área de cuidados médicos las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Las banderas de todos los países bordean y adornan el comedor para recordar que allí no hay distinciones entre nacionalidades. A diario se sirven alrededor de 2.400 menús, entre desayuno, almuerzo y cena, y todos son supervisados por nutricionistas para que sean adecuados y saludables.
Los días festivos como Navidad, Acción de Gracias, o incluso en Ramadán «hay comidas especiales» para celebrar estas fechas y para respetar la fe de quienes andan en busca de refugio.
El centro de detención tiene servicio de cafetería, máquinas expendedoras de bebidas y golosinas, a las que pueden acceder haciendo uso de su dinero. Para ganar algunos billetes, los migrantes pueden trabajar de forma voluntaria y generar una compensación simbólica de $1 por día: son ocho horas diarias de labores y un máximo de 40 a la semana.
Quienes laboran son distinguidos por otro color en sus uniformes: lucen de blanco los que trabajan en la cocina y los de amarillo hacen labores de mantenimiento. Los que llevan uniforme rojo (alta peligrosidad) solo están autorizados para realizar trabajos dentro de su misma celda.
En los dormitorios del centro de detención hay teléfonos y tabletas para hacer videollamadas, los costos de estas (ínfimos) corren por cuenta del migrante. También poseen televisores para ver películas en inglés y en español.
En uno de los cuartos para mujeres, una llora profundamente tras colgar una llamada telefónica. Otras la rodean y consuelan sobando sobre su hombro y aunque no se sabe con exactitud qué le sucede, se puede intuir que terminó de conversar con un allegado.
Decenas de féminas reposan sobre sus camas, unas leen, otras se distraen con juegos de mesa, otras duermen. Sus rasgos fenotípicos como color de piel, tipo de cabello, forma de los ojos, e idioma resaltan los distintos orígenes de las migrantes.
Entre las áreas de recreación hay canchas para jugar voleibol, básquet o para simplemente caminar. También hay espacios para jugar monopolio y hasta una peluquería.
Los migrantes en el centro de detención del ICE pueden realizar cursos que duran varias semanas y se les otorga un certificado. Uno de estos es de Tapping, que es una técnica de liberación emocional. Además, poseen un centro intercultural en el que un capellán los orienta todos los días con herramientas para disminuir el estrés y una ONG los instruye sobre derechos humanos y ofrece orientación.
Entre las áreas de esparcimiento existe una biblioteca, en las que hay turnos para los hombres y otros para mujeres; los libros disponibles no hablan de violencia, armas, formas de escapar o violencia sexual. Es un espacio bastante solitario en el que este 7 de octubre solo había una dama leyendo un ejemplar animado sobre relatos bíblicos.
A un lado de los estantes de libros también hay cabinas con tablets para que las personas allí recluidas puedan comunicarse con sus abogados y conocer el estatus de su caso. A cada uno se le asigna una memoria flash USB para almacenar toda la información referente a su proceso, al salir del centro de detención, pueden llevarla con ellos.
El tiempo estimado que un migrante puede estar en un centro de detención es de 45 días y son personas que no están apelando su caso, que quieren devolverse a su país natal y que no tienen antecedentes penales o registros criminales; sin embargo, esos días se pueden prorrogar por la misma cantidad de tiempo, dependiendo de la situación del migrante, y lo máximo que un ciudadano puede estar en el centro de detención son 180 días.
Pero el proceso de deportación también puede esperar años. Inmigración y Aduanas (ICE) puede otorgar a los migrantes la salida del centro de detención y la permanencia en EEUU bajo el pago de una fianza, orden de reconocimiento, supervisión o parole humanitario. «Tenemos más de seis millones de personas que están en los Estados Unidos esperando su cita con un juez de inmigración», enfatiza Mary de Anda-Ybarra.
La directora del centro de detención explica que actualmente no hay suficientes jueces, oficiales de asilo y funcionarios de inmigración para poder trabajar las solicitudes de asilo; por lo que una persona puede esperar por la primera cita con un juez de migración entre cinco y siete años y luego pueden ser muchas citas más antes de obtener una orden de deportación o el anhelado asilo.
Quienes salen del centro de detención con una de estas medidas tienen que presentarse en las oficinas de ICE con una frecuencia determinada y otros pueden quedar monitoreados con un brazalete que contiene un GPS.
Las principales nacionalidades que ocupan el Centro de Procesamiento y Retención de Operaciones de Ejecución y Expulsión son venezolanos, mexicanos, colombianos, hondureños y guatemaltecos, pero ha habido personas de más de 160 países en este y todos los centros de detención.
Luego de ser detenidos por ingresar de manera ilegal a Estados Unidos, los migrantes pueden ser expulsados rápidamente en un lapso de 48 horas o unas dos semanas (sin presentarse ante un juez), o pueden solicitar asilo ante la autoridad judicial de inmigración, quien también puede darles la orden de deportación para que la ejecute ICE.
Estas personas no tienen permiso de trabajo por estar en una condición irregular, pero pueden optar a un documento de autorización de empleo, cancelando el monto estándar, a ver si son elegibles.
Cada semana salen desde Estados Unidos vuelos de repatriación para El Salvador, Honduras y Guatemala. Otros países como Colombia, Nicaragua y Ecuador reciben a sus nacionales una vez al mes y para China comenzaron a hacer vuelos de expulsión de forma mensual.
Para que un migrante sea regresado a su tierra es necesario que su país lo acepte. Los nacionales de Venezuela, Vietnam, Somalia y Cuba no pueden ser repatriados directamente a sus naciones debido a la ausencia de relaciones diplomáticas o las condiciones en esos territorios; por lo que en su mayoría son devueltos a México.
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